Capítulo 53

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Después de dos meses, Mary no sabía qué hacer. Carol había cumplido su palabra de dejarla en paz y había pensado que eso sería lo mejor; que estuviera lejos de ella la mantendría a salvo, pero de alguna manera Carol se había sumergido en un frenesí de constantes salidas y entradas de misiones. Siempre se postulaba, aunque fuera demasiado peligrosa o fuera una causa perdida, y Mary comenzaba a temer, temer que no volviera después de una de ellas.

Todos esos meses Mary había soportado no estar cerca de Carol. No hablarle. No tocarla. Simplemente viéndola de lejos y sabiendo que estaba bien, pero fuera de las guaridas se vivía un infierno y salir a misiones era tan peligroso como estar en cualquiera de los frentes, donde la masacre se llevaba a cabo a niveles impensables.

Por eso tenía miedo, especialmente, porque de la última misión Carol había regresado con cuatro grandes cortes en un brazo provocado por un Crimbol, y aun así pensaba salir en la misión que se realizaría en dos días para desmantelar una de las decenas de nidos de Teryx. Las terribles aves que atemorizaban a los soldados en el campo de batalla. Tan grandes como aviones pequeños, pero mucho más veloces que ellos. No quería perderla, no, no quería perder a nadie más; ese pensamiento la volvía loca, pero no sabía qué hacer.

Los dos días pasaron y Mary estaba con los brazos cruzados en el pasillo que la llevaba a la habitación de Carol; su postura parecía relajada, pero sus uñas se enterraban dolorosamente en sus bíceps mientras esperaba. No la dejaría ir, aunque tuviera que amarrarla a la cama, no la dejaría ir, y no solo a esa misión... no dejaría que se alejara de ella nunca más. Ya no le importaba nada más que estar con ella, habían alcanzado un punto sin retorno; los saqueadores estaban ganando, ya no había más que hacer.

Carol salió de su habitación lista para la misión. Se colocó la mochila en el hombro e hizo una mueca de dolor cuando intentó mover su brazo herido. Mary pensó que debía estar loca para salir con ese brazo así.

—¿A dónde crees que vas? —le preguntó, interponiéndose en su camino, los brazos aún cruzados. Carol la miró y sus labios se elevaron contra su voluntad como si ellos estuvieran felices de verla, pero controló la expresión y trató de pasar por su lado—. Carol —dijo Mary sujetándola del brazo sano y sintió como todo el cuerpo de Carol se erizó bajo su toque. Un fogonazo de placer la recorrió de arriba abajo y se instaló en su estómago al sentir que ella reaccionaba de esa manera con un simple toque suyo.

—No tengo tiempo para ti. Debo ir a una misión —dijo y trató de soltarse, pero Mary no se lo permitió.

—No. Ellos ya se fueron —dijo mientras volvía a ponerse frente a ella sin soltarla. Carol la miró con el ceño fruncido y trató de ver al final del pasillo, como buscando confirmación de sus palabras—. Convencí a Mckensy de que fuera en tu lugar —agregó y Carol volvió a prestarle atención.

—¿Por qué hiciste eso? —inquirió con un tinte de enojo en su voz y volvió a tratar de soltarse, sin conseguirlo.

—Porque tú no estás en condiciones de salir —espetó elevando la voz sobre la de ella.

—Oh, y ahora se supone que de verdad te preocupas por mí —objetó Carol con una sonrisa sin gracia y fue como una patada en el estómago escuchar ese tono ácido en su voz.

—Sí, lo hago —respondió un tanto avergonzada por todo lo que había pasado entre ellas. Por la forma en que la había ignorado y hablado desde que se habían conocido. Pero el miedo se implantó en ella cuando comenzó a darse cuenta de que esperaba ver sus sonrisas, escuchar su voz, oír sus historias y que cuando estaba con ella se sentía tan bien como nunca se había sentido y sintió miedo porque no lo entendió en ese momento; pero ahora, frente a ella, estaba todo tan claro...

Intersección [De mundos] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora