Capítulo 40: Nada es lo que parece

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-¿Estás bien hijo? Sam por favor dime que es mentira. -Ya había hablado con mi mamá sobre el suceso que había tenido con Leonardo las veces anteriores.

-Me encantaría poder decirte que es mentira... pero tú misma me puedes ver en estos momentos.

Estaba en videollamada con ella, se suponía que estaba en el trabajo, así que solo esperaba a Esteban, estaba en el comedor en mi computador, diagonal estaba Oliver quien estaba concentrado en el suyo igual, pero podía apostar que estaba pendiente de la conversación, pues me había saltado unas partes.

No es que no se las fuera a contar todas, aquellas, las tendría que saber Esteban igual y repetir no lo quería.

-No entiendo todo lo que está pasando o el por qué... -dice mi mamá.

-¿A qué te refieres?

-Olvídalo, quizá son los problemas de aquí que me indisponen un poco y ahora saber lo que te está pasando. -se pasa las manos por su cabello, como tratando de aclarar sus pensamientos. -Sam es mejor que yo vaya.

-¿Qué? ¿A dónde? No necesitas venir, todo para mí va a estar bien, ahora que hablé con Esteban, sé que él me podrá ayudar.

-No Sam, tu no tienes nadie quién te proteja allá y me genera mucha desconfianza, pensé que era un país bastante seguro...

-Y lo es, solo que se atravesó en mi camino una persona mala.

-¿Y dónde quedaron las buenas?

No pude evitar desviar mi mirada hacia Oliver, pues este tenía sus ojos puestos sobre los míos, y me decía con sus labios "Aquí estoy yo" sin que mi mamá lo pudiera escuchar, y eso me hizo gracia hasta el punto de reírme.

-Los hay...

-Bueno, ahora queda más que demostrado que no se puede confiar en nadie.

-¿A qué te refieres con eso? -había algo que ella estaba ocultando, lo sabía por la forma en que se comportaba.

-Nada Sam, no quiero que lo tomes a mal, pero en caso de pasar algo, por favor, necesito que me lo digas, quiero poder confiar en ti.

Me extraño sus palabras, no entendía que podría estar pasando para que se comportara de aquella manera, o dijera esas cosas, sabía y entendía que podría estar preocupada por mi, pero había algo más.

-Claro que lo puedes hacer... ¿Qué está pasando ma?

-Nada de lo que te debas preocupar...

-Pero lo haces al tomar esas actitudes, si pasa algo me lo puedes decir y así podré estar pendiente de lo que pase, de lo que me quieres advertir, no he hecho nada malo o imprudente hasta ahora...

-Claro que sí confío en ti hijo... ya llegó tu padre.

Y todo aquel asunto quedó hasta allí, pues Esteban se sienta al lado de mi madre saldándome efusivamente, así que tuve que fingir que no pasaba nada y darles una sonrisa.

-Hijo me ha estado comentando un poco tu madre lo que ha estado pasando, primero me quiero disculpar contigo, no quise ponerte una traba en tu camino, ya me he disculpado varias veces con tu madre, no sabía de las intenciones de Leonardo hacía ti...

-No te tienes que disculpar, ninguno sabía a quién teníamos en el camino... pero si me gustaría que se mantuviera alejado de mí por el tiempo que me queda aquí.

Las últimas palabras alertaron al rubio, pues este vuelve a alzar la mirada, y me estira su mano para que la pueda tomar en la mesa, y eso hago, pero esta la aprieta de una manera un tanto exagerado, haciendo que mi mirada vuelva de regreso hacia él.

No Quería Decir AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora