Capitulo.30

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Las siguientes tres horas se siente como una eternidad. El dolor en mi costado se está intensificando pero no me he apartado de este lugar. Damon permanece sentando junto a Gala, los amigos de Aleksandra en la otra esquina de la sala de espera y yo me mantengo en el mismo lugar, recostado en la pared.

Los familiares ojos del doctor Collins se encuentran con los míos. Me aproximo lo más rápido que puedo a su encuentro. Los demás se ponen de pie y van detrás de mí.

— ¿Cómo se encuentra mi mujer?—cuestiono desesperado.

— ¿Tú mujer?— escucho la voz del idiota rubio ese.

—Chris—lo regaña Gala.

—Doctor—exclamo serio.

—La señorita Lisowka perdió mucha sangre debido a la herida que tiene en la cabeza. Le hicimos algunas tomografías, para descartar algún daño. Su cerebro se encuentra inflamado debido a los golpes, pero no es tan grave. En un par de días la inflamación disminuirá y podremos hacerle nuevos estudios para descartar algún daño colateral—hace una pausa—en cuanto a su muñeca, está rota pero nos hemos hecho cargo de ella.

Una oleada de alivio me invade por completo. Ella está bien, está fuera de peligro.

— ¿Puedo verla?—cuestiono necesitado por estar cercas de ella.

—La transferiremos a una habitación privada, con el equipo necesario para su atención. En un rato más le permitiré que pase a verla señor Petrovsky.

—Gracias doctor.

El doctor abandona la estancia dejándonos a todos con un buen sabor de boca. Ella está bien. Minutos más tarde el doctor Collins me indica que puedo pasar a verla. Nuevamente se desato una pelea con ese molesto amigo de Aleksandra ¿Por qué tiene que meterse en lo que no le importa? Luego de algunos insultos finalmente se tranquiliza y entonces yo me dirijo a la habitación que me indico el doctor Collins.

Me tiemblan las manos en el momento en que abro la puerta. La visión que tengo de ella recostada en una camilla, con una intravenosa en su brazo me hace sentir miserable. Con pasos dudosos me acerco a ella, su muñeca esta enyesada y en su frente hay un parche cubriendo su herida.

Respira con tranquilidad y no puedo evitar sentirme aliviado. Acaricio su mano tratando de convencerme que es real, que ella está bien.

—Rozovyy—murmuro acariciando su cabello rojo.

La miro y poco a poco siento como se desase la opresión en mi pecho. Dándole a paso a un nudo de emociones que se atascan en mi garganta, hay tanto que quiero decirle pero no sé cómo hacerlo. En este momento desconozco el hombre que soy, estoy hecho un lio pensando en todo lo que ella me ha causado esta noche. En la montaña rusa que ha creado en mi interior.

Arrastro el sofá hasta posarlo al lado de la camilla, me siento y sostengo su mano con fuerza. Tratando de aliviar la obscuridad de mi alma aterrada. Me permito evaluar cada centímetro de ella mientras sus ojos permanecen cerrados, es tan hermosa.

Aun huele a vainilla, mezclado con el olor de los antisépticos que usaron los doctores para limpiar la sangre de su piel.

—Me diste un susto enorme—murmuro débilmente—jamás pensé que me sentiría tan aterrado de perder a alguien como me sentí esta noche. No sé qué has hecho conmigo—trago saliva—pero sé que no me habría perdonado jamás si te hubiera sucedido algo esta noche.

Aleksandra.

El olor a antisépticos pica en mi nariz. El molesto bip bip que se escucha a mi lado me hace abrir los ojos de golpe. Parpadeo un par de veces hasta que mis ojos se acostumbran a la oscuridad del cuarto, giro la cabeza a todos lados y me doy cuenta que estoy en el hospital. Mi cuerpo está cubierto por una sábana blanca, hay una intravenosa en mi brazo y mi cabeza se siente mareada.

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