Era tarde por la noche cuando aquel hombre toco mi puerta. Aún con la esperanza de no haber sido descubierta, abrí lentamente.
- Excusez-moi, vous voulez quelque chose? / Disculpa, ¿desea algo? - pregunté lo más normal que pude.
Él me miro mientras alzaba una ceja, metió su mano dentro del saco y de este extrajo un sobre blanco. Me lo entregó sin mediar palabra alguna, ni esperar alguna respuesta. Sin comprender lo que sucedía, el hombre se marchó. Entre nuevamente al apartamento mirando aquel sobre con intriga. Me recosté en el sofá examinando con curiosidad aquella carta. No tenia ninguna marca o algo que indicara quien era el remitente o de donde provenía. No estaba segura de cuanto tiempo lo estuve revisando, pero parecido una eternidad. Esperaba que no fuera algo problemático. Finalmente, chasqueé la lengua y lo abrí. Solamente una carta con unas cuantas palabras, solo eso contenía, y al final de esta unas iniciales que conocía bien.
A mediados de 1939 había decidido visitar a una vieja amiga, no por asuntos diplomáticos, solo quería verla como en los viejos tiempos. Quería creer que eso, al menos, la distraería de todo su trabajo. Esperaba que sería un par de meses, pero no fue así. En setiembre de ese año inicio la guerra y dos días después ella tuvo que tomar una decisión. Finalmente, el 3 de septiembre de 1939, ella y su esposo de le declaro la guerra a Alemania para garantizar su compromiso con Polonia. En ese momento, su semblante cambio y su sonrisa se desvaneció. Francia menciono que era momento de irme. Eso era lo que tenia que hacer, pero aun tenia sentimientos complejos dentro de mí.
- Sais-tu que tu as une beauté angélique, ma petite fille? / Mi pequeña, ¿sabes que tienes una belleza angelical? - dijo con un semblante triste como la primera vez que nos vimos.
- Je ne pense pas / No lo considero así - le respondí.
Ella sonrió - Prends garde, ma petite fille. Une belle fleur ne peut pas se flétrir / Cuídate, mi pequeña. Una flor tan bella no se puede marchitar - Esas fueron las últimas palabras que escuché de ella.
Un año después llego la noticia de que había sido capturada, pero no solo ella. Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos también habían caído. Las relaciones diplomáticas empezaban a complicarse en el mundo debido a la creciente expansión de la Alemania nazi. Cada nación tuvo que tomar alguna posición, la mayoría se mantuvo neutral incluyéndose.
Ese año volví, pero sin bandera, simplemente como una humana cualquiera. Con los años había logrado tener la habilidad de falsificar documentos, aunque lo mantenía en secreto. Gracias a ello pudo entrar a la Francia tomada. Logré disuadir a mis hermanos y el mundo que me encontraba en mi territorio por un tiempo, pero en 1941 tuve que volver por un conflicto territorio. Tenia asuntos que resolver con Ecuador, uno de sus hermanos. Lo único bueno de ellos fue que no se declararon la guerra y pudieron resolverlo gracias a Brasil. Por otro lado, estaba Bolivia, su pequeña hermana, con quien también había empezado a tener problemas. Aunque lo pudo solucionar y firmaron un tratado, el doler persistía. Ese año habían surgido demasiados asuntos que requirieron su presencia.
Ese periodo de tiempo no supe nada de lo que pasaba en el exterior, únicamente que se habían formado dos bandos. Pero las alarmas sonaron cuando Estados Unidos fue atacado. Ya no era solo era Europa, y con la declaración de las Naciones Unidad el 1 de enero de 1942 se terminó de formar los dos bandos de aquella guerra.
Finalmente, a inicios de 1943 volví a tierras francesas, pero nada era como antes. La mujer con quien trabajaba había sido captura y todas las operaciones desmanteladas. Ya no había nada que hacer y era demasiado peligroso quedarse. Me resigné y planeaba partir al día siguiente, pues aquel lugar seguro ya había sido descubierto. Pero la puerta sonó y ahora entre mis manos aquella carta.
"I didn't think you would come back, but somehow it makes me happy. I need to see you as soon as possible, I'll be waiting for you in London. Ate. U.K."
"No creía que regresarías, pero de alguna manera me alegra. Necesito verte lo antes posible, te espero en Londres. Atte. U.K."
Me levanté y lance calle carta al fuego. Mientras veía arder aquel pedazo de papel, mi mente solo divagaba entre el pasado y el presente. Quien diría que con una simple carta iniciaría una larga travesía donde mi corazón sería el más lastimado, realmente no conocía cuan cruel puede ser el destino.
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Secretos de un pasado tormentoso
Historical FictionUn alma pura se puede destruir de mil maneras. ¿Cuántas veces más tiene que pasar? - Podrías, por favor - con una mirada maternal en su rostro, ella pidió. - Claro - Desde hace cuanto que hacíamos esto, se preguntó mientras cambiaba su apariencia a...