Buenas noticias

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Era mi primer noche lejos de Olivia, cuando la arropé se veía bastante tranquila, eso me hizo sentirme algo avergonzada, ¿cómo era posible que mi pequeña de casi dos años, fuese mas valiente que yo? Afortunadamente había sido un día tan agotador, que el sueño pronto me venció. A la mañana siguiente, me despertaron un par de voces familiares. 

-mami, despierta, papi está aquí.

-Buenos dias bonita...

Por un momento creí estar soñando, pero cuando abrí los ojos ahí estaba James, sentado a la orilla de mi cama, sonriéndome. Me abalancé a sus brazos y lo abracé con fuerza. 

-¿co..cómo?

-Karpov dijo que mi castigo terminó, podemos volver a estar juntos, podremos ser una familia. 

-¡Siii mami! Ahora papi no se irá 

Las lagrimas no dejaban de correr por mis mejillas, no podía creer que estuviera pasando realmente, desafortunadamente el momento fue interrumpido por Rumlow, que entró a mi habitación aplaudiendo sarcásticamente. 

-Que bonito momento, lamento mucho estropearlo, pero vine a decirles las condiciones de este... obsequio. Cualquier error que cometan se verá reflejado en la niña, así que cuiden sus pasos, y si llegan a pensar en escapar de nuevo, tengan en cuenta que en el cuello de la niña hay un rastreador, los encontraremos y no la volverán a ver. 

Mientras decía todo esto, mi sangre ardía, podía ver que James se encontraba igual. Cuando por fin se fue pudimos recobrar la felicidad que nos inundaba ahora que estaríamos juntos, quizá no era lo que soñábamos estando en la cabaña, pero era algo. 

Minutos mas tarde llegó Yelena para llevarse a mi hija a entrenar, James tenia ordenes de ir con ellas, y yo tenia trabajo en el laboratorio, pero los tres nos dirigimos a hacer lo que nos correspondía con gusto, pues al final de día podíamos volver a estar juntos.

*Narra James*

Finalmente podía ver a mi pequeña crecer, no cabía tanta felicidad en mi corazón. Mientras caminábamos hacia el área de entrenamiento, Olivia me venía diciendo los nombres de todas las niñas, también me platicaba de lo que observaba en ellas, de verdad le fascinaban las bebés. Llegamos al lugar de destino, así que bajé a Olivia de mis brazos y ella corrió hacia el centro del gimnasio y comenzaron las pruebas. Me quedé sorprendido por todo lo que mi pequeña podía hacer, levantaba 4 veces su peso, corría a una velocidad increíble y tenia unos reflejos impresionantes, definitivamente era mi hija. Cada que pasaba un obstáculo o esquivaba un golpe, me volteaba a ver con una sonrisa de oreja a oreja, yo levantaba los pulgares y le devolvía la sonrisa. 

En una de las pruebas, tenía que subir por una cuerda hasta el techo, era bastante alto y mis nervios de papá se hicieron presentes. Ya estaba a punto de llegar a la cima, cuando se resbaló y calló al suelo boca abajo, se levantó rápidamente con la boquita llena de sangre, pero solo se limpió con el brazo y volvió a trepar. Yelena y yo nos quedamos viendo atónitos, hasta que Olivia capto nuestra atención 

-Lo logré papi 

Cuando miré, ella ya se encontraba sentada en la viga del techo, sonriendo y saludándonos. Entonces entró Rumlow y dos hombres más y le ordenaron bajar, ella brincó desde esa altura y calló parada, mi niña es definitivamente anormal. Noté que algo andaba mal, pues conforme se acercaba a Rumlow, pude notar el miedo en su carita, comencé a caminar hacia ellos cuando Yelena me sostuvo del brazo y me dijo al oido.

-No hagas nada estupido, o ella lo va a pagar. 

La miré confundida, hasta que escuché la conversación entre Rumlow y mi pequeña.

-¿qué pasa cuando fallas 001?

-castigo *dijo Olivia con la cabeza agachada*

Entonces uno de los soldados puso a mi hija de espaldas y el otro encendió un encendedor y lo pegó contra su espalda. Estaba a punto de arrancarles la cabeza, pero Rumlow me detuvo con una sola frase 

-A...a.. a.. a, recuerda que si haces algo, no la volverás a ver. 

Olivia solo apretaba los ojitos y los labios, pero no lloraba, parecía soportar muy bien el dolor. Para cuando terminaron y se marcharon, mi pequeña solo se bajó la playera y siguió entrenando como si nada hubiese pasado, esto parecía ser rutina para ella. 

-¿Desde hace cuánto le hacen esto?

-Desde hace unos meses

-¿Marie sabe?

-Olivia sana de manera casi inmediata, para cuando vuelve con su mamá, solo tiene una cicatriz apenas visible. 

A pesar de que no parecían lastimarla demasiado, sentía que estallaría del enojo, a mi podían hacerme lo que quisieran, pero a mi pequeña, jamás. 

Pensé seriamente en decirle a Marie, pero no tendría caso, de cualquier modo no podíamos hacer nada para defenderla, pues absolutamente todo lo que hiciéramos, la afectaría a ella. Las quemaduras son solo una prueba de lo que estas personas son capaces de hacer. 

Por fin terminó el entrenamiento, es increíble que tengan a una niña entrenando 12 horas al día, solo descansa para comer y para beber agua. Fuimos a ver a Marie, estaba en el dormitorio de las niñas, aparentemente era hora de comida, pues el llanto se escuchaba hasta Rusia, las 17 furiosas bebés estaban impacientes, pero entre Marie, Oleg e Irina, no se daban abasto. Afortunadamente llegamos justo a tiempo, entre los 5 alimentamos a las bebés a prisa, calmando así los alaridos. Pero después venía la hora de dormirlas a todas, esta parte fue muchísimo mas fácil, pues ellas estaban igual de exhaustas que nosotros, para cuando dieron las 10:00pm ya estaban todas (a excepción de Olivia) dormidas. 

Cada quien se marchó a su dormitorio, Olivia quería estar un rato mas con nosotros, así que nos la llevamos al cuarto. Ya estando ahí nos pusimos la pijama y nos acostamos los tres en la cama, Olivia se acostó en mi pecho y Marie en mi hombro, me sentía tan dichoso de tenerlas por fin a mi lado. Le conté una historia a mi pequeña y por fin cayó rendida, la levanté con cuidado y la llevé al dormitorio de las niñas. 

Volví a la cama y me desplomé en ella, me sentía agotado, era la primera vez en casi dos años que estaba todo un día descongelado, pero había valido cada segundo, pues ahora tenia entre mis brazos a la mujer que amo. 

si no vuelvo, recuerda que te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora