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Término de abotonar la manga de su camisa para luego ponerse el abrigo, miro su reflejo por un minuto para luego voltear. El extenso cabello que tantos días había presenciado ya no estaban, al igual que las facciones femeninas que lo habían acompañado. Ahora solo se reflejaba a un hombre de cabellos negros. Cogió la nota que había dejado sobre la mesa y la volvió a leer, arrugándola poco después. La carta lo había tranquilizado de alguna manera, si no fuera así, hubiera ido en ese preciso momento con sus hijos, no le importaría tener que cruzar el basto océano. Lima dijo que lo estaba esperando, y que sus hermanos estaban feliz de que volviera. Era momento de volver a su verdadero hogar, con su pueblo.

Salió del cuarto con paso firme, recorrió los pasillos lo más rápido que podía. Su corazón pesaba, evitando poder avanzar con facilidad, tuvo que evitar cierto cuarto. Cuando finalmente llego a la entrada de aquella casa, no pudo evitar mirar atrás. Esas paredes albergaban muchos momentos, esos muros guardaban el secreto de un amor prohibido. Apretó los puños, ya no era Ilaya, se dijo así mismo, ya no era la amante de Reich y ya no era la madre de Alemania. Esa mujer había muerto, esa ilusión había perecido, y por eso, los sentimientos que tenia también debían morir. Porque si no lo hacía, no podría avanzar. Tenia que soltar, tenia que irse. 

Los pasos de un par de botas, acercándose, lo sacaron de sus pensamientos. Cuando giro la mirada, se topó con un par de ojos azules. Un humano de cabellos rubios como cualquier otro, hasta se podría decir que parecía común, se acercaba. Este le sonrió, parecía feliz, eso le molesto.  Tan arrogante, pensó. 

- Du siehst gut aus / Se te ve bien - menciono cuando este le alcanzo - Scheint kein Staat zu sein / No pareces ser un state.

- Es war nicht einfach / No ha sido fácil - agrego. Al principio creyó que sería sencillo, lamentablemente no fue así. No podía concentrarse en cada parte a la vez y cuando por fin lo consiguió no pudo mantenerlo. Su mente siempre olvidaba alguna cosa, si no eran sus ojos era su cabello, y con ello, después de un tiempo, dejaba la apariencia humana que había conseguido. Aún le era difícil, pero podía conservar esa apariencia por un par de dios, pues era un constante desgaste mental. El azul alejó esos pensamientos  - Unser Flug geht in ein paar Stunden, wir müssen los / Nuestro vuelo es dentro de pocas horas, tenemos que irnos. 

El pelinegro soltó una leve carcajada, pues vio al contrario fruncir el ceño y sudar un poco. Aunque tenia que admitir que se había esforzado por aprender lo más rápido posible, aun así estaba lejos de poder mantener esa figura por un largo tiempo. Ya que su límite estaba en dos días, era mejor viajar en avión. Cosa que habían conseguido solo porque el tenia un puesto muy alto - Konzentriert / Concéntrate - aconsejó.

Él asintió y subió al vehículo que estaba estacionado - Ich fahre, damit wir nicht auffallen. / Manejaré, así no llamaremos la atención.

- Trägst du deshalb diese Uniform? / ¿Por eso el uniforme? - pregunto. Ya que recién se había percatado de que portaba la distinguida vestimenta de su milicia.

- Es ist Teil des Aussehens / Es parte de la apariencia - menciono - Ich werde jetzt dein Vormund sein. / Seré tu guardia por el momento.

- Das ist interessant / Eso si es interesante - respondió - Berlin / Berlín.

El auto arrancó y con ello yo no debía mirar hacia atrás, pues había sido el final. Pero su corazón flaqueó, volvió a voltear, a ver la mansión donde había vivido. Especialmente su mirada se dirigió hacia una ventana en específico. Él se levantará pronto, pensó, mientras veía como la edificación poco a poco se hacía más pequeña - Deutschland / Alemania - susurro. 

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El viento soplaba y con él, el hermoso cabello castaño de ella. Le sonreía tiernamente desde la distancia, mirándolo con cariño - Deutschland, Schätzchen / Alemania, cariño - lo llamo con dulzura - Komm zum Essen / Ven a comer - le dijo. Era una hermosa tarde la cual decidieron salir a almorzar al aire libre, ella había extendido un mantel sobre la hierba y encima varios platillos. De los cuales, uno de ellos había llamado su atención. Un postre que nunca antes vio, servido pulcramente en una copa. Quiso probarlo desde que lo miro, extendió su mano, pero Ilaya lo alejo de su alcance - Nein / No - le prohibió - Sie müssen zuerst essen, dann gibt es Nachtisch / Debes comer primero, luego tendrás el postre - menciono firme. 

Él asintió, y con eso consiguió que ella besara su mejilla. Estaba feliz de pasar tiempo con ella a solas, pues su padre había tenido trabajo que hacer y no había podido acompañarlos. Lo prefería así, ya que el mayor solía apartarla de él, siempre cogiéndola de la cintura. Eso le molestaba. Con esos pensamientos termino su porción rápidamente, sin darse cuenta - Ilaya - la llamo. 

Esta lo miro y le extendió el plato que anteriormente le había quitado - Ich hoffe du magst es /Espero te guste - dijo. Él cogió una cucharada del manjar y se lo llevo a la boca. 

Sus ojos se abrieron de golpe, ¿ese había sido un sueño o un recuerdo? Se cuestionó por un minuto. Se levantó de las sabanas, su barriga gruño, pues aún permanecía en su mente aquel postre que Ilaya le había preparado. 

Él sonrió inconscientemente, Ilaya, pensó. Por ella, había decidido llegar a convertirse en una gran representación. Saldría adelante, a pesar de la guerra, él sería el mejor. Ella, quien le había mostrado cariño, no sufriría, eso había prometido, la protegería. 

Salió de la cama y se dirigió hacia la ventana, pues le gustaba ver como sería el clima ese día. Podrían ir a pasear, planeo. Abrió la cortina, pequeños rayos de sol empezaban a salir, observo un momento los árboles y entre ellos un auto alejarse a la distancia. Ese sería un buen día, creyó, pues no había llovido la noche anterior, se recostó en la baranda viendo los pájaros volar. Esperando a que esa puerta se abriera y una castaña ingresara como cada mañana, pero esa puerta nunca más se abrió. 

Nota 1: El postre que preparo Ilaya es Suspiro a la limeña

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Nota 1: El postre que preparo Ilaya es Suspiro a la limeña. Alemania al probarlo le encanto y constantemente le pedía que le preparara dicho alimento, por eso es que suele soñar con este. 

Nota 2: Suspiro a la limeña: Este postre se origina a mediados del siglo XIX en la ciudad de Lima. La historia de su elaboración se inicia con Amparo Ayarza, esposa del escritor y poeta peruano José Gálvez Barrenechea. El postre fue bautizado así por el mencionado poeta peruano quien, al probar un dulce ideado y preparado por su esposa, quedó encantado con su sabor y textura. Según las crónicas de la época, el vate dijo que la preparación era "suave y dulce como el suspiro de una mujer"

Secretos de un pasado tormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora