Capítulo I: El inicio de algo normal

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Despertó ahora cinco minutos antes de que sonara la alarma, con el mismo dolor punzante de estómago y las extremidades un poco entumidas, como si su sueño no dejase de ser tan vívido. 

–Oh, dios... –Murmuró el hombre joven, poniéndose de pie.  Eran las 6 menos quince: tenía mucho tiempo para bañarse y vestirse antes de ir a trabajar.  Apagó la alarma y se dirigió al baño, donde se desnudaría y se metería a la regadera.

Ahí siempre pensaba sobre su sueño repetitivo: una batalla un tanto extraña, con poderes sobrenaturales y conceptos que le eran ajenos y que al mismo tiempo ya le parecían familiares, de tantas veces que había visto la misma escena.  También le extrañaban algunas coincidencias, como el hecho de que lo hirieran justo en el estómago, cuando ahí tenía una cicatriz enorme, producto de un accidente hacían ya quince años, cuando tenía 17.

Quince años ya, que rápido pasaba el tiempo.

Pudo haber muerto, pero los médicos insistían en que era un milagro que continuara con vida, que los órganos artificiales funcionaban muy bien en él.  A menudo bromeaba con que era un cyborg, pero era una manera de actuar bastante positiva como para lo que había pasado durante la rehabilitación. 

Fueron meses dolorosos pero estaba con vida, así que había que seguir haciendo lo suyo.

Al salir del baño, comenzó a vestirse con un traje verde oliva, una camisa blanca y una corbata roja, además de unos zapatos cafés.  Su madre insistía en que el verde se le veía bien, a pesar de que sus ojos eran azules.  De cualquier manera, le gustaba el verde.  Rápidamente, puso agua a hervir en la parrilla eléctrica y esperó un poco, mientras que sacaba un vaso con sopa instantánea y un paquete pequeño de galletas de la alacena.  Suspiró.

No tenía una vida lujosa: vivía en un apartamento apenas de 4 x 4, un baño aparte y era todo.  La unidad funcionaba como sala, dormitorio, cocina y comedor, todo al mismo tiempo.  Había pasado una racha tan mala al estudiar la maestría, que ese departamento maloliente era todo lo que le quedaba y no es que fuera maloliente porque lo descuidara, sino porque cuando se lo vendieron –regalado casi –así olía.  Y ya no podía sacar el aroma: era como si un montón de gatos hubiesen agarrado calcetines sucios, viejos y remojados como sanitario...

Ya se había acostumbrado.  Lo bueno es que su ropa no se impregnaba ya de esa peste.

El chillido de la tetera lo despertó y supo que debía retirarla del fuego.  Vertió un poco de agua en el vaso de la sopa instantánea y otro poco en una taza, para comenzar a prepararse su desayuno ligero. 
Ya encontraría algún puesto de comida en la calle más tarde, supuso.

***

El camino hacia el Colegio Speedwagon no estaba muy retirado de su departamento, así que no tuvo problemas con los tiempos de llegada ni salida de su hogar.  En realidad se había dado prisa porque el Director quería darle unas últimas indicaciones antes de llegar a su primer día de clases.  Siendo así, llegó cuarenta y cinco minutos antes de que sonara la campana, como la secretaria le indicó el día en que le llamó por teléfono, para decirle que lo habían aceptado como Profesor.  Esperó entonces en la sala que había fuera de la oficina del Director.

–Buenos días, Profesor Kakyoin.  –Saludó una voz cantarina, el joven de cabello rojo carraspeó y miró hacia enfrente: el Director estaba frente a él, sonriendo.  El Profesor Kakyoin se puso de pie y extendió la mano, saludando.

–Muy buenos días, Señor Director.  Me alegra verlo, muchísimas gracias por---

–Sh, sh, sh... --El director se sonrojó y dijo: –"Señor Director" es demasiado formal, Profesor. 

Sweet dreams (are made of this) -Jojo's bizarre adventure-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora