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Un pelirrojo azotaba la puerta con furia mientras entraba a su oficina. La ira era evidente en sus ojos, apretó los puños y golpeo la mesa haciendo caer unos papeles mientras se sentaba. No podía entender como aquel pequeño country se le había escapado tan fácilmente, Perú  había llegado a su base como una ráfaga y como tal se había ido. Simplemente, reportó que tenía que regresar en una nota dejada a U.K., ni siquiera a él se lo habían informado. Mientras que el inglés había aceptado sin tomarle mucha importancia, lo dejo hacer lo que quisiera. Suspiro y recogió los informes tirados para volver a leerlo arrugando estos al acto. Había enviado varios espías cundo se enteró de que este se marchaba, pero solo sé sabia que había llegado a una ciudad cercana a la frontera y que de ahí no había rastro alguno. Nadie podría desaparecer como si nada, era imposible. ¿Acaso tenía otra forma de pasar desapercibido? 

Un golpe en la puerta lo saco de sus pensamientos -  Заходи / Adelante - dijo serio. 

Un soldado humano se presentó ante él - Сэр, новые отчеты о наблюдении врага / Señor, los nuevos reportes de la vigilancia del enemigo - menciono después de dejar una carpeta en el escritorio. Este hizo el ademán para que se retirara y este se despidió con un saludo marcial. 

El soviético miró intrigado los papeles y los tomo con desgano, leyó rápidamente el contenido, el cual era el mismo que los anteriores. Reich permanecía oculto en uno de sus búnkeres, sin intenciones de salir. La guerra estaba yendo en su contra, hasta el momento las fuerzas aliadas habían logrado detener el avance alemán llegando incluso hacerlas retroceder, pero a pesar de esto su ejército seguía resistiendo. 

El tercer Reich, su amigo de la infancia y a la vez su rival, tenían una relación complicada pese a que habían vivido juntos. Sus estados esperaban demasiado de ambos, grandes naciones que necesitaban grandes representaciones. ¿Por qué se había complicado? ¿Por qué lo había traicionado? ¿Por qué había roto el pacto? Eran preguntas que quiso hacerle cuando lo capturo, sin embargo, no pudo hacerlas. 

Se había enamorado de él mucho tiempo atrás, incluso sabia que el contrario le correspondía. Cogió la botella de vodka y se sirvió un trago, ya era inevitable detener sus recuerdos. Pensó que podían tener una relación más allá que las diplomáticas, después de aquella noche en la que los dos estuvieron juntos. En una de sus tantas visitas habían decidido tomar unos tragos después de sus reuniones para relajarse, no estaba seguro como sucedió, pero ambos terminaron besándose. Gruño al sentir como la amarga bebida quemaba su garganta, esa  noche sus cuerpos se unieron por primera vez. Al amanecer, él tuvo que irse aunque no quería y en un acto de complicidad decidió vestirlo por si es que un humano llegaba a verlo. Poco tiempo después él le pidió firmar el Pacto Ribbentrop-Mólotov. ¿Acaso estaba equivocado? Se cuestionó cuando sus tropas invadieron su territorio en junio de 1941. Finalizando la batalla y capturándolo, grande fue su sorpresa cuando el germano parecía no recordar lo que había pasado, inclusive rechazándolo. No supo controlar su enojo y lo poseyó. Cuando volvió en sí decidió liberarlo, acto que ahora se arrepentía. Había conseguido a alguien más, alguien en quien confiaba. Reich no podía ser tan idiota y creerle a ese pequeño Country, tenía que haber algo más. Pero si lo había aceptado porque lo rechazo a él. Frunció el ceño, él era suyo, no le permitiría olvidarlo. Solo era cuestión de tiempo para volver a tenerlo en sus manos, solo tenía que ganar esta guerra y volver a capturarlo. 

Un nuevo golpe en la puerta llamo su atención, aun viendo los papeles dio permiso a que pasara a quién se encontrara fuera. Una melena tricolor atravesó la habitación, con un uniforme de aviación y el número 201 bordados en un de sus brazos - Jefecito, he vuelto de mi misión - dijo aquella persona con una alegre voz. La mirada de URSS se suavizó cuando ese par de ojos café se cruzaron con los de él.

- Мексика / México - lo llamo mientras se levantaba y se dirigía hacia él.

- El reconocimiento fue un éxito - menciono mientras extendía unos papeles - Pronto podre ir por Filipinas - estaba decidido - Imperio Japones me la pela.

El mayor sonrió divertido, la altitud del latino le era agradable siempre contento y lleno de vida - ¿No viste a América? - le cuestionó.

- ¿Eh? ¿Al pinche gringo? - dijo algo confundido - No quiero verlo ni en pintura - dijo molesto - Por mí que permanezca alejado de mí, o si no le daré unos madrazos - había fruncido el ceño - No pudo proteger a Filipinas de la invasión del nipón. Es un idiota, espero que se separen cuando todo esto acabe.

- América ha estado muy interesado en la ofensiva contra el asiático - mencionó - Incluso regreso de una batalla en la cual tuvo una gran victoria.

El mexicano rio - Fue un golpe a su ego, pero no le perdono que haya dejado que capturaran a Filipinas ¿Me pregunto como estara?

El pelirojo sintio la preocupacion del otro por lo que tomo su mano - La guerra no durara mucho - trató de consolarlo por asi decirlo. 

El contrario acepto su gesto un poco nervioso, golteo rapidamente tratando de desviar su atencion hacia otro lado - Solo vine a reportar mi regreso - formulo rapidamente - Así que me retiro - dijo para salir rapidamente de la oficiona sin recibir respuesta a cambio. 

El pelirrojo se quedó viendo el lugar donde antes había estado prado el latino, ¿En qué momento se habían vuelto cercanos? Cerro su puño, tratando de retener el calor que el otro le había dejado. Las risas de unos niños se escuchó a las afueras, se acercó a la ventana para averiguar de que se trataba aquel alboroto. Sus hijos habían tumbado al mexicano y ahora se encontraban encima de él mientras reían. Este acariciaba tiernamente la cabellera de Bielorrusia, una cálida bienvenida. Se quedó viendo aquella escena por un tiempo, México había sido el primer country americano que lo reconoció como una nación y con quien había entablado relaciones diplomáticas. Una persona alegre y cálida, alguien a quien él quería tener. 

Decidió volver a sus asuntos así que se dirigió a su escritorio donde había dejado los reporte sobre Reich, su mirada se oscureció, nada que le pertenecía podía escapar. Arrugo el papel y lo dejo caer en el basurero. Lástima que el soviético, no leyera las últimas líneas de aquel reporte, líneas donde mencionaban el regreso de la supuesta niñera del hijo del germano. 

 

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Secretos de un pasado tormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora