Melina

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*Narra Olivia*

Tal como dijo Yelena, no había suficiente combustible para llegar a San Petersburgo, por lo que terminamos desplomándonos mucho antes.

-Debieron traer el superJet de los vengadores 

Natasha y yo miramos a Alexei con hartazgo y decidimos ignorarlo, caminamos unos cuantos metros y el hombre comenzó a llamar a Nat, quería decirle algo importante así que yo me apresuré para caminar junto a Yelena. 

-no puedo creer que él sea su padre 

-Yo tampoco pequeña. Hablando de padres... ¿sabes cuánto tiempo mantendrán congelado a James?

-Dijo que unos cuantos meses, hasta que encuentren la manera de deshacerse del soldado

-también hay un soldado del invierno en ti, sabes?

-si, aparentemente ayudé al tal Zemo siendo soldado del invierno. 

-pero no lo recuerdas, verdad?

-no... ¿tú si recuerdas lo que hacías bajo el control de Dreykov?

-si, lo recuerdo todo

-¿por qué yo no?

-no tengo idea pequeña, pero quizá Melina sepa algo 

Asentí y continué en silencio hasta que la platica entre Alexei y Nat terminó en conflicto 

-¿por qué tanta tensión? ¿hice algo mal? *preguntó Alexei

-¿lo preguntas en serio?

Respondió Yelena con una sonrisa que mostraba ironía. Incluso yo me encontraba sorprendida por la pregunta y su obvia respuesta

-Lo único que hice fue amarlas. Hice todo lo posible para asegurarme de que lograran alcanzar su máximo potencial y todo salió bien 

-¿¡Todo salió bien!? *gritó Nat*

Alexei continue defendiendo su punto incansablemente, realmente debe pensar que está en lo correcto. Concluyó su charla con un abrazo que duró pocos segundos, pues Nat no es mucho de abrasar, y Yelena mencionó el mal olor que despedía el hombre. 

Eventualmente llegamos a casa de Melina, era una pequeña granja con varios cerdos a los cuales ella cuidaba con mucho afecto; nos dejó pasar a la casa y propuso tomar un trago así que Yelena y yo nos sentamos en la mesa del comedor mientras Nat y Melina hablaban en la cocina, eventualmente se nos unieron, todos a excepción de Alexei nos encontrábamos en la mesa. Comenzamos a escuchar sonidos extraños provenientes del baño, sonaban desesperados, casi dolorosos. 

-Nat, ¿qué está haciendo?

-no lo se linda 

Respondió mientras besaba mi frente y sonreía, intentando alivianar el ambiente un poco, pero eventualmente fue tan tenso que Melina propuso beber un trago, abrió la botella de vodka que había sobre la mesa y lo sirvió en pequeños vasos de vidrio, incluso sirvió uno para mi. 

-Tiene 10 años 

-ya está en edad de un trago 

Respondió Melina mientras me acercaba el pequeño vaso y hacía gestos para indicarme que lo bebiera, pero cuando iba a tomarlo Nat se interpuso y lo alejó de mí, la miré con reproche pero ella me dedicó la mirada de mamá que diseñó únicamente para mí. 

Fuimos distraídas de la situación, pues el hombre que hace unos momentos se quejaba en el baño, salió con un traje puesto que claramente no le quedaba. Melina aplaudió su gracia mientras Yelena y Nat contemplaban con desagrado, por mi parte no sabía que pensar, a penas comprendía lo que estaba viendo. 

si no vuelvo, recuerda que te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora