Capitulo.56

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Aleksandra

El tiempo transcurre con normalidad, la frecuencia con la que los clientes van y vienen es casi tan normal, hasta que la puerta se abre y las miradas de los presentes recaen en ella. Su elegante figura se mueve con elegancia entre las mesas, sus ojos verdes caen sobre mí y una sonrisa burlona cubre su rostro. Su largo cabello castaño cae con gracia acentuando sus curvas, camina hasta acortar la distancia entre nosotras.

Mi cuerpo se tensa de inmediato, cuando me mira con superioridad, conozco esta mirada, es la clásica mirada que recibí una y mil veces de Arabella cuando quería ocupar mi lugar al lado del ruso.

—Señora Petrovsky—saluda como si fuéramos las mejores amigas— ¿o quizá solo debo decir ex señora Petrovsky?

— ¿Te puedo ayudar en algo, Melanka?—argumento ignorando su burla—estoy trabajando y este lugar es solo para clientes.

La rusa hace un gesto con la mano restándole importancia y toma asiento en una de las mesas.

—Tráeme café—ordena, con una sonrisa fingida voy por su pedido y regreso tan pronto como sale su orden.

—Aquí tienes.

—Supe que Petrovsky te hecho de su magnifica mansión—escupe con naturalidad y me preparo mentalmente para lo que viene.

—No es asunto tuyo—declaro seria.

—Al final se dio cuenta que necesita una mujer que lo haga poderoso—musita antes de beber su café—esta mañana acepto mi mano, por lo que pronto me convertiré en la señora Petrovsky, la gran reina del ruso mas temido del país.

Su noticia me cae como bomba y tengo que disimular el pinchazo de dolor en el pecho, al saber que acepto casarse con ella. Es decir es lo correcto para él, pero dios...eso duele...duele saber que el hombre que amo se casara con otra mujer. Con el poco autocontrol que siento contesto.

—Puedes casarte con él, pero jamás podrás ocupar el lugar que yo tengo en su vida—hago una pausa—tendrás que vivir siempre con la verdad de saber que se caso contigo por poder, nunca por amor...porque ambas sabemos que la mujer que ama y amara para siempre soy yo, su verdadera reina Aleksandra Lisowska.

—Pobre niña tonta—escupe en una carcajada y yo la miro. Odio la forma en que su risa escandalosa atrajo la atención de algunos clientes.

—No, no soy ninguna niña tonta—pongo una mano en mi cintura y la miro directo a los ojos—la única niña tonta eres tu, porque su padre ha vendido su felicidad al mejor postor y tu lo aceptas, demostrando que no tienes ni una pisca de amor propio para luchar tus propias batallas—hago una pausa dejando que mis palabras se asienten—así que puedes casarte con él, pero créeme nunca serás feliz a su lado, porque yo siempre voy a estar en su mente y en su corazón—antes de retirarme de la mesa le digo por ultimo—la casa invita, ten un buen día.

Dirijo mis pasos tan rápido como puedo al baño del restaurante, entro en uno de los cubículos y finalmente lo dejo ir, las lagrimas salen con rapidez de mis ojos y de un momento a otro me encuentro sollozando. Dentro de mi, se que hizo lo correcto que el habernos separado es necesario para que este con vida.

La puerta del cubículo se abre y me encuentro con Gala, sin decir nada me atrae a sus brazos y me permito llorar sobre su hombro.

—Se casara con ella—susurro con la voz quebrada.

— ¿Ese era el plan, no?—murmura con suavidad—casarse es lo único que garantizara que su vida no correrá peligro, acepto y eso es lo correcto Alex. Pero tu corazón se ha roto en el proceso y muy en el fondo también se ha roto el corazón de ese ruso.

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