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El nipón no pudo evitar dirigir su vista en aquella mujer de cabellos marones que jugaba con el hijo de Nazi. Algo en ella le había llamado la atención y eso lo intrigaba. Aún más era su asombro pues no creía que una humana cualquiera pudiera acercarse a un country, Nazi nunca antes lo había permitido. Entonces, ¿qué tenía de especial esa mujer? Se preguntó. Al verla voltear pudo ver su rostro, poseedora de una belleza sobrenatural. Ningún humano podía ser tan bello, ninguno que haya visto antes lo había sido. Sus ojos avellanas se fijaron en su mirada, realmente hermoso. Si fueran de un color dorado pudieran ser como el oro, pensó. En eso, sintió un déjà vu. Algo dentro de su cabeza se había iluminado, un pensamiento o mejor dicho, una persona apareció en su mente, aunque fuera algo poco probable. Se sintió irritado, y no pudo evitar reír para sus adentros, esta era la razón por la que él no había vuelto a la base central. Algo realmente intrigante, quien creería que aquel pequeño country estaría en tierras alemanas. Bueno, si ese era el caso, podrían aprovechar su presencia y tal vez ganar algo de ventaja. Solo para estar seguro, activo la habilidad en sus ojos, rojo y blanco, colores que había visto antes. - / 私はあなたを持っています / Te tengo - dijo para sí mismo. Aunque el género era otro, estaba seguro de quien se trataba - ペルー / Perú

Después de la reunión con Nazi e Italia fascista, pensó en buscar aquella mujer que no sacaba de su menté. Realmente era bella, pero le interesaba otra cosa. Mejor dicho, estaba planeando como utilizarla a favor de la guerra. Sabía bien que esa nación tenía una relación cercana con su enemigo, por lo que había la posibilidad que los aliados pudieran confiar en ella y con eso poder infiltrarse. No sonaba como un mal plan, podrían tener información desde dentro si llegaba a lograrlo y la información era ahora que más necesitaban. Lo que no tenía clara aún era como hacer que ese bicolor colaborará con ellos. ¿Tal vez atacar su nación? No sería complicado, ya que ambos estaban conectados por el océano pacífico, aunque suponía que este contraatacará y con eso un desperdicio de naves y tropas que no tenía. Suficiente era tener que luchar con el americano de 50 estrellas. Entonces, ¿qué otra cosa podría usar? La vio pasar con Alemania en brazos como por arte de magia, este último sujetado de su cuello parecía que se dormiría en cualquier momento. Una idea pasó por su mente, pero primero tendría que hablar con Nazi. No pudo evitar sonreír, el amor por aquel niño sería su debilidad y para él una ventaja. 

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Había llevado a Alemania a su cuarto, debido a que este empezaba a quedarse dormido y no quería que el pequeño durmiera en un sofá duro. Rezó internamente para no toparse con ninguno de los otros countrys ahí. Camino con su mirada fija a donde iba con un paso firme, era mejor apurarse. Sintió un alivio cuando llego, al menos podría esconderse en aquel cuarto por un tiempo más. Acostó al pelinegro en su cama y lo acurruco con las mantas. 

- Ilaya, kannst du mir einen Gute-Nacht-Kuss geben?/ Ilaya, ¿puedes darme un beso de buenas noches? - Le susurro timidamente, realmente era adorable, ¿como alguien como él podría ser hijo de Reich? Se preguntó - Bitte / Por favor

- Natürlich Schatz / Claro cariño - le respondió - Was du willst / Lo que tú quieras - Besé ligeramente su cabeza y me quede a su lado hasta que se durmió. No estaba segura cuanto tiempo permaneció ahí, solo que se quedó dormida en algún momento. 

El sonido de la puerta al abrirse la despertó de golpe, en el marco de esta estaba parado un alemán con una mirada molesta. La vio y se dirigió hacia ella, la cogió de su brazo para obligarla a pararse - Tú y yo tenemos que hablar - la saco del cuarto y la jaló hacia su habitación - Ahora me dirás, ¿Quién más conoce sobre tu apariencia humana? - me empujó sobre la cama - ¡Dime! - me gritó. 

Secretos de un pasado tormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora