Prólogo.

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               La noche ha caído acompañada de una lluvia torrencial, los relámpagos iluminan el despacho, donde papá se encuentra trabajando en su computadora. Papá es muy inteligente, siempre trabaja durante las noches en el día le gusta jugar conmigo y pasar tiempo con mamá. Todas las noches me lee un cuento antes de dormir.

Sus ojos marrones se suavizan en el momento en que me mira. Llevo puesto un pijama de color blanco, mi cabello rojo esta suelto y entre mis brazos llevo mi osito de peluche lilo.

—Aleksandra, mi hermosa princesa, ¿Estas lista para ir a la cama?

—Sí, ¿Qué cuento me leerás hoy papi?

—No lo sé, quizás sea el cuento de la bella y la bestia— hace una pausa — vamos ya es hora de ir a la cama, princesa.

Papá me toma en brazos y en medio de juegos me lleva a mi habitación. Me deposita en la cama, mientras me hace cosquillas. Haciendo que estallemos ambos en risas.

—Ya...papi— mi risa suena en toda la habitación junto a la de mi padre—papi, ¿Cuándo vendrá mamá?, la extraño.

—En unos días estará de vuelta—comenta mientras me cubre con el edredón rosa—en unos días volveremos a estar todos juntos.

Papá se sienta en la cama junto a mí y comienza a leer mi cuento, pero algo lo interrumpe. Un gran estruendo se escucha en la entrada de la casa. Mis manos se aprietan alrededor de la manta que me cubre. Papá se pone de pie y se aproxima a la ventana, corre un poco la cortina y mira a través de esta, la lluvia cae y papá dirige su mirada hasta mí.

—Aleksandra, necesito que te quedes aquí y no salgas de tu habitación—papá me mira serio.

— ¿Qué está pasando papi?—cuestiono. Papá acaricia mi cabello—tengo miedo

—Todo está bien princesa, volveré para terminar tu cuento. No salgas de aquí entendido.

—No me moveré de aquí papi.

Papá sonríe tenso y besa mi cabello mientras me abraza con fuerza, cuando se separa creo que está llorando; su rostro tiene una expresión de angustia y tristeza. ¿Qué sucede papi?

—Te amo princesa, no salgas de aquí.

Le doy un asentimiento, papá me da una última mirada y finalmente sale de la habitación dejándome sola. Los minutos pasan y el ruido en la planta baja es cada vez más insoportable. Mi cuerpo se estremece al escuchar gritos y lo que parecen ser cosas rompiéndose. Me encojo en mi lugar asustada y mi mente no deja de preguntarse ¿Que está sucediendo?

Un relámpago ilumina mi habitación acompañado de un trueno, haciendo crecer aún más mi miedo. Odio las tormentas.

Papa me pidió que no saliera de mi habitación, pero quiero saber que sucede. Bajo de mi cama con cuidado, abro la puerta de mi alcoba y camino con mis pies descalzos por el frío pasillo. Me abrazo a lilo, conforme avanzó puedo percibir gritos furiosos. Mi curiosidad es tan grande que bajo las escaleras de forma silenciosa a pesar de la advertencia de papá.

Los gritos vienen de su oficina, así que de puntitas me apresuro hasta el lugar donde suelo esconderme cuando juego con él. La puerta entreabierta me da una visión de lo que sucede en su interior, hay cosas tiradas. Papá se encuentra dentro, junto con otros seis hombres, vestidos totalmente de negro.

En la esquina hay un niño de quizás unos 11 años, su ropa está sucia, luce asustando y retuerce con nerviosismo sus dedos. Uno de los hombres tiene una fea cicatriz en la mejilla, en una de sus manos lleva un maletín de color negro. Papa está molesto, tiene el ceño fruncido como lo hace siempre que algo anda mal.

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