Capitulo.47

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Petrovsky

La tenue luz de las farolas en el balcón se cuela a través de las cortinas de la habitación. Hace frio, sin embargo me encuentro disfrutando de una muy agradable sensación de calidez al tener a Aleksandra durmiendo sobre mi pecho, una de sus piernas se encuentra sobre mi cintura, su lenta respiración me hace sentir tranquilo.

Sus pequeñas manos se aferran a mi cuerpo como si no quisiera soltarme y eso me hace sentir malditamente afortunado, mi linda pelirroja se ha vuelto mi compañera. Paseo mis dedos por su suave cabello rojo, mientras pienso en que es lo que nos depara el futuro.

Es claro que abra represalias por mis acciones en San Petersburgo, Gravel no se quedara de brazos cruzados y James Williams, ese bastardo hijo de perra es mi principal objetivo en estos momentos, esta subestimando mi poder y todo por la campaña. Tengo que ganar las elecciones a como de lugar, solo asi podre desacerme de la piedra en mi zapato.

Decido omitir todo tipo de pensamientos en este momento, esta es una de esas noches en las que puedo descansar sin esas malditas pesadillas, asi que debo aprovechar mis horas de sueño, mañana será un nuevo dia.

Por la mañana me remuevo sobre las suaves sabanas de algodón, de manera inconciente busco su cuerpo a mi lado, sin embargo no lo encuentro y eso me hace abrir los ojos de golpe. El lugar de Aleksandra esta vasio, me incorporo en una posición sentada y paso una mano por mi cabello antes de dirigir mi mirada a mi chica favorita.

Esta sentada en el banquito frente al enorme espejo del tocador, mientras peina su cabello en una trensa despeinada. Me devuelve una sonrisa a través del espejo.

—Buenos días—susurra poniéndose de pie.

Tengo que tragar saliva mientras la miro de pies a cabeza, esta mañana luce realmente hermosa. Lleva puesto el uniforme del restaurante, la falda de color negro se aferra a sus curvas a juego con una blusa de vestir color blanco, sonrio al notar que lleva una mascada roja alrededor de su cuello y para finalizar el atuendo zapatillas negras.

Es condenadamente hermosa...

—Le comieron la legua los ratones esta mañana señor Petrovsky—argumenta en tono juguetón mientras gatea sobre la cama en mi dirección.

Respiro con dificultad y maldigo mentalmente a mis instintos primitivos, por desear querer arrancarle esa maldita falda y hacerla mia en este momento. ¿Cuánto tiempo mas podre aguantar esto?

—De ninguna manera señorita Lisowska—murmuro con la voz ronca de exitacion.

—Lo noto bastante callado esta mañana—susurra lamiendo sus labios rojos. Que me jodan en el infierno, ella es tan sexy sin intentarlo.

—Es porque soy más un hombre de acciones que de palabras.

En un rápido movimiento la tomo de la cintura y le recuesto sobre la cama, ella suelta una risita que hace que mi corazón se agite. Me posiciono encima de ella y la apriciono con mi cuerpo. Su mirada se clava directo en la mia y yo sonrio malicioso.

Deslizo mis labios sobre los suyos sin besarla, recorro su mentón y bajo lentemente por su cuello. Huele a vainilla, mi aroma favorito. Mi lado perverso toma el control y pasó mi lengua por su cuello, bajando lentamente hasta el escote de su blusa. Mi chica suelta un suave gemido que enciende ese fuego en mi interior y de inmediato subo hasta sus labios. La beso con urgencia deslizando mi lengua en su boca, saboreo cada rincón de ella mientras mis manos se encargan de acariciar la longitud de sus piernas desnudas hasta perderlas bajo su falda.

Suelto un gruñido cuando ella tira de mi cabello y aprovecho para besar su cuello, arrastro mi mano derecha y acaricio cada curva de su cuerpo por encima de su ropa, hasta llegar a los botones de su blusa que poco a poco desabrocho, su piel blanca se asoma invitándome a probarla. La miro directo a los ojos mientras mis labios se arrastran sobre la fina tela de encaje de su sostén, mi dulce pelirroja contiene el aliento cuando mi lengua toca el valle de sus pechos, bajo con toda calma y me dedido a depositar suaves besos sobre su abdomen plano y sonrio contra su piel.

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