Capitulo 10

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Blake.

—A la empresa —le ordeno al cara de playboy que siempre va al volante, luego de ver por la ventana como mi madre la espera en la puerta mirándola con reprobación y ella se apoya en el brazo de su escolta.

Es Astrid quien la ayuda ya que mi madre niega y entra dándole la espalda.

Asiente y arranca.

Desde lo que sucedió ayer hago cuenta de que estoy absolutamente solo todo el tiempo, estaba comenzando a tragarme la idea de que son buenos en lo que hacen y de que no tengo nada para quejarme. Es mas, despues del espectaculo que me dio en la piscina y el estar ocupado pajeandome con su cuerpo el regaño que les di me parece minúsculo, sin embargo si algo que si a futuro no me gusta de ellos, puedo hacer uso de la reprimenda.

¿Quien no tuvo un buen polvo en el trabajo?

Admito que era yo buscando razones para que se fueran, pero creo que lo que tienen estos dos va más allá de un polvo, porque cuando salí a tomar aire por la mañana lo primero que escuche fueron sus gritos y peleas acerca de la cara y seriedad que tiene Kant, sin olvidar lo que vi el primer día que llegaron a mi casa.

Mi día había comenzado bien, quería ir al gimnasio y concentrarme en ejercitar mi cuerpo, no me había dado cuenta ni de que estaban los demás escoltas porque cuando entre la primera figura que divisé fue la de ella recostada en la barra haciendo pesas con los discos que le doblaban su tamaño.

Fue raramente, excitante.

Para cuando me di cuenta que eran mis pesas especiales me acerqué, ella no debiera pesar más de setenta kilos y claramente podría aguantar solo una serie de las mismas y así fue, porque para cuando quiso hacer una serie más, tuve que ayudarla a poner la barra en el lugar.

Es demasiado terca, innecesaria.

A duras penas aceptó mi ayuda y cuando se puso de pie mis ojos me quemaban por detallar su cuerpo. No puedo hacer de ojos ciegos cuando tengo tremenda mujer en frente mío, noté como me miró, no soy estupido.

Sacudo mi cabeza, y veo por mi ventanilla. Lo que tiene de profesional lo tiene de infantil.

¿Pelear en el lugar de trabajo?

Me río de su plantilla laboral.

Levanto mi vista al retrovisor y la mujer que estaba pensando me está viendo por el mismo. Le sostengo la mirada y se nota la tensión del ambiente generado por unas simples miradas. Sus verdes son muy penetrantes.

La llamada entrante me saca de eje y lo tomo viendo el remitente.

—¿Ya en Nueva Escocia? —Contesto la llamada con una pregunta.

—Encaminandome a la empresa luego de un polvo con la azafata —escucho del otro lado y río con el.

—Dame tu suerte.

—Tirate a Olivia.

—¿Quién es Olivia? —pregunto moviendo nombres en mi mente.

—¿Cómo no me extraña que no lo sepas? —menciona.

—Como sea, te espero arriba —vocifero y corto después de cruzar dos palabras más.

Hay un embotellamiento en la Avenida principal, resoplo cada vez que veo mi reloj, tecleo con Teo que me tiene sin vida, mi mente hace una lista interna, muevo marcas con las cuales tengo que negociar que  de hecho las tengo en una fila esperando, son muy inteligentes al venir y llamar mi atención. El nuevo crucero es como una ciudad sobre agua, empresas como marcas de las altas costuras, restaurantes internacionales y una enorme catálogo de opciones esperan mi respuesta para tener un local o espacio en mi crucero.

Protegido (+21) [Libro 1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora