Pan comido

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*Narra Olivia*

Nat continuó gritando y recordándoles que su familia nunca había sido real, esta fue la gota que derramó el vaso en los sentimientos de Yelena, pues segundos después de esto, explotó.

-no digas eso...por favor no digas eso, fue real... fue real para mí. Tú eres mi madre *dijo señalando a Melina* Fuiste mi verdadera madre, lo más parecido que tuve. La mejor parte de mi vida fue falsa y nadie me lo dijo...

Un silencio incomodo se hizo en la habitación, Yelena sollozaba mientras intentaba contenerse un poco y continuar con su discurso 

-Esas agentes que dominaste químicamente alrededor del mundo... yo fui una de ellas, Olivia sigue siendo una de ellas. Y tú *dijo a Natasha* tú escapaste, Dreykov se aseguró de que nadie más lo hiciera... ¿no vas a decir nada?

Nat solo agachó la mirada y se quedó callada, Melina intentó poner una mano sobre el hombro de Yelena, pero ella se levantó de inmediato y salió de la habitación con la botella de vodka en las manos. 

-Iré a hablar con ella 

Dijo Alexei mientras se levantaba del asiento, Nat tocó mi brazo para llamar mi atención 

-ve con ellos, asegúrate de que Alexei no lo arruine aún mas. 

Asentí y me levanté de la mesa, deposité un beso en la cabeza de Nat y seguí a Alexei. Al entrar en la habitación, nos encontramos con Yelena sentada en el suelo a un costado de la cama, decidí sentarme a su lado y recargar mi cuerpo contra el suyo mientras ponía mi cabeza sobre su hombro, ella recargó su cabeza en la mía y me tomó de la mano, tal como lo hacíamos en Siberia. 

Alexei se quedó parado frente a ella y la observó, esperando el momento correcto para dar un discurso probablemente estúpido. 

-vine aquí porque no quería hablar 

-está bien, solo nos sentaremos 

Dijo Alexei mientras se sentaba en la cama y agachaba la cabeza un poco, sin embargo su silencio duró poco y comenzó a contar una extraña historia de su infancia, en la que su padre orinaba sus manos para evitar que se congelaran, Yelena tomó un trago de vodka directo de la botella para distraerse de la asquerosa anécdota, yo me sentía igual de asqueada así que tomé la botella de sus manos y le di un trago también, era la segunda vez que bebía esto el día de hoy y seguía sintiéndose gracioso en mi garganta, como si mis habilidades desaparecieran y el fuego lograra quemarme de nuevo, pero esta vez desde mi garganta. 

-¡¿cómo es esto relevante?! 

Dijo Yelena, una vez que había acabado la anécdota 

-ya sabes... padres 

-no... no... No has hecho nada más que decirme lo aburrido que estabas. Yo era la tarea que no querías hacer, para mí tú lo eras todo. Lo único que te importa son tus estúpidos días de gloria como el Dinamo Carmesí, cosa que a nadie le interesa. 

Nos quedamos en silencio un poco, miré a Alexei y por su expresión supe que estaba por decir algo realmente estúpido 

-Es el Guardian Rojo... 

Suspiré mientras lo miraba, reprochando lo que acababa de decir, pues ahora Yelena estaba aún mas molesta

-Vete... ¡Vete!

La tomé de la mano y la miré a los ojos 

-¿quieres que me vaya también?

Pregunté, creyendo que quizá querría estar sola, pero apretó mi brazo y me vió como si fuese una niña asustada 

-no, tú quédate 

Asentí y volvía a recargar mi cabeza en su hombro. Alexei parecía estar por irse, pero se detuvo antes de salir y regresó unos cuantos pasos, indicando que no saldría del cuarto. Entonces hizo algo bastante de lo común, comenzó a cantar una canción que reconocí de inmediato, era la favorita de Yelena, solíamos cantarla todo el tiempo en Siberia. Este gesto hizo sonreír a Yelena y al llegar al coro, los tres cantamos, pero este lindo momento fue interrumpido por un reflector enorme que alumbró toda la habitación, Yelena y yo nos paramos del suelo rápidamente, ella intentó colocarme detrás suyo, pero hice lo contrario y me puse delante de ella, intentando protegerla. 

-agáchense 

Ordenó Alexei mientras se colocaba el casco de su traje, pero esto fue inútil, pues en segundos lo llenaron con dardos tranquilizantes y el enorme hombre cayó al suelo como un trozo de carne. Yelena estaba cubriendo su rostro contra el colchón y tardó unos segundos en reaccionar 

-Yelena levántate, debemos irnos 

Dije mientras la tomaba del brazo y la jalaba, desenfundé mi arma y corté cartucho, preparándome para la batalla que se avecinaba. Yelena y yo salimos de la habitación y apuntamos hacia todos lados dispuestas a disparar al primero que cruzara; caminamos hasta la alacena donde encontramos a Nat inconsciente, me apresuré hacia ella y me hinqué a su lado con un nudo enorme en la garganta, lo único que me prevenía de llorar era el latido de su corazón que me indicaba que seguía viva. Acaricié su mejilla y al estar tan cerca noté algo extraño, no olía a Nat, conozco perfectamente su aroma y no era ese, pero no pude seguir enfocada en eso, pues Melina apareció detrás de nosotras, esta vez llevaba puesto su traje de viuda. 

-lo lamento 

Al terminal de decir esto, nos disparó con el brazalete de choques dejando a Yelena inconsciente, a mi solo me tiró al piso y me dejó inmóvil, mientras mi rostro se encontraba contra la madrea del suelo, pude notar el aroma en Melina, pero no era su aroma, reconocería ese aroma del otro lado del mundo... ella olía a mi Nat. No entendía absolutamente nada, miré a quien creía era Melina con bastante intriga, ella lo notó y se agachó hasta llegar a mi oido. 

-estarás bien Liv 

¿Liv? Melina no me llama de esa forma, solo Steve y Nat me dicen "Liv". Mi cabeza daba mil vueltas, pero no pude continuar con la deducción pues sentí una aguja entrando en mi cuello, reconocí el ardor del liquido esparciéndose en mi torrente sanguíneo, segundos después todo se tornó negro. 

Lo primero que sentí al recobrar la conciencia fue un cosquilleo algo húmedo recorriendo mi rostro, abrí los ojos y me encontré atada a una camilla mientras una persona de bata blanca trazaba lineas en mi frente, miré al rededor y me encontré con Yelena, pasando por la misma situación que yo. 

-esta es una forma mucho menos genial de morir *dijo Yelena*

-Steve no estará nada feliz *añadí*

Intenté derretir el metal que me sostenía con fuego, pero fue inútil. Por un momento creí que la esperanza estaba perdida, hasta que escuché una voz proveniente del oido de Yelena, era Melina y le indicaba que debía hacer para liberarse, en un movimiento rápido cortó las cuerdas que la retenían y apuñaló a los médicos, una vez despejada el área se acercó a mi y analizó las bandas de metal. 

-Melina... ¿cómo la libero?

-busca el botón debajo de la camilla 

Yelena deslizó la mano por la superficie hasta dar con el dichoso botón, lo presionó y fui liberada. Ambas caminamos fuera del ala medica del lugar mientras Melina nos indicaba que hacer, básicamente tendríamos que exponer a las viudas al antídoto y liberarlas del control mental de Dreykov... pan comido. 





si no vuelvo, recuerda que te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora