Capitulo.4

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              Canturreo en voz baja la canción que suena en los altavoces de Brooklyn Bagel & Cooffe Company, "Do I wanna Know" de Arctic Monkeys; alegra el desayuno de nuestros clientes. Esta mañana llame al número que me dio el señor de la tienda de abarrotes, contacte al tal Liam Kavanagh y me dio una cita para mañana por la noche. Está buscando una mesera, eso es bueno es probable que el trabajo sea mío.

Doblo las servilletas de tela y las ordeno sobre la barra, mientras Zoe trae un nuevo platillo para ser entregado, pero la voz de Gala resuena a mis espaldas.

—Alex, en la mesa 8 te buscan.

— ¿Quién vendría a buscarme?—cuestiono extrañada.

—No tengo idea pero es un hombre muy atractivo, el pidió que lo atendieras tú, en cuanto te vio.

— ¿Por qué yo?

—El solo pidió que la chica pelirroja lo atendiera y tu querida amiga—me señala con un dedo acusatorio— eres la única pelirroja en este lugar.

—Ok, ok no hace falta que te pongas intensa, veré que es lo que quiere nuestro cliente.

Tomo un menú y me aproximo a la mesa 8, con todo el profesionalismo del que soy capaz me presento.

—Bienvenido a Broklyn Bagel & Cooffe Company, mi nombre es Aleksandra y seré su mesera a cargo—exclamo mientras deposito el menú sobre la mesa.

—Aleksandra, "la protectora del hombre", es un hermoso nombre, tanto como la mujer que lo lleva—la profundidad de esa voz me resulta familiar, al igual que ese asentó extraño.

Levanto la mirada. Entonces mi corazón se detiene una fracción de segundo, un escalofrió recorre mi cuerpo y siento que mi garganta se ha quedado seca del susto. Ojos de un inquietante azul pálido me miran con la misma intensidad con la que lo hicieron aquella inoportuna noche en el hospital. Es el, él hombre del hospital. Las palabras no vienen a mí, es como si mi voz me hubiese abandonado.

—Rozovyy, sé que me recuerdas— afirma lentamente sin apartar sus ojos de mí. ¿Rozovyy?

—Yo...no he dicho nada de lo que vi—advierto, tratando de ocultar el pánico que me envuelve—le juro que no he dicho ni una sola palabra.

¿A que vino? ¿Quizá viene a matarte?, susurra la voz en mi cabeza.

—No tienes ni la menor idea del lío en el que te has metido, no me basta con tu palabra. No deberías saber de mi secreto—declara un tanto molesto— sin embargo voy a presentarme como se debe, mi nombre es Iván Petrovsky y me gustaría un café americano, por favor.

Su mirada me causa escalofríos y me siento intimidada, ¿Por qué vino aquí?, tengo demasiados pendientes y problemas como para lidiar con un asesino y meterme en un problema peor.

— ¿Cómo me encontró?—balbuceo

—Si crees que te estuve siguiendo, la respuesta es no. Tengo negocios y me detuve a desayunar en este lugar, haberte encontrado fue una casualidad, la cual no voy a desaprovechar para recordarte que cierres la boca—afirma con serenidad.

El pánico se ha esfumado y una nueva emoción se abre paso en mí. La cólera me envuelve por completo y me olvido de que me enfrento a un asesino en potencia.

—No puede venir y amenazarme para que guarde un secreto tan vil como el suyo— gruño molesta— ¿Tiene idea de cuánto sufrió la mujer de ese hombre? ¿De lo cruel que fue, al quitarle al hombre que amaba?. Ese hombre era su compañero y usted, solo decidió arrancarlo de su lado.

Sus ojos azules se abren con sorpresa, debido a la osadía que he tenido para mencionar una pista de su pequeño y sucio secreto.

¡Oh Alex, porque no eres capaz de mantenerte callada!...es un asesino.

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