Capitulo 55

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Blake

Los días pasan más rápido de lo normal con el cambio que tuve que hacer luego del —según— ataque de ansiedad que tuve. Jamás viví algo así y, si bien me negué a ir a un médico, a duras penas y de tantas cosas que me dijo Teo, Mariah y Alexa, les hice duramente caso, nadie puede hacer las cosas mas que yo mismo asi que, al otro día de lo que me pasó me desperté y, según el conteo de Alexa, dormí más de trece horas seguidas, ella dice que en algunos momentos intentó levantarse pero que con mi brazo no se lo permití, claro que yo pienso que son puras mentiras suyas.

Ese día no fui a ver a mi hermana en la mañana, decidí más bien hacer por primera vez en un largo tiempo algo por mi. Concentrarme en hacer un poco de deporte fue el inicio, aunque...  mi primera incentivación fueron unos glúteos bien marcados con unas leggins grises que me incitaban a llegar al gimnasio fuese como fuese. Desayuné, lo hice por una necesidad, Alexa me dejó unas vitaminas para complementar los alimentos y así hasta el día de hoy es cómo funciona mi inicio de cada día. Levantarme con Alexa, entrenar una hora, desayunar, ducharnos y comenzar el día. Tuvimos sexo, claro, su límite de no tocarla no duró mucho y bueno, supongo que tampoco se pudo abstener al tener mi cuerpo tan cerca de ella. También lo volvimos a hacer en las duchas y llegué a la conclusión de que nuestros mejores encuentros se dan ahí, sin acordarlos pero sabiendo que terminan siempre con su cara sobre los azulejos y mi miembro abarcando cada centímetro de su intimidad.

Gimió mi nombre decenas de veces, me pidió que vaya más rápido y también más lento, poco a poco fue soltando aún más su sucio vocabulario y eso es lo que me tuvo hinchado a la hora de eyacular sobre su rostro, la manera en la que recibió mis líquidos y los degusto descaradamente se repiten en imágenes consecutivas en mi mente.

Y dejando en stand by los últimos siete días que pasaron con Alexa... Hablé con mi madre, pero ella previamente habló con Teo, lo supe porque me comentó el sábado que se acercó a insistir con la idea de ir al médico. Para el Domingo a la tarde me encontraba en la casa de ella, solo nosotros, hablamos mucho. Casualmente me enteré que Ethan, mi tío, se hospedaba ahí y, si bien no me sorprendió, cuando llegue ese día él no estaba. Lo agradecí porque tuvo mucho que pensar y claro, aunque me haya costado, reflexionar. La escuché con atención, sus relatos, siempre me gustó esa faceta de mi madre donde nos inculcó siempre el trabajo. Ver cómo se arreglaba para ir a laburar al igual que ver a mi padre fue un gran ejemplo para nuestras vidas, pero un día ella ya no se puso ese traje fino para salir, ni cogió su maletín lleno de carpetas y papeles. Un día solo se quedó a prepararnos el desayuno y jamás se fue ni nos dejó solos. Siempre me pregunté porque odiaba tanto su título, siendo ella tan exitosa y también muy talentosa en su rubro... ahora lo entiendo.

Para mi padre, ella era una mujer.

No en el sentido obvio.

Sino, en el sentido enfermo. Pensaba que era un vientre el cual le daría herederos y la verdad que escuchar el alivio que tuvo al oír a su obstetra que su primogénito sería varón fue consternante. Ahora entiendo esa diferencia que siempre hizo a comparación de mis hermanos pero más entiendo el alivio que tuvo ya que mi padre quería un varón, como si querer fuera una disposición que su organismo pudiera conceder.

Nací.

Luego vino Teo, y dos años después el siguiente embarazo pero recuerdo que fueron tiempos confusos, ese recuerdo de la piscina llena de sangre... ella había perdido el embarazo pero no había sido un aborto espontáneo, no. Ahora entiendo ese mecanismo que adoptó mi cerebro a la hora de confundir recuerdos y momentos.

Pero hubiésemos sido cinco.

Según mi madre, eran gemelos, también varones, pero el hecho de que la empresa haya tenido una recaída grave fue la razón principal para que mi padre la empujara y, producto de ese golpe con el piso, el resultado de la pérdida.

Protegido (+21) [Libro 1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora