Capitulo 54

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Blake

Tomo rápidamente un café en la cocina de pie mientras Mariah me comenta limpiando la isla sobre el clima y las noticias del día que siendo sincero poco me interesa ni retengo ninguna información puesto que no son de mi interés. Lo único que sé es que necesitare más tazas de éstas durante el día, así que termino con el último sorbo y me acerco a la mesada para verter un poco más del líquido que me tomo en unos pocos minutos mirando un punto fijo en la pared. No me inmuto cuando la cocina se comienza a movilizar con las personas que la cruzan dando los buenos días y perdiéndose en la sala, supongo que para esperar fuera. Voy ya con diez minutos de retraso y aún no me acomode del todo ni la camisa.

—Señor Blake ¿Se siente bien? —oigo lejanamente a Mariah y noto la vista disimulada que me da Amparo mientras sigue limpiando el ventanal que da al jardín, asiento perdiendo mi vista en la linea ondulada y difuminada del color negro en el marmol blanquesino— Déjeme que le voy a acomodar ese cuello.

Y como si volviera al instituto, Mariah, como cada uno de aquellos días, se posa en frente estirando sus brazos, siempre pulcra y reservada en cuanto a la cercanía. Estiro un poco más mi cuello mientras tomo otro poco más de café en lo que me acomoda el borde de la camisa debajo del saco, que al parecer también lo llevo desprolijo puesto que también me acomoda los hombros.

—Ya —da un paso atrás y asiente para volver a lo suyo.

Llevo la taza nuevamente a mis labios y en medio del sorbo miro hacia el pasillo cuando oigo lo que parecía ser un sonido lejano.

Emerge del pasillo impetuosa, fina, elegante,toda ella.

No sé en qué momento trago o si realmente tome el líquido pero la observo arreglarse el cabello hasta que se gira y nos mira a los tres que estamos en la cocina.

—Buenos días —saluda seria y tras mirar a Mariah le da una sonrisa cálida.

—Buenos días, cielo ¿Desayuno proteínico? —pregunta la mujer al pie de la isla mientras dobla repasadores.

Alexa se acerca sonriendo y su cabello se mueve de lado a lado por cada movimiento que da mientras se acerca a mi. El sueño de repente se me va cuando me percato de que se acerca a mí y cuando asimilo que me saludará con un beso hace todo lo contrario.

Literalmente me ignora.

—Gracias Mariah, tomaré sólo un café, anoche descanse bien  —responde y la mujer se alegra de lo que oye alejándose llevando los trastes al lavavajillas.

La tengo de perfil, si girara unos centímetros juraría que podría tocar el cartílago de su oreja con mis labios. Su aroma no tarda en llegar y me obligo a no mirarla, a no girar, a no hacer nada más que tener la taza en mi mano y a no mover la otra que está apoyada en la mesada. Me transpira la palma y siento que mis nudillos rozan sus caderas.

Maldita sea.

Prepara su café pegada a mi, donde justo está la cafetera y junto las fuerzas que más me empuja a que le hable pero finalmente me separo de la mesada y dejo la taza en la vajilla

¿Durmió bien? pues me alegro.

—Hasta la tarde —vocifero sin mirar atrás dejando la cocina y terminando por ingresar en mi oficina.

Si Teo estuviera acá supongo que tendría una frase correcta para la tensión que acabo de vivir pero no pienso mover ni un dedo para hablarle. Y hablando de él...

—¡Buenos días a vos también carita sonriente!

—¿Qué pasa? —respondo mientras ubico el móvil delante mío con la videollamada y lo veo reflejado del otro lado en lo que parece ser su camioneta.

Protegido (+21) [Libro 1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora