Algo mas hogareño

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Los días pasaron, poco a poco Olivia se acostumbró al metal en su piel, al principio se desesperaba bastante, pues no podía sentir nada con las palmas de sus manitas, y eso la ponía de mal humor, pero con el tiempo esto mejoró. Yelena hacia un gran trabajo distrayéndola, pues en cuanto terminaban de entrenar y tenían tiempo libre, la llevaba a los cuneros para que ayudara en el cuidado de las bebés, realmente no ayudaba, pero le gustaba creer que si. Sostenía los biberones o nos pasaba los pañales y esto la hacia sentir increíblemente útil y sobretodo la distraía de la incomodidad causada por el metal. 

Era día de visitar a James, estaba bastante nerviosa por cómo iba a reaccionar a lo que hicieron con nuestra pequeña, pues no quería que le hicieran daño si reaccionaba de forma agresiva. Llegamos como de costumbre y Olivia corrió hacia su papá, la sonrisa de James se borró cuando se percató del metal en el cuello y manos de su pequeñita. La detuvo antes de que lo pudiera abrazar y la tomó por las manos, luego pasó con delicadeza su mano por el cuello de Olivia. Mientras hacia esto las lagrimas inundaban sus ojos, podía notar que estaba conteniendo el llanto, Olivia también lo notó, pues inmediatamente le acarició la mejilla y le dijo con su pequeña voz

-Está bien papi, ahora somos iguales. 

Las palabras de mi hija bastaron para que James se soltara a llorar, la levantó en sus brazos y la abrazó, Olivia solo le acariciaba el cabello mientras le tarareaba la canción de cuna que le canto para dormir. Pronto James se calmo y pudimos pasar la visita lo más tranquilos que pudimos. 

Cuando por fin llegó la hora de irnos, la puerta se abrió, pero esta vez entró Rumlow acompañado de un par de guardias, entonces supe que algo tramaban. James los miraba con odio, Olivia solo se escondía tras las piernas de su papá, quien enseguida la levantó del suelo sosteniéndola con un brazo mientras con el otro le cubría la cabeza. Rumlow comenzó a acercarse a nosotros, entonces me puse frente a James.

-No te acerques a mi hija

-Woh, tranquila mamá osa, solo vine a enseñarles las nuevas funciones de la soldadito del invierno. 

James y yo nos miramos confundidos, entonces Rumlow sacó una libreta igual a la que activaba al soldado del invierno, pero de color azul, y empezó a leer las palabras escritas ahí. 

- заход солнца, Родился, аккуратность, подарок, обещать   (puesta de sol, nacido, pulcritud, regalo, promesa)

Cuando terminó de leer, miré a mi pequeña y en sus ojitos ya no estaba su característica dulzura, tenia una mirada vacía. Saltó de los brazos de su padre y se paró junto a Rumlow, y dijo con mirada seria. 

-готов подчиняться  (lista para obedecer)

-¿Qué le hicieron a mi hija?

-La mejoramos, claramente. 

Entonces Rumlow presionó un botón que tenia dentro de la bolsa del pantalón, esto hizo que una descarga eléctrica, proveniente de las piezas de metal, recorriera el cuerpo de Olivia, el dolor la hizo caer de rodillas, James y yo intentamos correr hacia ella, pero nos sostenían con fuerza los soldados de Rumlow, mi pequeña gritaba del dolor, hasta que segundos después se detuvo. El cabello le cubría la carita, le costaba trabajo respirar, nos miró a mi y a su papá, y aun jadeando dijo

-¿Papi?

Entonces nos soltaron y salieron a prisa de la habitación, los dos corrimos hacia ella y la abrazamos, a pesar del dolor, mi pequeña no lloraba. 

Al salir de la visita, lo primero que hice fue contarle a Yelena lo sucedido. Su rostro se tornó rojo del coraje, yo también estaba furiosa y sobre todo, desesperada, pero no había nada que pudiéramos hacer. 

********

Era muy temprano, ya estaba despierta y lista para irme al laboratorio, tendía mi cama cuando entró uno de los guardias y me ordenó seguirlo. Me llevó a un cuarto bastante amplio en donde ya estaban Oleg, Irina y Yelena.

-¿y bien? ¿qué hacemos aquí?

No recibí respuesta, pero momentos después, entraron más guardias cargando varias cunas blancas, pintura, varias decoraciones bastante lindas, bastantes bolsas de juguetes y de mas. Pronto acabó el desfile de artículos 

-Karpov ordena que hagan el dormitorio de las ejemplares aquí, pronto ya no cabrán en los cuneros. 

Intenté contener mi sonrisa hasta que se fueran todos los soldados, cuando por fin se marcharon, los tres brincamos de alegría, nos alegraba muchísimo poder darle un espacio lindo a las pequeñas. Pusimos manos a la obra y empezamos a trabajar, acomodamos las cunas en tres filas de seis cunas. En las bolsas había tablas delgadas de madera con números grabados desde el 001 al 018, cuando vimos esto, recordamos que para estas personas, las niñas, incluyendo a mi hija, son solo un objeto. Pero no dejamos que esto nos bajara el ánimo, al contrario, lo utilizamos para darle un giro a esto. 

En ningún momento nos habían prohibido nombrar a las niñas, así que se nos ocurrió que sería un buen momento, ya que en los tatuajes que les hicieron al nacer solo estaba su numero escrito, y unas pequeñas tan adorables merecían ser mas que una cifra. Llevamos a las 17 bebés y a Olivia, y comenzamos a nombrarlas. 

-Mi madre se llamaba Katerina *dijo Irina con la cabeza agachada* creo que así llamaré a esta chiquita. 

Todos asentimos, mientras con un marcador, Irina escribía el nombre en el bracito de Katerina

Oleg , Yelena y yo también le dimos el nombre de nuestras mamás a tres de las pequeñas, las cuales terminaron siendo Odessa, como la madre de Oleg,  Melina, como la madre de Yelena y Amelia como la mía. Ya llevábamos cuatro niñas bautizadas, faltaban 13, entonces se nos ocurrió nombrarlas como las personas importantes en nuestras vidas, cuando éramos felices, cuando no éramos presos en este lugar. 

-Natasha, como mi hermana *dijo Yelena con algo de nostalgia*

-Ava, como mi mejor amiga en la facultad *dije con una sonrisa, pues los buenos recuerdos me inundaron*

-Sonia, como mi maestra de bioquímica 

-Lena, como mi esposa...

-Hanna, como mi amiga de la infancia...

-Caroline, leí ese nombre en un libro del cuarto rojo...

-Alina, como mi primer amor *dijo Irina mientras se sonrojaba*

-Anya, como mi hermana 

-Sophia, como mi sobrina... y ella será Gracie, como mi mejor amiga.

-Sasha, por mi colega en mi primer trabajo 

-Cadence, como mi única amiga en el cuarto rojo...

-Y por ultimo *Irina se quedó pensando por un momento* Holly, como mi mejor amiga.

Finalmente había un nombre escrito en cada bracito. Después de esto, continuamos con el dormitorio, pintamos el nombre de cada niña en las tablas de madera y luego las colocamos al pie de cada cuna. Después de un largo día de trabajo, el dormitorio había quedado bastante acogedor, Olivia estaba muy emocionada de compartir cuarto con las demás niñas, a mí no me encantaba la idea de dormir lejos de ella, pero Karpov ya había dado la orden. Pasamos la noche en vela haciendo pulseras con cada nombre, para poder ponérselas y evitar confundirlas cuando el plumón se borre de sus brazos.

A partir de ese día dejaron de ser números, ahora eran personas, igual de importantes que nosotros. 



si no vuelvo, recuerda que te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora