Capítulo 17

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Lasly

No paré de correr en toda la noche. No, si me detenía no sabía si encontraría la fuerza para volver a ponerme en marcha de nuevo, ahora me arrepentía de no seguir el consejo de mi madre de que hiciera alguna actividad física, porque sentía que me moría con cada respiración que tomaba. El costado me punzaba con cada paso, pero prefería eso a que algún animal salvaje me alcanzara.

Por lo menos, sí tenía buen sentido de orientación. Las estrellas eran mi guía. Desde pequeña supe que quería ser diseñadora, pero mi afición por conocer culturas antiguas, mitos y leyendas me llevaron a aprender también como sobrevivían en el medio ambiente y una de esas cosas era poder moverme sin perderme.

Cuando los primeros rayos del sol comenzaron a deslumbrar el cielo, ya no tenía agua desde hacía un buen rato, bebí demasiado rápido antes de darme cuenta de que debía racionarla y no saciarme como un animal. Había encontrado un pequeño riachuelo en mi camino, pero el olor que desprendía el agua... oh, no, no llevaría esa agua a mi boca, así que seguí caminando con el paso más veloz que mis fuerzas me permitían, o sea, pasos arrastrados.

Juré que después de esto haría ejercicio y que esta vez sí lo cumpliría y no sería como las demás veces donde lo hacía un día y al siguiente me sentía tan dolorida que me rendía.

Un ruido me asustó y me escondí detrás de un árbol. Hasta ese momento había tenido la suerte de no encontrarme con nada peligroso. Había visto algunos ciervos, algunas aves, creo que unos conejos, pero nada de depredadores; sin embargo, al ver al gran lobo gris supe que mi suerte se había terminado.

El lobo olfateaba el suelo. Aún no se había percatado de mi presencia, así que miré a mi alrededor sin descuidarme del lobo.

Los árboles de la zona tenían un tronco muy alto, demasiado para alguien como yo, que lo más alto que había escalado era la reja para escapar hacia este bosque y si me subía a uno y el lobo me detectaba podría fácilmente tumbarse debajo a esperar que la comida le cayera literalmente del cielo, así que, ¿qué haría? No tenía la más mínima idea, pero no dejaría a Blyana en ese lugar. No después de que ella me ayudara a salir y aún más importante no quería morir siendo la comida de un lobo. Miré al suelo, había una rama lo suficientemente gruesa como para funcionar como un arma. El lobo seguía moviéndose y olfateando. Un escalofrío recorrió mi columna cuando di un paso hacia la rama y una ramita se rompió bajo mi pie. El lobo levantó la cabeza y me miró.

Mierda.

Corrí y tomé la rama, pero cuando me giré el lobo corría hacia mí. Mi grito debió escucharse hasta en la Atlántida o en Agartha. Moví la rama frenéticamente esperando que en uno de mis erráticos movimientos diera en el blanco y por suerte el lobo se detuvo, pero estaba segura de que era porque estaba buscando la mejor forma de atacar sin que le golpeara con la rama. Una sombra se movió en la periferia de mi visión y dejé escapar un gemido horrorizado. Los lobos se movían en manada, recordé con horror. Di un paso para enfrentar también al otro, pero el primero se aprovechó y se lanzó sobre mí.

Un disparo se escuchó muy cerca y me dejé caer al suelo temblando. Nunca había escuchado uno tan cerca y en lo único que podía pensar era en que debía estar muriendo, la sangre escapando de mí. Gimoteé esperando mi muerte.

—Oye, ¿qué lo qué? —escuché que alguien me decía, pero el zumbido del disparo sonaba en mis oídos todavía.

—Creo que está asustada —dijo otra persona y pensé que me habían encontrado. Después de todo, los saqueadores me habían vuelto a encontrar y me matarían o me llevarían de vuelta al harem.

—Rubia —dijo la primera voz y trató de quitarme el brazo con el que me cubría la cabeza—. Ta' bien, el lobo salió juyendo —él trató con más fuerza de tomar mi brazo y comencé a pelear. No dejaría que me llevaran con ellos de nuevo, no, debía llegar con los amigos de Blyana y salvarla—. Oye, tate' quieta —seguía diciendo el saqueador. Cuando me apartó la mano, lo vi y me quedé muy quieta. No era un saqueador, era un hombre de piel bronceada dorada, sus ojos eran como el café negro y se sorprendió mucho al verme. De seguro debía verme como un yeti veraniego con todo el cabello alborotado y mi ropa hecha de retazos.

Intersección [De mundos] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora