🙞 Ⅲ 🙝

270 28 1
                                    

Miro por la ventana con desánimo, aunque había tenido un golpe de suerte en aquel momento, no era seguro que volviera a suceder. Observo de reojo al contario, de alguna manera tenía que alejar a Berlín, una vez que viera a 3° Reich pensó con preocupación. Realmente sería un dolor de cabeza si lo tuviera rondando por ahí, demasiado frío, calculador y difícil de engañar. Aunque pudiera cambiar de apariencia, estaría vigilado de alguna manera. No habían vuelto a dirigirse la palabra en todo ese viaje más que lo mínimo necesario, tomo aire por un momento inverso en que haría cuando llegara. A pesar de que había logrado despistarlo, empezaría a sospechar en algún punto.

- Pronto llegaremos - rompió el silencio en que nos encontrábamos - Espero estés preparado - expresó con seriedad.

Fruncí el ceño, se decía que Reich se había vuelto completamente loco cuando ascendió al poder. Haciendo lo mismo que su padre, aunque mucho peor. Había enloquecido a tal punto que nadie podía detenerlo. Miré fijamente a Berlín, no queriendo ahondar más en ese tema.- Eres guapo - mencioné sin razón alguna, solamente para romper la tención generada - Deberías casarte con uno de mis hijos - divague mientras le sonría. 

- Me encantaría, pero tendría que ir a conocerlos - formulo sin vacilación. 

Únicamente había mencionado el matrimonio con intención de molestarlo, pero su respuesta me tomo por sorpresa. Lo vi buscando algún indicio que me dijera que estaba siendo irónico, pero no había duda en su mirada. - No creo que alguno se enamore de ti - respondí con frialdad. El contrario permaneció serio y tranquilo. ¿Qué planeaba?, me pregunte. 

Después de aquello ninguno de los dos volvió hablar, únicamente se escuchaba en traqueteo de las ruedas contra el camino. Volví mi vista hacia la ventana, los árboles al rededor hacían una vista maravillosa. Después de una hilera de estos se pudo visualizar una mansión en medio de campos verdes. Eso me inquieto, una casa de campo no era un lugar adecuado para dirigir una guerra. Realmente está demente, pensé. 

Al llegar aprecié con mejor detenimiento el paraje, no era una casa realmente impresionante. Al salir de aquel vehículo sentí el frío calar hasta mis huesos. Berlín solo señaló hacia delante esperando que lo siguiera, cada paso que daba sentía que mi cuerpo temblaba. Realmente se había convertido en un completo psicópata, me preguntaba. Llegando a un par de puertas, Berlín toco y recibiendo un adelante del otro lado ingreso, dejando la puerta abierta y a mí afuera. 

- Führer / Líder - escuché que lo saludaba mientras levantaba la mano.

- Ich hoffe du hast bekommen, wonach ich gefragt habe / Espero que hayas conseguido lo que te pedí - su voz gruesa retumbo por el pasillo.

- Es tut mir leid, dass ich keine guten Nachrichten habe / Lamento no tener buenas noticias - pude ver como un vaso pasaba por el costado de la cabeza de Berlín y se estrellaba en alguna parte.

- Inkompetent / Incompetente - grito. Realmente había sido una buena idea hacer esto, reflexioné. Siguió gritando algunas palabras, pero no lograba entender qué decía. Parecía completamente fúrico. 

- Ich habe jemanden mitgebracht, der interessiert sein könnte / Traje a alguien conmigo que le puede interesar - sumamente tranquilo menciono Berlín después de una pausa. No se escuchó respuesta alguna, pero él giró su mirada hacia mí y me hizo una señal para pasar. El rostro, que no habría visto desde hace unos años, me observaba con sorpresa. 

- Debería ser un gusto volverte a ver, pero no serian palabras sinceras, Reich - expresé mientras me sentaba en uno de los sofás del despacho.

- ¿Tú? - dijo aún más sorprendido - ¿Qué haces aquí? - cuestiono con incredulidad.

- Deberías preguntarle eso a él - señalé a Berlín - Me secuestro.

Secretos de un pasado tormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora