Blyana
Todo está tan, tan... oscuro. Una oscuridad pesada acompañada de... nada, ni un solo ruido, solo mis respiraciones y los latidos de mi corazón. ¿Dónde estoy? No lo sé, solo sé que me asusta este lugar, no quiero estar aquí y cuando intento moverme, no puedo. Estoy incapacitada de brazos y piernas, unas cadenas me sujetan, unas cadenas húmedas. Me calmo tratando de idear una manera de salir. Yo nunca le he tenido miedo a la oscuridad, pero esta... esta me incomoda, me asfixia, es como si quisiera devorarme, como si se quisiera colar dentro de mí y apoderarse de mis huesos, de mi piel... de mi alma...
Unos pasos se escuchan a lo lejos, muy encima de mí. Unas explosiones hacen temblar el lugar y el tintineo de las cadenas rebota en el lugar que estoy. Lo que supongo que es una puerta, es arrancada de sus goznes y unos pasos se detienen antes de entrar por completo... aún no veo nada. La oscuridad me sigue absorbiendo, ya que hay una... una venda sobre mis ojos. Los pasos se reanudan y una deliciosa fragancia inunda mis fosas nasales, huele a rocío, a lluvia, a pasto... a libertad. Unas manos acarician mis mejillas y me quitan la venda, intento abrir los ojos, pero la luz es demasiada intensa y me lo impide.
—Blyana —murmura, su voz es firme, pero al mismo tiempo un ronroneo sensual que me recorre de arriba a bajo. Me gusta. Me hace sentir segura—. Abre los ojos —agrega y siento como se acerca más a mí, su olor sofocando todos los demás, su tacto disipando cualquier miedo—. Ya estoy aquí, abre los ojos, por favor.
Obedezco y me encuentro con un bosque resplandeciente.
Desperté en un cuarto que no era el mío; era el de Cless. Tan organizado que podía adivinar donde estaría cada tomo de libro, cada pegatina. Su colección de libros y mangas en orden de publicación, de gustos y sabrá la diosa de que más. Sobre la cabecera tenía unos posters de películas pegados de manera que parecían un mosaico y claro, en un orden establecido.
Me senté en la cama y me sujeté la cabeza porque me palpitaba como si en cualquier momento mi cerebro pudiera escapar de mi cráneo. Al mirarme también me di cuenta de que tenía otra ropa y que a mi brazo estaba conectada una intravenosa.
¿Qué rayos me había sucedido?
—¡Maldita planta, te voy a cortar! —gruñí para mí mientras me quitaba la intravenosa. Como dije antes, esa planta tenía efectos alucinógenos, también hacía que mis niveles hormonales se dispararan, o sea, hacía que quisiera lanzarme sobre la primera persona que veía y para el colmo después que pasaban los efectos se sentía como la resaca de tu vida. La bendita era silvestre y se encontraba por todas partes en el interior del bosque, cualquiera que la veía pensaría que era una bonita planta de jardín, pero una gran exposición a esta y peor la ingesta te llevaba fácilmente a una muerte dolorosa. Era una planta poco conocida y había estado creciendo de manera exponencial en los últimos dos años, por lo que me tenía muy intrigada.
—Por lo menos esta vez no lo besé —me dije y bajé las piernas para ponerme los zapatos.
¡Como si la otra vez solo se hubieran besado!, escuché a mi conciencia decir entre risas.
¡Cállate!, que solo nos dimos un beso inocente.
Ja, ja, sí, como no, si hasta dedos hubo, más risas.
¡Qué te calles!, si yo digo que no lo recuerdo, nunca pasó.
Sí, está bien, pero yo sí lo recuerdo bien y lo voy a recordar toooda la vida.
¡Ah!, pero no me detuviste ese día.
Bueno...
Bueno, nada; tú querías eso y ahora me echas la culpa a mí.
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Intersección [De mundos] #PGP2024
Science Fiction¿Qué estás dispuesto a hacer para proteger a los tuyos? ¿Estarías dispuesto a llenar tus manos de sangre? ¿Dejarías la moral de lo que está «bien»? ¿Te convertirías en lo que la humanidad llama «monstruo» por los que amas? Cuando el mundo es invadid...