Capítulo 34

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Cless

Al llegar al lugar, todo estaba demasiado tranquilo. El cielo nocturno estaba regido por el poder de una luna que se refugiaba ocasionalmente detrás de algunas voluminosas nubes. La escuela era pequeña y estaba destruida casi en su totalidad; unas flores de lo que estaba muy cerca a ser dorado se esparcían por todo el terreno. El lugar no me resultaba familiar, pero sabía que parte de mi historia yacía allí. Entre esos escombros.

—¿Solo dos saqueadores cuidando la entrada? —cuestionó Azel a mi lado un poco confuso.

Después de lo que había pasado con Zoe, él era otro que casi no estaba en la guarida. Siempre en misiones, o se quedaba entrenando hasta altas horas, ignorándonos a casi todos. Y lo entendía, si yo estuviera en su posición no creo que hubiera podido estar tan tranquilo. Con el que más lo había visto relacionarse en los últimos días era con Nikolay, y me parecían un dúo muy extraño.

—Se nota que no nos están esperando —comentó un chico de cabello alborotado que no podía tener más de dieciséis años. No entendía como a los de arriba se les ocurría mandar a niños a este tipo de misiones.

—Bueno, no perdamos más tiempo. Todos saben lo que tienen que hacer —nos dijo Sandra, quien estaba liderando todas las misiones mientras su esposo se estaba encargando de otra guarida.

Yo me dirigí con los gemelos y unos cinco chicos más por el lado derecho. Pegamos nuestros cuerpos a la pared tratando de hacer el menor ruido posible. La luna salió de su escondite haciendo que esas flores que estaban por todos lados brillaran a nuestros pies, el aroma que desprendían me hizo recordar a Blyana. Una pequeña sonrisa se formó en mi rostro ante su recuerdo.

Crik dio una mirada por la ventana que teníamos al lado.

—Todo despejado —informó.

—Bien —respondió Rick y siguió a Crik, quien se internaba en el salón oscuro.

Crik dio una mirada al pasillo.

—Hay dos del lado derecho y tres al fondo.

—Bien, usemos las bombas de humo. —Rick sacó dos bombas de humo y le pasó una a su hermano, las deslizaron hasta los saqueadores y unos segundos después escuchamos el golpe de sus cuerpos contra el suelo.

Nos escabullimos hacia el gimnasio del edificio y levantamos las armas cuando al pasar por un pasillo escuchamos pasos. Nos tranquilizamos al percatarnos de que eran Mike, Carol, Domingo y unas seis personas más.

—¿Tamo' lito' muchachone'? —preguntó Domingo cuando llegamos a las puertas del gimnasio.

—Siempre —respondió Mike con un tono altivo en su voz.

Domingo y yo empujamos las puertas con suavidad y los primeros en asomarse fueron los gemelos.

—¿Qué rayos? —escuché susurrar a uno de ellos.

—¿Qué sucede? —inquirió Carol, desde atrás.

—No hay nadie —dijo Rick, mirando sobre su hombro con el ceño fruncido.

—¿Cómo que no hay nadie? —pregunté y entré en el lugar. En efecto, el lugar estaba lleno de cajas, pero no había ni un solo saqueador.

Vimos al otro equipo encabezado por Sandra entrando por la puerta de atrás igual de confundidos que nosotros.

—¿Qué sucede? ¿Dónde se supone que están los demás? —preguntó el muchacho de cabello alborotado afianzando su agarre sobre su arma.

—Eso mimo' quiero saber yo ¿Dónde se metieron eso' jayao'? —dijo Domingo enojado.

Intersección [De mundos] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora