Capitulo 67

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ALEXA

UN AÑO DESPUÉS.

El puerto en Tánger, una vez que llegamos a Marruecos era una locura. Se veían filas de gente del otro lado de la terminal de cruceros. Los primeros días era noticia recurrente, una novedad en muchas plataformas digitales de diferentes nichos. El descenso duró demasiado y la calidez de esas tierras nos recibieron demasiado bien. Una vez abajo, con Blake, los reporteros bilingües se las apañaban para entrevistar a los pasajeros y, entre tantas personas, nos inmiscuimos para ir al lugar que habíamos visto horas atrás.

Con su mano pegada a la mía, nuestros dedos entrelazados y unas altas ganas de recorrer esta ciudad, nos encaminamos a tomar un auto privado que proveía el centro turístico con el que Grayson Company tenía relación.
Nos dieron un recorrido a viva voz desde el auto, quedamos con Blake en que aprovecharíamos estos dos días y recorreríamos tres lugares en especial.

La Medina.
El Gran Zocco.
La cueva de Hércules.

Todavía tengo las fotos de esos días y aún ahora, después de tanto, sigo sin acostumbrarme a esto.

PRESENTE

—Que precioso —susurro tocando la madera de estas puertas.

—Madera de la antigua Macedonia —me giro a Blake cuando comenta leyendo la guía que tiene en su mano.

Lo observo leer la guía mientras oímos el ruido de llaves del otro lado. del Riad en donde nos vamos a hospedar. Lo reserve a tiempo, por que cuando Blake estuvo a punto de tomar el celular para efectuar el pago me le adelante. Una señora morena nos recibe con una enorme sonrisa. Cuando nos da la bienvenida oigo que habla con Blake sobre las instalaciones pero yo me quedo estupefacta.

¿Cómo es que estas belleza no está en boca de todos?

Nos recibe una pileta en medio de un salón y todo huele a una digna casa Marrakech. Los azulejos coloridos en verde y blanco decoran los pisos y las paredes hasta la mitad. La pintura beige llega hasta los techos y el contraste lleno de plantas da un ambiente precioso. Las puertas terminan en puntas en su extremo y son demasiado altas. Giro a ver a Blake y lo noto observarme. Le sonrio. Jamás, nunca se me hubiera cruzado en la vida, venir a un lugar como este. Y hoy, casi sin querer, estoy acá con este hombre que encima de ser maravilloso es precioso.

Me vuelvo a girar para ver hacia donde conducen las puertas y termino en un próximo patio con un hueco enorme hacia arriba que permite ver el techo y los pisos. Son tres pisos y por lo que oigo en el idioma francés que habla la señora, disponemos de todas las instalaciones y dos juegos de llaves en caso de extravío, claro está por su pronunciación que su idioma natal es árabe. Sonrio para mi al escuchar a Blake hablando en francés, le queda tan sensual. Hay cuatro habitaciones en el primer piso, con un baño en cada uno. Un jacuzzi en el tercero y con una cocina y salón en esta planta. Desde aca se ven las barandas de la terraza y me enfoco en el salón que son asientos tipo sillones pegados a la estructura rectangular de el ambiente. Hay que bajar dos escalones para sentarse y entrar en las mesas. Los sillones son grises pero los largos almohadones mezclan estampas ralladas con colores vivos. La mesa exagonal del medio se lleva la atención con un enorme mosaico de cerámicas que arman una mándala de flores azules y blancas.

Los vitrales están en todas partes del Riad.

Oigo la puerta cerrarse y el aroma a incienso es tan a gusto que podría quedarme a vivir aquí para siempre, definitivamente.

Que lindo.

Los brazos de Blake rodean mi cintura y nos quedamos observando la fuente en medio del patio. Los pequeños fragmentos de cerámicas están en donde quieras que mires creando diferentes formas con todo y sus colores. Hay alfombras apiladas en las paredes como si fueran cuadros. Hay alfombras en todas partes, para ser sincera. Es como una explosión de arte muy amable a la vista. Una mesa rectangular tiene un juego de te y aperitivos de bienvenida. Con tantas plantas hay pajaritos que vuelan de un lado a otro.

Protegido (+21) [Libro 1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora