¿Por qué? ¿Por qué aquel sentimiento la invadía? _____ dejó que aquel llanto se apoderara de ella. Había pasado tanto tiempo queriendo morir. Había pasado tanto tiempo pensando que era un error que ella hubiera sobrevivido a aquel asesinato. Pero cu...
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Unas voces familiares interrumpieron la calma de _____, quién había estado vagando en la inconsciencia por un buen rato. Lo primero que vio en su campo de visión una vez que despertó fue a su maestro y... a Sanemi.
-¿Por qué está él aquí?-preguntó repentinamente _____, no quería sonar grosera pero tenía curiosidad acerca de por qué estaba ahí.
-Mocosa, al fin despiertas-volteó Himematsu a ver a _____, enfocando su atención en ella-temía que te quedaras en coma otros seis meses-bromeó y _____ tan solo suspiró y rodó los ojos.
-Jaja, que gracioso... ¿puedes verme morir de risa?-inquirió con sarcasmo.-Ustedes dos si que revolucionan la comedia-murmuró _____ inflando sus mejillas.
-Bueno él-señaló Himematsu a Sanemi-Al igual que tú, alguna vez fue mi alumno-explicó Himematsu, _____ se sorprendió ante aquel descubrimiento. No se esperaba aquello, aunque se le hacía extraño que frecuentara tanto aquella zona-Me ha contado que por fin lograste cortar ese árbol-_____ asintió con una pequeña sonrisa de triunfo. _____ sintió una mezcla de determinación y felicidad, por un momento la culpa que sentía desapareció de sus hombros.
Pero tan rápido cómo se fue, volvió. Haciendo de la sonrisa de _____ algo efímero.
-Entonces ahora podrás asistir a la Selección Final-señaló y _____ asintió con determinación.
Juró que vengaría a su madre, y lo haría. Pues su muerte fue lo que acabó con una parte de su ser, que tal vez nunca recuperaría. Tal vez nunca volvería a ser verdaderamente feliz y tal vez nunca... dejaría de cargar con aquella culpabilidad que la perseguía.
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-Felicidades-murmuró Sanemi escuetamente. No obstante, _____ logró escucharlo. Esta asintió en agradecimiento. Ya hacía dos días que _____ había logrado aquello, copos de nieve habían empezado a caer con más frecuencia.
Mañana al amanecer, _____ partiría hacia el monte Fujikasaneyama, dónde se llevaba a cabo a la Selección Final.
Himematsu había salido y ahora aquellos dos espadachines se encontraban en la cabaña, creando así un incómodo y tenso ambiente. El hecho de que Sanemi le hubiera ayudado a entrenar a _____, no los convertía en amigos o algo así.
_____ cortaba su negro cabello. Lo cortaba con paciencia hasta quedar de una manera uniforme un poco más arriba de sus hombros. En el espejo observó sus orbes perladas, aquellos peculiares ojos que había heredado de su madre, se tornaban de un ligero violeta claro al entrar en contacto con la luz del sol.
Cada vez que _____ se miraba a un espejo era una especie de tortura, la piel le quemaba a causa de culpabilidad, viéndose al espejo, viendo a su madre.
Finalmente cerró los ojos y con un suspiro bajó el espejo con el que se había estado cortando el cabello. Sanemi observaba a _____, sin pensar en nada en concreto. Parecería que aquel incómodo ambiente no lo afectaba en lo absoluto, pues mantenía una cara impasible.
Antes de que aquel asfixiante ambiente, ahogara a _____, Himematsu entró con algo entre las manos que _____ no alcanzó a apreciar bien.
-_____-llamó Himematsu, nombrando a la chica por primera vez, después de 3 años, por su nombre-tengo algo que darte antes de que partas-anunció revelando lo que traía entre manos. Al principio, _____ no logró identificar que era eso que llevaba. No obstante, en cuánto lo sostuvo entre sus manos supo lo que era.
Rápidamente lo abrazó, cómo si su vida dependiera de aquello. Lágrimas acechaban y amenazaban con salir a flote.
-Fue lo único intacto que pude salvar de tu madre-susurró Himematsu. _____ pudo notar el arrepentimiento y frustración en sus palabras. Frustración de no haber llegado antes, de no haber salvado a la madre de la chica. Por que tal vez así, _____ no tendría que seguir aquel camino que se abría ante sus ojos, un camino entre sombras y tragedias.
Algo en _____ se suavizó.
-No fue su culpa, Himematsu-san-respondió _____-Esto es más de lo que se puede imaginar-murmuró poniéndose el haori de su madre.
Aquel pedazo de tela representaba más de lo que su maestro pudiera imaginar, al menos para ella. Representaba el funeral que no pudo darle a su madre, representaba todas las veces que su madre le había contado historias, todos los momentos que _____ rememoraba con su madre.
Recorrió la tela con sus dedos, admirando aquella hermosa tela. Admiró el bonito degradado que tenía desde el color rosa hasta un color rojo, pasando por el naranja. Tenía un estampado, aquel degradado estaba salpicado por docenas de siluetas negras de rosas. Dando así cómo resultado docenas de contornos en forma de rosas con un hermoso color, siempre diferente, gracias al degradado.
Brevemente, _____ pasó sus dedos por el último regalo que le había dado su padre, a los 7 años. Un arete, que llevaba en el oído izquierdo, en forma de luna. Nunca se quitaba aquel pendiente. Al entrar en contacto con el cuarzo blanco que formaba la figura de una luna creciente, _____ sintió una increíble paz.
En aquel momento nada importó, no importó la Selección Final, ni los demonios. Solo estaba _____ con sus padres. Hace mucho que no sentía aquella paz y felicidad que siempre había sentido a su lado. Pero fue un momento breve, y este desapareció tan rápido cómo se hizo presente.
-Gracias-susurró _____.
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Al día siguiente, al amanecer, Himematsu le entregó a _____ su katana. Su katana, la katana con la que combatía en sus días de cazador.
-_____ Sasaki-Himematsu nombró a _____-más te vale regresar-masculló Himematsu-buena suerte, mocosa-le deseó antes de envolverla en un abrazo. _____ le regresó el abrazo, pues era una de las raras muestras de afecto que mostraba.
Entonces, _____ partió de ahí encaminándose hacia la sede de la Selección Final. Así siguió lo que el destino le deparaba, sin voltear hacia atrás o detenerse... cómo siempre había hecho.
