Capitulo.29

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El auto gira en todas direcciones, los gritos de Aleksandra se escuchan en todo el auto. Intento controlar el volante pero me es imposible resbalamos en el suelo nevado y el auto se vuelca girando un par de veces. Entonces un golpe sordo en la cabeza me hace perder el conocimiento volviéndolo todo de color negro.

El horrible dolor de cabeza me abruma la mente por completo. Parpadeo un par de veces hasta que logro disipar los puntos de colores en mi visión. Siento algo húmedo y caliente deslizarse por mi frente, llevo mis manos y con la punta de mis dedos toco la herida en mi frente, hay sangre escurriendo de ella.

Escucho un suave gemido que de inmediato me trae a la realidad. Mierda, Aleksandra.

Mis ojos se desvían a ella y de pronto ciento un pavor inmenso escabulléndose por mis huesos. Tiene un golpe en la cabeza del cual cae mucha sangre, su labio está roto. Su cabello rojo esta desordenado, pero lo que más me alarma es la dolorosa torcedura que hay en su muñeca, puedo visualizar como el hueso se ha salido de su lugar.

—Aleksandra—susurro desesperado, pero ella solo mantiene los ojos cerrados. Despierta.

Mierda no. Abro la guantera y tomo mi arma, la enfundo en mi chaqueta. Como puedo abro la puerta del auto e intento ponerme de pie. Un terrible dolor me atraviesa el cuerpo a la altura del tórax, debo tener una costilla rota. Respiro con dificultad tratando de controlar el dolor, me pongo de pie.

El hedor a gasolina me alarma por completo. Humo sale del capo del coche y algunas llamas. Ignoro por completo el escozor en mi costado y dirijo mis pasos lo más rápido que puedo a la puerta del copiloto, tiro de ella pero no puedo abrirla. La puerta se ha atorado.

—Maldita sea tengo que sacarte de aquí ahora—mascullo furioso y desesperdo.

Con todas mis fuerzas golpeo un par de veces la puerta hasta que por fin logro abrirla, con manos temblorosas le quito el cinturón de seguridad y la tomo en brazos. Es ligera como una pluma. Me aferro a ella porque todo lo que me importa es ponerla a salvo en este momento. Respiro agitado reprimiendo el dolor que siento en el costado. He estado en peores condiciones y siempre sobrevivo. Esta no es la excepción.

Mis ojos viajan a ella y no puedo con esto, verla llena de sangre solo evoca a mi mente los terribles recuerdos de mi infancia. La sangre cubriéndolo todo. Estoy furioso, mi sangre hierve de solo pensar que ella está herida por mi culpa. Que esto es acto de uno de mis enemigos y ella paga por mis pecados. La alejo del auto a una distancia segura. Como puedo me acuclillo con ella en brazos y saco mi celular del bolsillo.

Después de un par de tonos, Edgar contesta.

—Señor.

—Necesito que vengas a buscarme de inmediato. Date prisa, Aleksandra está herida y necesita un puto médico—murmuro furioso mirando a la pelirroja en mis brazos—alguien nos intercepto en el camino, sufrimos un accidente. No estamos muy lejos de casa.

—Estaré ahí en unos minutos señor. Permanezca oculto.

—Date prisa.

Finalizo la llamada y miro a Aleksandra. Esta inconsciente entre mis brazos, la sangre no deja de salir de su herida y solo me hace sentir impotente. Llevo mis dedos a su cuello para tomarle el pulso y se siente malditamente débil. Respiro tratando de calmarme, ella estará bien. Tiene que estarlo.

El estallido del auto aturde mis oídos. El cielo se ilumina con el fuego, veo mi auto arder. Costo una fortuna pero justo ahora no me importa, concentro toda mi atención en la bella mujer que sostengo en mis brazos, esa mujer a la que he besado con tanto fervor hace una hora.

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