Capitulo.58

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El taxi se detiene frente a mi casa, me dispongo a pagar y luego bajo del auto. Durante todo el camino la opresión en mi pecho no ha disminuido ni un minuto, quizás he sido demasiado cobarde como para haber desaparecido de la reunión sin ni siquiera haberme despedido de él. Pero en el fondo se que no podría hacerlo, no puedo mirarlo a los ojos y decirle adiós, cuando en lo más profundo de mi ser lo amo.

¿Cómo le dices adiós a la persona que amas?

Abro la puerta principal y entro, la estancia luce igual de apagada como mi estado de ánimo, no me preocupo en prender las luces y arrastro mis pies hasta mi habitación. Solo quiero llorar. Entro a la habitación y cierro la puerta detrás de mí, suelto un pequeño grito al verlo sentado en mi cama, sus ojos azules caen sobre mí y la luz de la luna se cuela por la ventana dando le una apariencia siniestra, mostrando su rostro entre las sombras.

— ¿Qué...que haces aquí?—murmuro nerviosa.

— ¿No es obvio?, Tenemos que hablar Aleksandra—argumenta poniéndose de pie y avanza en mi dirección—Edgard me dijo que saliste huyendo de la fiesta, así que vine tan pronto como pude.

—Ya no hay nada que hablar Iván—digo mirándolo entre las sombras—conseguiste la gobernatura como querías, tienes a todo Nueva York a tu merced y muy pronto serás miembro de una de las familias fundadoras de la bratva, finalmente eres inmensamente poderoso como siempre lo quisiste.

El me mira y suelto un respingo cuando acaricia mi mejilla con la yema de sus dedos. Sus ojos azules amenazan con hipnotizarme, como siempre lo han hecho y es que su mirada lo hace lucir tan vulnerable. Él es vulnerable ante mí...

—Nada de eso me sirve, si no estás tú Aleksandra—argumenta con tranquilidad—así fuera el rey del mundo, sin ti seguiría siendo un pobre diablo.

—Deja de hacerlo tan difícil—digo finalmente con la voz quebrada—deja de decir todas esas cosas sobre nosotros, entiéndelo lo nuestro se acabó, no puede ser. Tiene que terminar por el bien de ambos.

Las lágrimas traicioneras amenazan con salir de mis ojos y tengo que bajar la mirada, para no romperme frente a él. El corazón se me rompe en diminutos fragmentos con cada palabra que sale de su boca.

—No puedo dejarte—su voz suena pequeña como un susurró.

— ¿Por qué si sabías que lo nuestro no podía ser, seguiste adelante?—la pregunta que tanto me ha atormentado al fin sale de mis labios.

—No pude controlarlo Aleksandra, intente mantenerte tan lejos de mi como fuera posible, pero tú esencia siempre estaba hay—hace una pausa y me mira con ternura—revoloteando a mi alrededor, incitándome a mirarte, a tenerte cerca, a disfrutar tu risa y tú compañía...no pude evitarlo y fue egoísta lose, pero te convertiste en lo más importante de mi miserable vida, le diste sentido a mi existencia...yo...me enamore.

Tengo que cubrir mi boca para callar el sollozo que sale de mí. ¿Por qué tiene que decir todo esto? ¿Por qué simplemente no puede ser el Iván Petrovsky que conocí, aquel hombre sin sentimientos? Sería más fácil para mí lidiar con mi corazón roto por su desprecio, que saber que el siente algo por mi y que sufre como yo lo hago ahora.

—Tienes que alejarte—digo en un sollozó—tienes que dejarme ir Iván. Tienes la ciudad que tanto quieres, el poder y pronto tendrás una esposa con quién si podrás estar. Tendrás una vida perfecta.

—No quiero nada de eso, si tú no estás conmigo—declara con seguridad—Ivan Petrovsky no es nadie, sin Aleksandra Lisowska.

Paso una mano por mi cabello y sollozó.

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