En su honor

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*Narra Olivia*

Tras horas de vuelo tuvimos que detenernos y aterrizar de emergencia en un pequeño pueblo cerca de Rumania, pues aparentemente volar y hacer volar a otra persona era mucho más agotador de lo que pensé. 

-¿se te acabó el combustible?

-muy gracio...

No pude terminar la oración, pues comencé a vomitar una gran cantidad de sangre, Yelena corrió hacia mí y me sostuvo el cabello. Cuando terminé, me limpié la boca y me tiré en el suelo mirando al cielo, en un intento por recobrar la compostura; ni si quiera noté que Yelena estaba temblando y al borde del llanto debido a la angustia 

-¡Olivia! ¡Olivia!

A penas escuchaba sus gritos, pues mis oídos se inundaban en un zumbido extraño y mi vista comenzaba a nublarse, Yelena se hincó a mi lado y tomó mi rostro con desesperación, su angustia me hizo mantenerme consciente, pues sabía que si perdía el conocimiento, ella enloquecería por completo. 

-Dame... dame un segundo 

Dije con bastante esfuerzo y juntando todo el aire que quedaba en mi sistema. Tardé un par de minutos recobrando la compostura, una vez que mi cabeza dejó de dar vueltas y el zumbido desapareció, logré incorporarme y me quedé sentada en el pasto, Yelena me miraba al mismo tiempo que lloraba con histeria. 

-Estoy bien

-¡¿qué carajos fue eso?!

-oh, pequeño daño colateral de mis habilidades. No tengo idea de como funcione eso, pero si me esfuerzo de más provoco hemorragia interna

-¿¡ y no se te ocurrió decirme antes !? ¡Pudiste haber muerto Olivia!

-te juro que no es para tanto, a demás sano increíblemente rápido, en unas horas será como si esto no hubiera pasado. 

Mis palabras parecieron tranquilizarla un poco, pues su respiración comenzó a calmarse de inmediato. Una vez que pude levantarme, continuamos nuestro camino a pie, afortunadamente nuestro destino estaba a unos cuantos kilómetros más. 

Llegamos al lugar, era una casa en medio del bosque, parecía bastante antigua. No se veía movimiento desde afuera, pero podía escuchar los pasos de las personas dentro, las voces de los guardias y uno que otro susurro de las niñas. Yelena y yo no ocultamos tras los arbustos para idear un plan. 

-Debemos neutralizar a los guardias primero, pero no hay manera de hacerlo sin herirlos. 

-no quiero herir a nadie Liv

-lo se, yo tampoco...

Nos quedamos en silencio un momento, intentando pensar en una forma de causar el menor daño posible 

-Quizá podemos escabullirnos hasta el cuarto de entrenamiento, usar el antídoto en las niñas y finalmente exigir el rendimiento de los guardias. Dudo mucho que quieran enfrentarse contra once viudas.  

La idea de Yelena me pareció brillante, pero probablemente sería más difícil de lo que sonaba, desafortunadamente las opciones eran escasas así que decidimos seguir su plan. 

Atraje a los guardias de la entrada haciendo que los arbustos se movieran un poco, esto nos dio el tiempo perfecto para entrar a la casa. Cerramos la puerta con mucho cuidado de no hacer ruido y nos movimos dentro basándonos en mi buen olfato y oido, pero cuando estábamos a la mitad de las escaleras, las nueve niñas aparecieron y nos atacaron sin pensarlo un segundo, entonces me di cuenta que si yo podía escucharlas y olerlas, ellas también podían escucharnos y olernos a nosotras. 

Yelena y yo evitamos herirlas a toda costa, y en cuanto tuvimos la oportunidad las expusimos al antídoto, justo como a las viudas en la habitación roja. En segundos todas ellas recobraron la conciencia, en cuanto nos miraron y reconocieron, se lanzaron de nuevo, pero esta vez a abrazarnos. 

si no vuelvo, recuerda que te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora