Capitulo. 48

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El auto se detiene fuera del club, las enormes letras doradas brillan en todo su esplendor "Olympus". Hay una larga fila de chicos esperando entrar, por otro lado se encuentra el personal de seguridad resguardando la entrada al lugar. Edgar abre mi puerta y me tiende su mano para ayudarme a bajar, de inmediato capto la atención de los presentes y hago caso omiso a los cuchicheos de las mujeres al ver como me dejan entrar al club sin ningún tipo de impedimento.

Nos abrimos paso por el pasillo, decorado con luces neón, hasta llegar a una habitación. Enormes columnas de mármol blanco muy al estilo de la antigua Grecia se alzan frente a mis ojos, las maquinas de humo y el juego de luces doradas juega un papel muy importante al combinar con la decoración griega del club, pisos de mármol color negro. Las meseras están vestidos con túnicas al estilo griego y coronas de olivo.

Sin duda el ruso se encargo de hacerle honor al nombre del lugar.

Mis pasos son dirigidos por Edgar a través de la multitud, hay un área rodeada de algunas columnas decoradas con grandes cortinas de algodón, atadas a las columnas con listones de color dorado. Mis ojos caen en su elegante e intimidante figura, se encuentra de pie rodeado de algunas personas, pero no es eso lo que capta mi atención si no la presencia de esa mujer italiana. Ella esta sonriendo con descaro mientras Petrovsky le comenta algo con el ceño ligeramente fruncido.

Aprieto mis manos en puño en el momento en que ella, suelta una carcajada y pasa sus manos por el pecho de Petrovsky, la sorpresa el no hace nada por alejarla. Una punzada de lo que parecen ser celos se atenaza en mi corazón y con la frente en alto subo el par de escalones que tiene la zona vip.

—Buenas noches—exclamo con toda seguridad mientras me deshago de mi abrigo y se lo doy a Edgar— guárdalo por mi.

—Con gusto señorita.

Los ojos azules de Petrovsky recaen en mí, me mira de arriba abajo y me doy cuenta la manera en la que toma una suave respiración. Es claro que esta satisfecho con mi atuendo a elección. Soy plenamente consciente de las miradas que dan los hombres que acompañan al ruso al igual que la mirada irritada de la italiana.

—Señores permítanme presentarles a mi mujer, Aleksandra Liswsoska—declara el ruso acortando la pequeña distancia entre los dos y rodeando mi cintura con su mano.

Los hombres sonríen en mi dirección y mi atención cae sobre un hombre de mediana edad, lleva un traje Armani a medida y sus ojos verdes no abandonan mi cuerpo.

—Es un placer conocerla señorita Lisowska—alardea besando el dorso de mi mano—mi nombre es Ashton Smith, presidente de la compañía de Equus.

—El placer es completamente mío señor, Smith—murmuro con voz suave mientras sonrió.

El ruso me guía hasta el sofá doble donde el se encontraba con la mujer italiana, quien no a dejado de mirarme con molestia. No voy a dejar que intente humillarme de nuevo. Tomo asiento al lado del ruso y este susurra en mi oído.

—Te vez hermosa Aleksandra—hace una pausa y me mira a los ojos—demasiado hermosa para mi bien.

—Me alegro que sea de su agrado señor Petrovsky—suelto seria, diablos no pretendo hacer una escena pero me siento molesta porque el se dejo tocar con total libertad por esa maldita mujer italiana.

El ruso de ojos azules me mira con el ceño fruncido.

— ¿Sucede algo, Aleksandra?—cuestiona

—Por que no continua con sus negocios Señor Petrovsky—argumento mirándolo fijamente—no deseo conversar con usted en este momento.

—Aleksandra—suelta pero es interrumpido por el señor Smith.

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