Lasly
Era la décima vez que atrapaba al hombre de piel bonita, mirándome descaradamente. Me había dicho que se llamaba Domingo. Como en las otras nueve veces, solo me dedicó una sonrisa melosa y yo desvié la mirada.
Les había contado todo o casi todo y le había entregado a Cless la carta de Blyana y ahora él y los otros estaban planeando como iban a entrar.
—En el lado este —respondí a una de sus preguntas sobre la estructura del castillo.
—Y dijiste que hay más de cincuenta saqueadores ahí dentro —preguntó un chico con la cara vendada. Al principio me había asustado, pero luego de ver lo amable que era me calmé.
—No estoy segura, unos quince siempre estaban en las mismas posiciones, pero cuando sucedía algo aparecían una o dos docenas nuevos —expliqué partiendo un poco de pan que me había dado Domingo—, pero siempre aparecían nuevos en cada situación.
—¿Estás segura de que eran diferentes? —preguntó un chico de risos apretados, Azel creo que se llamaba.
—Sí, tengo buena memoria para los rostros y Blyana y yo discutimos esto mismo, eran diferentes. —Domingo se levantó y vino hacia mí con una botella—. Ella sugirió que podían ser guardias que se movían de un lugar a otro. —Domingo me ofreció la botella, pero negué con la cabeza, él estaba mostrando demasiadas atenciones para mí y no quería alentarlo.
—Bebe —dijo y me dejó la botella para volver con los demás—. Debemos entrar de noche. Rubia ¿tienes idea de dónde podrían tener a Blyana? —me preguntó. Torcí la boca ante el apodo que me había puesto, pero también ante lo que podría estar pasando Blyana.
—La torre —dije a través del nudo en mi garganta. Ellos me miraron con el ceño fruncido—. Ahí están las recámaras de Zwodder, él... bueno, como que está obsesionado con ella.
Todos se miraron y Cless, el que había estado más tranquilo, soltó una maldición y golpeo un puño contra un árbol.
No sabía si Blyana no se había dado cuenta o solo trataba de ignorarlo, porque para mí, que no conocía a Cless, me daba cuenta de los sentimientos que tenía él por ella.
—¿En qué tanto piensas, Rubia? —me preguntó Domingo sentándose a mi lado.
—En por qué me molestas tanto —dije con un suspiro cansado. A lo que él respondió con una sonrisa juguetona.
Blyana
Pasé a su lado y me senté entre los cojines.
¿Qué rayos pretendía?
Ambas lo sabíamos.
—Pondré algo de música, si no te molesta. —Y colocó Nocturne op.9 No.2 de Chopin. Se sentó a mi lado, demasiado cerca para mi gusto, así que lo miré con cara de: «¿Qué diablos haces?»
—¡Ah!, me gusta comer escuchando música —me dijo mientras colocaba algo de fruta en un plato.
Me alejé un poco y tomé el plato que me extendió con cierto recelo.
—¿Qué pretendes hacer conmigo? —dije mirándolo seriamente. Llevaba una ropa parecida a la que usó cuando bailó conmigo, su cabello estaba trenzado y varios mechones se escapaban. Las piedras que tenía su capa reflejaban la luz que entraba por la ventana y me tuve que mover para evitar la reflexión.
—¿Quieres que haga algo en especial contigo? —me dijo en tono burlón, pero como mi expresión se mantuvo, agregó—: Solo quiero que te quedes a mi lado. —Comenzó a comer un pedazo de pan sin quitarme los ojos de encima.
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Intersección [De mundos] #PGP2024
Ciencia Ficción¿Qué estás dispuesto a hacer para proteger a los tuyos? ¿Estarías dispuesto a llenar tus manos de sangre? ¿Dejarías la moral de lo que está «bien»? ¿Te convertirías en lo que la humanidad llama «monstruo» por los que amas? Cuando el mundo es invadid...