Talón de Aquiles

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*Narra Olivia*

Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, sin darme cuenta ya habían transcurrido tres años y yo ya no era una niña en lo absoluto, recién había cumplido 15 años, pasé el día de mi cumpleaños sola en el apartamento preparándome para eliminar un objetivo, vaya forma de celebrar; Durante ese tiempo me hice de aliados y enemigos, ya no solo trabajaba para Selby, hacia trabajos para toda la costa este y ganaba más dinero del que necesitaba, destinaba una parte a las niñas e Irina y la otra la gastaba en caprichos para mi pequeña Morgan. Mi vida entera se había convertido en algo oscuramente rutinario en donde la única luz aparecía las ultimas semanas de cada mes, cuando podía ir a Nueva York y pasar tiempo con mi talón de Aquiles, alias Morgan. H Stark.

Todas las noches en Lowtown salía a encargarme de objetivos y durante el día me quedaba en el apartamento intentando alejar el remordimiento de mi cabeza mientras leía tantos libros como pudiera. Después de pasar la semana leyendo y matando, llegaba el fin de semana y con esto venían mis peleas en el RipperClub, con forme crecía mis oponentes se volvían cada vez más difíciles de vencer, al grado que decidí escribir un pequeño testamento solo en caso de que uno de esos fines de semana no logre salir viva de ese maldito lugar. 

Una de mis noches de sábado me encontraba preparándome para la pelea, desde los camerinos podía escuchar al publico gritar y clamar mi nombre, mientras tanto yo envolvía mis nudillos en una ligera venda intentando proteger las heridas que me habían quedado de la cacería en la semana. Finalmente llegó el momento de salir al ring, las cortinas se abrieron y las luces golpearon mis ojos haciéndome parpadear varias veces; la pelea comenzó pero esta vez con un ligero cambio, mi oponente llevaba dos cuchillos militares tan afilados que podrían degollarme en segundos, miré a Selby pero como siempre me ignoró y ordenó que continuáramos. 

Entre el cansancio y las heridas que me dejó la semana de trabajo propiciaron que estuviera a punto de morir un par de veces a manos de este hombre, afortunadamente logré vencer una vez más. Finalizó todo el ritual de victoria y pude bajar del ring, cojeé hasta el camerino y me miré en el espejo intentando tener una idea de la severidad de mis heridas, observé varios cortes bastante profundos en todo mi abdomen y espalda, mientras tanto mi rostro estaba totalmente golpeado, las pequeñas venas en mi ojo izquierdo habían reventado dejando escapar la sangre y creando una enorme mancha roja en el área que debería ser blanquizca, este derrame me dió una idea del ojo morado que probablemente tendría a la mañana siguiente. 

Me quité el "disfraz de luchador" y me puse con cuidado una sudadera tres veces más grande que yo y unos jeans, até mis zapatos y salí por la puerta trasera para evitar la multitud. Mientras caminaba por los callejones oscuros de Lowtown comencé a marearme bastante, agaché la mirada hacia las heridas en mi abdomen y me di cuenta de la hemorragia que causaba ese mareo, volteé hacia atrás y observé el rastro de sangre que había estado dejando sin darme cuenta, para estas alturas seguro ya habría perdido una unidad de sangre y no tardaría mucho en desmayarme. 

-mierda 

Dije para mi misma mientras intentaba detener el sangrado con ambas manos, pero la sangre se escapaba entre mis dedos y en cuestión de segundos también comenzó a salir por mi boca, parpadeé un par de veces antes de perder el equilibrio pero extrañamente no caí al suelo, unos brazos me atraparon y sostuvieron con firmeza.

-hey ¿estás bien? 

Intenté enfocar la mirada en la persona sosteniéndome pero estaba tan débil que a penas reconocí una silueta de ojos verdes frente a mí, lo ultimo que sentí fue su mano sosteniendo mi rostro y sacudiendo delicadamente intentando mantenerme consciente. 

 Desperté lentamente mientras una luz tenue iluminaba mi rostro, parpadeé un par de veces hasta que logré reaccionar completamente, me di cuenta que no estaba en mi apartamento y ya no llevaba puesto lo que traía al salir de RipperClub, en vez de la sudadera llevaba una playera bastante grande y un short de algodón; levanté la playera para echarle un vistazo a mis heridas y me llevé una enorme sorpresa al descubrir que una venda rodeaba todo mi abdomen, la levanté un poco para observar las heridas y mi sorpresa creció aun más cuando vi las suturas que mantenían las enormes cortadas cerradas. 

si no vuelvo, recuerda que te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora