Capítulo 2

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No sé si pasó rápido o despacio, solo que mi estómago estaba en mi garganta en el momento que pude volver a orientarme y saber dónde era arriba y abajo. Había logrado sujetarme a la orilla del cráter que había hecho la nave, rompiéndome algunas uñas en el proceso. El dolor me recordaba que debía salir de ahí. No podía ver con claridad por el polvo y los escombros que se levantaban del hoyo debajo de mí. La nave seguía en el cielo, un ojo que todo lo ve; esperando su momento para hacer su movimiento.

—Zoe —llamé, mi garganta seca por el polvo inhalado. Ella estaba paralizada viendo el oscilar de la nave, sus nudillos blancos en torno a su bolso—. Zoe —volví a gritar, esta vez más fuerte, con más desesperación. No resistiría mucho más, los músculos de mis brazos chillaban en protesta. Ella alternó su mirada entre mí y la nave repetidas veces, con el horror plasmado en sus facciones. Dijo algo que no logré escuchar y corrió a mi encuentro.

—Rápido, rápido —urgió tirando de mí en medio de un gruñido. Cuando estuve en pie, una luz nos iluminó y Zoe soltó un grito de pavor. Íbamos a morir. Otro de esos rayos aniquiladores nos reduciría a menos que nada. Tomé la mano de Zoe, no sé si para comenzar a correr o como una despedida, pero la nave giró sobre ella misma y se fue, dejando un hueco en la nube de polvo amarillenta.

Respiré como si mi cabeza hubiera estado largos minutos debajo del agua.

Comencé a correr de nuevo sujetando a Zoe, quien derramaba lágrimas. Mi otra mano apretaba mi celular, ignorante de como rayos no lo había soltado. Creo que el pánico había bloqueado todos mis músculos o tal vez la costumbre de siempre sujetar mi daga. Tenía la pantalla rota, pero aún seguía en la llamada. Lo llevé a mi oreja y Cless no decía nada y me imaginaba la causa de su silencio. Las calles estaban inundadas de personas corriendo desesperadas, de mascotas recobrando sus instintos de supervivencia. Los gritos, las explosiones, los vehículos conducidos por personas desesperadas y los destellos de luces violetas entorpecían nuestro recorrido.

Cuando llegamos a la casa de Azel, introduje la clave en la puerta de metal y corrimos directo a la parte trasera donde sabíamos que estaba su habitación. Tocamos como locas la puerta de cristal que conectaba con un pequeño jardín de petunias y como nadie nos respondió tomé un ladrillo que estaba rodeando las flores y rompí la puerta. En ese momento salió Azel desde el baño, en bóxer, y con un trapeador que tenía en las manos a modo de espada, eso nos hizo reír hasta que una bola de fuego cayó muy cerca y recordamos que no era momento para eso. Pero esa distracción le dio tiempo suficiente a Azel para guardar algo en un cajón que estaba a su lado, aunque, no pude divisar de que se trataba. Luego, entramos tan rápido que él no tuvo oportunidad para moverse. Zoe corrió hacia él y lo abrazó, este tuvo que retroceder un paso para recuperar el equilibrio.

—Mucho amor y todo, pero tenemos que irnos. —Todavía tenía el celular pegado a la oreja en espera de Cless y la espera estaba a punto de desatar una crisis nerviosa en mí. Toda la habitación olía a la colonia de Azel, algo cítrica y madera.

Una explosión se escuchó a la distancia, haciendo que Azel desviara la mirada al exterior mientras arrugaba el ceño.

—Ya estoy listo. Nos vemos en la avenida Beston en diez minutos. —Por fin habló Cless, solo dijo eso y colgó. Antes de meter el celular en mi tote me percaté que él me había enviado varios mensajes, pero no tenía tiempo para eso en ese momento. Me acomodé el sobretodo ligero que llevaba y el tote.

—Bien, debemos estar en la avenida Beston en diez —dije para Zoe y Azel.

—¿Qué rayos sucede? —preguntó Azel confuso sosteniendo la cara de Zoe, que aún derramaba lágrimas.

—En pocas palabras: invasión alienígena —dije un poco abrumada.

Unos minutos después estábamos corriendo hacia la avenida Beston. Azel llevaba consigo una mochila con algunas cosas que tomamos de su casa, ya saben: cargadores, baterías, un pequeño botiquín y algo de comer. Luchábamos contra la estampida de gente que venía en dirección opuesta. Cuando por fin pudimos ver la avenida, algo se interpuso en nuestro campo de visión y comprendimos por qué la gente se movía en la otra dirección. Una nave, del tamaño de un auto, negro mate, en forma de rombo; estaba frente a nosotros. La luz del sol parecía ser absorbida por esa superficie lisa. No emitía ningún sonido, ninguno que pudiera escuchar sobre el latido frenético de mi corazón. La sombra que proyectaba me parecía un espectro listo para abalanzarse y perseguirnos. Yo solo quería salir corriendo de ahí.

Intersección [De mundos] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora