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—¿A ti que te gusta hacer? —Preguntó la rubia mientras ambos caminaban de vuelta a la casa de esta

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—¿A ti que te gusta hacer? —Preguntó la rubia mientras ambos caminaban de vuelta a la casa de esta.

—Me gusta nadar... —Se encogió de hombros el pelinegro.

—¡Oh! Algún día podrías venir a mi casa a bañarte en mi piscina y hacemos competencia de quién llega a la orilla más rápido. —Sonrió la rubia.

—Me parece buena idea, aunque vas a tener que resignarte a perder... —Contesto el pelinegro.

—¡Pfff! Por favor, acá el que tiene que resignarse a perder eres tú. Yo soy mejor nadando.

—No lo sabes por que no me has visto nadar... —El pelinegro saco su lengua en forma de broma haciendo que Saori lo mirara mal.

Caminaron hasta llegar a dos casas antes de la de Saori y se despidieron con un beso muy cariñoso, Hajime no pudo evitar abrazar a la rubia con ternura y levantarla un par de centímetros haciendo que esta riera en medio del besó. Antes de separarse Saori junto sus narices y besó la punta de la nariz de Hajime haciendo que este se sonrojara un poco.

—¿Cuando nos volveremos a ver? —Preguntó el pelinegro mientras dejaba a la rubia en el suelo nuevamente.

—Veré si el lunes no me dan muchas tareas y te mando un mensaje para que me vayas a buscar...

—Me parece buena idea. —Hajime beso la frente de la rubia dejando sus labios ahí por más de cinco segundos.

En verdad no quería alejarse de ella, le daba algo de penar tener que separarse de la rubia. Dando un último suspiró se giró para irse a su casa si es que Inupi no lo llamaba para reunirse. Saori se quedó ahí parada observando la espalda del pelinegro haciendo que este se girará un poco para mirarla, le lanzó un beso y la rubia sonrió mientras imaginaba que aquel beso había llegado a su boca. Cuando sus ojos ya no distinguían a la figura del pelinegro, Saori se giro para caminar a su casa encontrándose con la sorpresa de que su padre no estaba en esta.

De haber sabido que no estaba le habría dicho a Hajime que pasara. Pensó.

Hajime caminaba felizmente hacía la estación de trenes para ir a su casa, pero se alertó al ver notar que un auto lo seguía. Sintió como su corazón comenzó a latir rápidamente, se giro para ver que auto era y su respiración se corto al reconocer aquel auto negro.

El chófer bajó las ventanas del auto para que el joven pudiera ver su rostro, el hombre con expresión sumamente seria miraba al pelinegro con desagrado, quitó el seguro de la puerta del copiloto y habló.

—Sube. —Ordenó fríamente.

El pelinegro se quedó en su lugar prácticamente congelado sin entender que estaba pasando.

—¿Disculpa? —Preguntó.

—Que subas mocoso. —Contestó el hombre.

Hajime caminó hacia el auto en el momento en que vio el arma del hombre junto a él. Abrió la puerta del copiloto para subirse. No sabía que estaba sucediendo ni por qué el padre de Saori estaba haciendo aquello, pero más grande fue su confusión cuando notó que el hombre condujo hasta un café que estaba en el centro de la ciudad y bajó del auto sin esperar que este también bajara. El joven bajó rápidamente del auto y miró confuso al hombre que encendía un cigarro a un lado de su auto.

𝗦𝗵𝗲 ; 𝘏𝘢𝘫𝘪𝘮𝘦 𝘒𝘰𝘬𝘰𝘯𝘰𝘪    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora