Capítulo 57

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Cless corrió tropezando a través de los cadáveres contorsionados en el suelo, de la sangre en la nieve ennegrecida, para salvar los pocos metros que lo separaban de Blyana.

Su corazón golpeteaba con tal ímpetu en su pecho que todos los demás sonidos quedaron amortiguados, mientras que en lo único en lo que podía pensar, era en apartarla del camino de esa lanza. Esa lanza que surcaba y cortaba el aire a su paso, silbando, tratando de llegar a ella; a la única mujer que había amado. Cuando la empujó, la lanza lo atravesó con tal potencia, que terminó enterrada en el cuerpo de otro soldado que aparentaba apenas unos quince años.

La lanza quedó incrustada en el cuerpo y en suelo, haciendo un sonido ondulante. Todos los que estaban lo suficientemente cerca parecieron contener la respiración. La nube de polvo y nieve a su alrededor pareció detenerse como si supiera que cualquier movimiento brusco despertaría a una bestia que estaba durmiendo en un rincón y que, si ella despertaba, oh, la sangre no sería solo un río corriendo entre las piernas de los millares de soldados. No, se convertiría en un mar, en un mar salvaje que incluso a él, el polvo de los cañones, no saldría ileso de ese ataque.

Así que... se detuvo y esperó, esperó y esperó.

🍂🍂🍂

Cuando Blyana vio a Cless parado delante de ella, con el agujero que había dejado la lanza, pensó que esa era otra de sus pesadillas; no podía ser otra cosa. Había estado soñando esa escena muchas veces en los últimos meses, pero no se lo contó a nadie; ni siquiera a Cless para no molestarlo con sus absurdos sueños. Sin embargo, cuando puso un pie de nuevo en el campo del frente, tuvo un mal presentimiento. De esos que hacen que se te encoja el estómago y donde sientes un vacío en él. Porque de una manera turbadora todo era como en el sueño. Incluso, cada viruta de polvo estaba exactamente en el mismo lugar.

Ella seguía pensando que aún era un sueño, «debe ser otra pesadilla» se repetía una y otra vez, rogando que su plegaria se hiciera realidad. Pensando que todo lo que estaba pasando debía ser un ardid de su mente, al fin y al cabo, muchas veces no podía diferenciar cuando estaba soñando y cuando no.

Blyana siempre se despertaba en esa parte. En esa horrible parte con Cless mirándola fijamente, pero cuando de la boca de Cless comenzó a escurrir unos hilillos de sangre y su cuerpo se desplomó sobre la nieve carmesí, supo que ese no era uno de sus sueños. Se levantó como pudo, pero volvió a terminar en el suelo en medio de un sollozo. Se arrastró hasta a él, pasando sobre los demás cadáveres que estaban sobre la nieve. Ella no procesó lo que hacía o lo que realmente estaba sucediendo, solo que debía llegar a él, que debía estar con él y por alguna razón, sintió una extraña sensación de déjà vu y fue aún más consciente del suelo negro, de la sangre a su alrededor.

Lo tomó entre sus brazos viendo como una de sus lágrimas caía sobre la cara de Cless y se mezclaba con la sangre de su rostro. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llorando. Trató de cubrir la herida con sus manos temblorosas, pero era imposible, la sangre seguía manando sin poder ser contenida. Se estaba desangrando demasiado rápido. Gritó por ayuda, pero nadie venía.

Él no podía morir. Esa debía ser una mala broma. Si no era un sueño, podría ser una de sus alucinaciones, pero su piel se sentía tan real bajo sus dedos; sin embargo, fría, muy muy fría. ¿Cómo podía morir él? Si apenas se habían cumplido tres meses desde que se habían casado.

No le había dicho que lo amaba por miedo a que todo fuera un sueño y se despertara de esa manera. Antes había sucedido, antes esas palabras la sacaban de los pocos sueños hermosos que tenía, pero cuando lo hacía: él estaba ahí, con ella, acariciando sus brazos, su espalda. No obstante, ese no era uno de esos sueños hermosos de los que no quería salir, no, era otra de sus pesadillas, una de las más horribles.

Intersección [De mundos] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora