Propósito

224 13 0
                                    

*Narra Olivia*

Los días siguieron pasando, poco a poco nos acostumbramos a la rutina, a ellos les costó un poco mas, pues jamas habían estado en un lugar así, para mí se sentía bastante familiar. Todo era muy parecido, excepto que aquí no me hacían entrenar tantas horas, solo una al día, eso me dejaba mucho tiempo libre para jugar con Pietro y dibujar con Wanda. 

Esta mañana fue como todas las anteriores, desperté a las 6:30am y me puse el uniforme, estaba sentada en la cama atándome las agujetas cuando escuché un sonido familiar, se me erizó la piel y corrí a la celda de Wanda. 

-Wanda, despierta 

-¿Qué pasa cielo? 

Para cuando abrió los ojos, Rumlow ya estaba en la celda, su mirada me congeló la sangre, quería correr pero mis piernas no parecían obedecerme, Wanda no tardó en levantarse de la cama y ponerse frente a mí. 

-¿Creíste que te librarías fácilmente de mi 001?

Ni siquiera podía articular palabra, el miedo se había apoderado por completo de mí, los recuerdos me inundaron. 

-001, ven conmigo ahora. 

Agarré con fuerza la pijama de Wanda y negué con la cabeza, un par de lagrimas corrían por mis mejillas. Pietro despertó por el bullicio y fue de prisa a la celda en la que estábamos, ni siquiera sabía qué estaba pasando, pero rápidamente se colocó junto a Wanda, me sentía tan protegida por ellos. 

-Si me haces pedírtelo de nuevo, me encargaré de que no vuelvas a ver a tus amigos. 

No lo dudé un segundo y caminé hacia adelante, me paré frente a él, era enorme comparado conmigo, me hacía sentir como una hormiga, me ordenó que lo mirara y rápidamente me arrojó al suelo de una bofetada. 

-no olvides tu lugar 001

Wanda y Pietro estaban congelados, parecían no poder creer la escena que acaban de presenciar. Rumlow me tomó del brazo y me arrastró hacia afuera, Wanda intentó detenerlo, pero Pietro no la dejó, los miré y sonreí, intentando decirles que estaría bien. 

Caminamos por los pasillos sin saber a dónde iríamos, Rumlow no paraba de hablar sobre una prueba que tendría que hacer, sabía que no seria fácil por la mirada en su rostro. Llegamos al área de entrenamiento y Rumlow me entregó a un par de soldados, ellos me ataron las manos y tobillos, para después colocarme en el suelo, no entendía absolutamente nada, mucho menos cuando apagaron las luces del gimnasio y todo quedó a obscuras. Escuché varios pasos, eran 5 soldados, estaban escoltando a alguien importante, lo supe por el sonido que hacían sus zapatos caros, nada parecido a las pesadas botas militares, después escuché un sonido tranquilizante, eran los delicados pasos de Wanda y los pasos dudosos de Pietro. 

Las luces se prendieron de nuevo y miré frente a mí a Wanda y Pietro, sentados en el suelo, su rostro reflejaba inseguridad, junto a ellos estaba Rumlow, y un poco alejado a todos había un hombre que nunca había visto, era ya algo mayor y me miraba de forma extraña mientras Strucker le susurraba algo al oido. Los hombres que estaban en la puerta le hicieron una señal con la mirada a Rumlow y este se levantó y comenzó a acercarse a mi. 

-Recuerdas que la primera vez que mataste, los hombres estaban atados, bueno ahora los papeles cambian...

La puerta se abrió entraron tres soldados enormes, parecidos a los que custodiaban el cuarto de aislamiento, me miraron unos segundos y voltearon de vuelta a Rumlow esperando indicaciones. 

-No paren hasta que la maten o ella los mate. 

Miré los rostros de Wanda y Pietro, ambos derramaban miedo y desesperación, yo por otro lado no sabía que hacer, definitivamente no quería matar a esos hombres pero ellos no se detendrían hasta acabar conmigo, comenzaron a acercarse despacio, creían tener la ventaja pues yo estaba atada de manos y pies, esperé a que se acercaran lo suficiente, el primero intentó tomarme del cuello, pero antes de que pudiera hacerlo, lo golpeé con fuerza en las piernas haciendo caer al suelo, entonces saqué su arma y navaja, con una mano apunte a los otros dos y con la otra me deshice de mis ataduras. 

-no quiero hacerles daño, bajen sus armas por favor. 

Ninguno de los dos lo hizo, el primero disparó y me dió en el hombro, no tuve opción, lancé el cuchillo en dirección a su yugular, pronto la sangre comenzó a caer a chorros y el hombre se desplomó en el suelo, el otro abrió fuego, pero me cubrí con el hombre que me ataco inicialmente, los disparos hacían eco en todo el lugar, y el corpulento ser, ahora parecía un saco agujerado, después de una ronda, el ultimo hombre se quedó sin balas, entonces salí con las manos en alto para proponerle una tregua, el tiró su arma al suelo, una paz enorme recorrió mi cuerpo, todo había acabado, se acercó despacio a mi extendiéndome la mano, me acerqué para devolverle el gesto, pero cuando tuvo mi mano entre la suya, aprovechó y sumergió su navaja en mi costado, podía escuchar los gritos de Wanda y Pietro de fondo, miré la navaja saliendo de mi cuerpo y la tomé rápidamente y con un movimiento desgarré su garganta. El último hombre cayó al suelo, yo me encontraba cubierta de sangre de ellos y propia, con una mano cubría la herida en mi estomago, y con la otra me aferraba a la navaja, caminé hacia Rumlow cojeando y respirando con dificultad, al tenerlo de frente, deslicé a sus pies la navaja y lo miré a los ojos. Me sostuvo la mirada unos segundos y luego dió la orden para que nos regresaran a las celdas. 

Cuatro hombres nos escoltaron de vuelta, en el camino nadie dijo una sola palabra, fue hasta que llegamos a mi celda que los gemelos se acercaron a mi de prisa, Pietro se hincó frente a mi intentando examinar la herida en mi estomago, mientras Wanda detenía con sus manos la hemorragia por herida de bala en mi hombro. 

-Estoy bien, no pasa nada, de verdad. 

Ambos estaban tan angustiados que parecían querer llorar, de nuevo escuché pasos aproximarse, era un soldado con un pequeño maletín, lo lanzo a mi cama y se fue. Cuando estaba con mamá, ella era la encargada de suturar mis heridas, era tan cuidadosa, que ni siquiera sentía los puntos; días antes de nuestro intento de escape, me enseñó a suturar, dijo que necesitaría manos extras por si alguien salía herido. Supongo que esta vez tendré que suturarme sola, tomé de la caja la botella de alcohol, algodones y el hilo y aguja. 

-¿Qué vas a hacer?  *dijo Wanda con una expresión de desconfianza

-Está bien, sé hacerlo.

Levanté mi playera y limpié la herida, dolía bastante, pero Wanda me sobaba la espalda haciéndome sentir mejor, Pietro resultó ser bastante quisquilloso con la sangre, así que después de casi desvanecerse, decidió esperar en la entrada. Un par de minutos después ya estaban ambas heridas suturadas, en la de bala usé 8 puntos, cuatro para la herida de entrada y cuatro para la de salida, y para la apuñalada, necesité de 7 suturas; al terminar, Wanda me vendó con mucho cuidado. El dolor era constante, pero tolerable. 

-Por un segundo pensé que tendríamos que recogerte en pedacitos peque 

Un silencio incomodo se hizo en la habitación, Wanda y yo nos miramos y no pudimos aguantar la risa, era una sensación bastante dolorosa, pero a la vez tranquilizante. Sobrevivimos al día de hoy, supongo que de eso se trata, solo sobrevivir el día. 




si no vuelvo, recuerda que te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora