A ese hombre le quiero
besar la tristeza y el miedo
para ver si entiende que lo
quiero por lo que es y no
por lo que pueda esperar
de él.
Elena Poe
Blyana miraba a Zoe jugar con su muñeca de trapo desde la rama de un árbol, mientras yo la miraba a ella; era una niña muy bonita. Sus pies se mecían de manera laxa y su cabello castaño dorado volaba con el viento. Era casi hipnótica la manera en que sus movimientos se sincronizaban con las ramas de los árboles, como parecían fundirse en un solo ser.
—Por aquí —escuché que le decía la señorita Samanta a una pareja.
Una señora alta, con el cabello largo, muy negro; y un señor con el cabello café y pecas. Ellos se dirigieron hacia mí y cuando pude ver mejor a la mujer me quedé paralizado. Era muy bonita, pero sus ojos estaban vacíos, daban miedo. Algo dentro de mí se encogió como buscando refugio, pero aún sentía mucha curiosidad por la mujer.
—Hola, Cless, saluda —me dijo la señorita Samanta cuando llegaron hasta mí. Yo miré unos segundos directo a los ojos de la señora del cabello negro y bajé la mirada a mis pies. Un nudo se implantó en mi garganta y mi corazón comenzó a latir como un pajarillo atrapado.
—Hola —murmuré tan bajo que creí que no me habían escuchado.
—¡Hola, Cless! —respondió el hombre de una manera muy amistosa. Haciéndome sentir menos intimidado.
—Cless, estos señores quieren conocerte —me comunicó la señorita Samanta agachada a mi lado con una sonrisa en la cara—. Pórtate bien —agregó y se dispuso a marcharse. Yo miré al señor que se acuclilló a mi lado, pero desvié la mirada hacia Blyana quien estaba siendo regañada.
—¡Blyana serás un mono, baja de ahí! —oí gritar a la señorita Samanta. Blyana se bajó del árbol y se echó a correr, escapando de ella como siempre hacía.
—¿Nos sentamos en aquel banco? —preguntó el señor de pecas atrayendo mi atención de nuevo y ahora viéndolo de cerca, podía ver que sus ojos eran del mismo color de su cabello, pero tenían algunas motas verdes y no estaban vacíos como los de la señora, eran unos ojos amables. Yo no la miraba, pero sentía su mirada sobre mí. Asentí y el señor se irguió y dio algunos pasos hacia el banco que estaba detrás de mí. Cuando me iba a dar la vuelta, las manos de la señora me sujetaron de los hombros con mucha fuerza, deteniéndome.
—Eres igual a él —aseveró con enojo. Yo me contraje en mi lugar, como si me hubieran puesto sobre la cabeza la pila de textos religiosos que usaba la madre superiora para castigarme cuando hacía algo mal, cuando recitaba mal una de las oraciones. Su mirada vacía había cambiado a una intensa, una llena de odio y me daba miedo, mucho miedo. Quería salir corriendo, pero algo más que las manos de esa mujer sobre mis hombros me mantenían en mi lugar.
—María, cálmate —le pidió el señor, su voz suave.
—¿No lo ves?, ¡es igual a él! —siseó la señora mientras escrutaba mi rostro detenidamente con el ceño fruncido. Al tenerla cerca su olor llegó hasta mi nariz, era un olor suave, pero envolvente; totalmente diferente al aura que la rodeaba. Era un olor que me gustaba; un olor que, de alguna manera, en lo profundo de mi memoria recordaba; pero no sabía cómo o por qué, ya que estaba seguro de que nunca la había visto antes.
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Intersección [De mundos] #PGP2024
Ciencia Ficción¿Qué estás dispuesto a hacer para proteger a los tuyos? ¿Estarías dispuesto a llenar tus manos de sangre? ¿Dejarías la moral de lo que está «bien»? ¿Te convertirías en lo que la humanidad llama «monstruo» por los que amas? Cuando el mundo es invadid...