Capitulo 48

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Alexa

Paz.

Extrañamente paz, a pesar de todo.

Sin pesadillas, sin sueños entrecortados, sin un pasado que me recuerda lo sucedido y sin insomnio por lo sucedido ayer.

Simplemente, paz.

—Buen día —oigo en un susurro a mi derecha en lo que siento la yema de un dedo recorrer mis pómulos.

Creo ser consciente de estar en ese punto del sueño en donde escuchas y sentís todo pero aún no tenés las fuerzas necesarias para abrir tus ojos y despertar por completo.

Me remuevo intentando espabilar y nuevamente escucho su voz.

—Sereia... —sigo la voz en el jardín en el que estoy y finalmente la luz surge como una línea fina que distingo hasta que, tras estirarme, lo primero que detallo es a Blake a mi lado recostado de lado.

Sonrío como un primer gesto volviendo a presionar fuertemente mis ojos mientras me estiro.

Tras abrir por completo mis ojos lo primero que noto es la luz natural que entra por las ventanas e ilumina todo el espacio. Lo segundo que noto es la bandeja enorme a los pies de la cama con un colorido desayuno, y lo tercero; Blake sonriendo con sorna tras negar y concentrarse en la televisión.

—Si sabía que te gustaba dormir tanto y que así te ves más tranquila, te hubiese dado anteriormente unas vacaciones de este tipo —suelta riéndose.

Me incorporo sentándome tras frotar mis párpados para observarlo mejor.

—No me quejaría si son con vos y yo en la cama, pero si queres me puedo ir —respondo copiando el mismo gesto de él y haciendo el amago de levantarme.

Pero claro, no me deja y vuelve a ubicarme a su lado tras tomar mi muñeca y hacer que vuelva a acostarme.

—Buenos días para vos también —me guiña un ojo y deja un beso en mis labios que se alarga en remotos segundos que parecen minutos.

—¿A dónde vas? —cuestiona cuando me pongo de pie.

—Al baño, culo millonario.

Lo último que escucho tras mi espalda es una carcajada que se pierde con el sonido de las noticias y queda en segundo plano cuando cierro la puerta. Tras hacer mis necesidades me acerco al lavabo y comienzo a revolver tras los estantes para ver si encuentro lo que necesito y si... efectivamente hallo un cepillo de dientes en caja. Lo tomo y comienzo a lavarme tras dar dos buches de agua. Con un peine procedo a desenrredar las puntas de mi cabello marcando la línea del medio y soltandolo tras mi espalda.

Era un desastre.

Tras terminar vuelvo a la habitación escuchando el sonar de su teléfono pero al verlo corta la llamada y toma la taza que se lleva a los labios y medio sonríe en medio del sorbo que da.

—No sabía que sabías hacer café —vocifero tras ver la bandeja que ahora está sobre sus piernas— Ni que sabías cortar frutas y hacer tostadas...

Me acerco ubicándome a su lado y separa sus labios de la taza para negar y pestañear seguidamente.

—Hago muchas cosas bien, narcomodelo, que no me veas haciéndolo no significa que sea un ignorante —suelta haciéndose el ofendido— Y desayuná.

Con un tenedor clava un trozo de frutilla y la pone sobre mis labios prácticamente obligándome a que la coma ya que presiona logrando que abra mi boca para atraparla entre mis dientes e introducirla para masticarla lentamente... muy lentamente.

Lo observo directo a sus ojos, como en el evento de ayer, cuando seguido de eso me deleitó con el movimiento de sus dedos en mi interior pero luego de abrir y cerrar rápidamente sus párpados se concentra en el café y me trago la risa para ir por la taza que me corresponde. Es café y después de probar un trago noto que, de hecho, está demasiado bueno.

Protegido (+21) [Libro 1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora