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—¿Por qué simplemente no puedes llevarte a los perros a tu casa? Digo, tienes una casa enorme y esos perros serían de gran ayuda para evitar robos... —Saori levantó la mirada encontrándose con esos ojos oscuros.

Lamio sus labios para limpiar los restos de espuma logrando que la mirada del pelinegro se dirigiera a estos e inconscientemente lamio los suyos mientras observaba la boca de Saori. Esto hizo que la joven se tensara en su lugar.

Hajime notó aquello y volvió su vista hacia su café que no había probado aún.

—Mi madre no me deja llevarlos a casa por que dice que pueden tener alguna infección... —Contestó la joven rompiendo el momento incómodo.

Hajime regresó su vista al rostro de Saori, está vez con expresión confundida.

—¿Acaso no sabe que existen las vacunas? —Preguntó irónico.

—Eso mismo le he dicho, pero es como hablar con una muralla por que nada le hace cambiar de parecer. — Los labios de Saori formaron una sonrisa triste.

—¿Y cuáles son los nombres de tus queridos bebés?

—Oh bueno… —Saori se giró para mirar a los perros que comían felices aún su comida. —El negro entero es Darren y el de manchas se llama Harry.

—¿Les pusiste nombres de personas? —Pregunto sonriendo el pelinegro también observando a los perros comer.

—¿Por qué no? —Contestó Saori con una sonrisa y volviendo su mirada hacía el joven.

Nuevamente los ojos del joven se dirigieron a los labios de Saori que formaban una tierna sonrisa. Observó detalladamente aquellos rosados labios, dándose cuenta de un pequeño lunar que había en el labio superior. No pudo evitar sonreír, aquel lunar le parecía tan atractivo que no pudo evitar preguntarse que se sentirá besar a la rubia. Saori notó la mirada del joven otra vez en sus labios haciendo que sus nervios aumentarán y el sudor de sus manos fuera mucho más. Se sentía tan nerviosa, además de que las miradas del joven hacía ella la volvían loca.

Sin querer también su mirada se dirigió a los labios del pelinegro, los observó y no pudo evitar morder su labio inferior al tener el leve pensamiento de sentir los labios del joven sobre los suyos. De un momento a otro sintió que Kokonoi estaba muy lejos y necesitaba su cercanía, pero la timidez le ganó y prefirió quedarse en su lugar a acercarse más al muchacho.

El sonido de un celular sacó a ambos jóvenes de aquellos sueños y los hizo volver a la realidad. Saori tomó su celular y contestó al ver que era su padre quién llamaba. Kokonoi por su parte decidió que debía de tomarse su café o terminaría enfriándose.

—¿Si?

—¿Dónde estas? —Preguntó rápidamente su padre haciendo que la rubia rodará sus ojos.

—Estoy donde siempre... Les deje una nota en la cocina, ¿No la viste?

—Saori, te recuerdo que estas castigada y que al menos deberías avisarnos que saldrás a darles de comer a esos perros. —Contestó el padre ya comenzando a enfadarse.

—No les quería despertar... Perdón.

—Bien, cuando termines lo que estas haciendo te vienes inmediatamente para acá. Te vuelvo a recordar que estas castigada y que no puedes ir a ningún lado. —El hombre no dio tiempo a contestar a la joven y colgó la llamada rápidamente haciendo que esta cerrará sus ojos con frustración recibiendo una mirada de compasión por parte de Hajime.

—¿Ya te tienes que ir? —Preguntó mientras revolvía el café con la cuchara.

—Lo siento... —Se disculpó la joven para después tomarse el café rápidamente.

𝗦𝗵𝗲 ; 𝘏𝘢𝘫𝘪𝘮𝘦 𝘒𝘰𝘬𝘰𝘯𝘰𝘪    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora