Eli Clark

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Tua Cantante VI (último)
Advertencia; angst porque cuando estoy triste me salen cosas tristes.

La joven mujer del grupo de personas despertó desorientada en el granero del patio de la propiedad, miró confundida a todos lados hasta que vió una figura en la esquina de la habitación

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La joven mujer del grupo de personas despertó desorientada en el granero del patio de la propiedad, miró confundida a todos lados hasta que vió una figura en la esquina de la habitación.

—Por fin vuelves a despertar, comenzaba a preocuparme porque no lo volvieras a hacer, te desmayaste camino al granero –habló la persona al otro lado de la habitación.

—¿Por qué...por qué estoy viva? –preguntó desesperadamente mientras palmeaba todo su cuerpo en busca de heridas las cuales ya habían sanado.

—Escucha mocosa, cuando hago una promesa la cumplo y te prometí la inmortalidad –antes de que la joven pudiera decir otra palabra _____ se giró con una bolsa color rojo en las manos, de inmediato el aroma llegó hasta las fosas nasales de Diana que por poco se abalanza contra el por ella —Te la daré, pero primero necesito que hagas algo por mí, ¿es un trato? –podía no aceptar e intentar quitársela pero debido a que estaba pasando por la transformación y el era un original la desventaja que tenía era abismal, no tenía otra opción más que aceptar por lo que extendió su mano y la estrechó con la de el.

Una vez soltaron sus manos, tomó una caja y se la entregó a Diana.

—Necesito que entregues esto a un chico castaño de ojos azules, tiene unas marcas debajo de los ojos y siempre está acompañado de un búho –pudo notar como sonreía un poco y sus ojos estaban cristalizados, pero no lloraba.

—El es especial, ¿verdad? –a pesar de lo que había hecho a sus amigos pudo sentir empatía por el, estaba teniendo una vida feliz y ellos habían llegado a arruinarlo —Lo lamento...si quieres puedo hablar con la persona que nos contrató y...

El joven rubio de ojos verdes azulados la interrumpió dándole un teléfono.

—Quiero que lo llames y le digas que llevaras lo prometido a cualquiera que sea su punto de encuentro –lo miró sorprendida, con los ojos abiertos como platos por decidir entregarse solo, cambió su ropa por otra limpia bajo la mirada de la mujer la cual aún sostenía la caja que le había entregado con una mano y el teléfono en la otra.

—¿Está seguro? –preguntó, el asintió y fue así como procedió a marcar el número para acordar la fecha, hora y punto de encuentro.

—Aquí tienes, puedes tomar mi lugar aquí –le dió la bolsa que contenía sangre, por su parte ella lo miró extrañada; le explicó de que iba la dinámica y al no tener nada que perder aceptó tomar su lugar.

No sólo eso, también le había hablado sobre todo lo que conllevaba ser un hijo de la noche y los peligros que podían perseguirla.

—No olvides darle eso, por favor –señaló la caja una vez estuvieron delante de la mansión, se sientía mal al no hacerlo personalmente pero le hubiera dolido más hacerlo.

—No lo haré –prometió, el comenzó a alejarse y antes de perderse de su vista lo llamó —¡_____! ¡Gracias por darme la oportunidad de volver a formar mi vida, se lo agradeceré por siempre!

Sus amigos que aún seguían dentro del lugar escucharon esto y el primero en salir corriendo a ver qué ocurría había sido esa persona de la que tanto le había hablado, al verlo lo reconoció al instante y con una sonrisa en el rostro le entregó la caja.

—____ me pidió que le entregara esto –confundido la tomó y busco con la mirada al joven de cabellos rubios —Se marchó.

Aquellas dos palabras le rompieron el corazón, el pensar que habían tenido una oportunidad de ser feliz que se vió arruinada por los prejuicios de los demás era algo que le dolía. Entró de nuevo al hogar con el corazón en las manos y se dejó caer de rodillas al suelo mientras lloraba de forma desconsolada alertando a los demás.

—¿Sucedió algo? –preguntó Michiko, al no obtener una respuesta supuso que se trataba de él, pues tampoco lo habían visto volver con la mujer.

Pasaron horas que se convirtieron en días, días que se convirtieron en semanas, semanas que se convirtieron en meses y meses que se convirtieron en años pero nunca regresó, asumiendo lo peor Eli no tuvo otra opción más que continuar con su vida por más que esto le doliera.

—¿Puedo hacerte una pregunta? –Diana le preguntó, pues después de todo la habían aceptado y cuidado como otra más de ellos, el castaño asintió —¿Qué decía la carta que te entregó?

Se removió en la silla y suspiró encogiéndose en hombros.

—No la he leído –a todos casi se les cae la boca al escuchar aquello, todos asumían que sí lo había hecho.

—¿Después de tres años no la leíste? –Mary se preguntó como nunca había tenido la curiosidad de leerla.

—Quería leerla cuando volviera –una pizca de tristeza se alcanzó a distinguir en su voz, metió la mano dentro del bolsillo del abrigo estilo detective que llevaba y sacó la carta que sorprendentemente conservaba demasiado bien, no tenía ninguna arruga, el sobre permanecía blanco y parecía prácticamente intacta —Pero puedo hacerlo ahora.

Todos se prepararon para escuchar el contenido de la dichosa carta, se aclaró la garganta y comenzó a leerla.

A Eli:

Espero que cuando estés leyendo esto estés siendo feliz, sin mi, pero feliz. Tal vez te preguntes porque me marché, me di cuenta de que al permanecer ahí más que hacerles bien les hacía mal; ustedes solo corrían peligro estando a mi alrededor, un ser que ha visto civilizaciones construirse y destruirse, que ha participado en más de cien guerras y ha visto la muerte con sus propios ojos.

Nunca me gustó ser un monstruo, yo no pedí ser convertido en una bestia que estaba destinada al sufrimiento eterno, es por eso que prefería huir de mis problemas pero el día de hoy después de todo lo que hice decidí que no le daría más la espalda a mis problemas y si moría sería haciéndoles frente, sin importar como resulte esto no tengo planeado volver a tus brazos, no porque no te ame o no te extrañe, más bien se debe a qué a cualquiera lugar que vaya la muerte y los problemas me seguirán persiguiendo y no podría soportar que algo te pasara por mi culpa.

Fuiste la persona correcta pero el tiempo y el lugar eran los equivocados, así que espero poder volver a encontrarme contigo si no es en esta vida, en la próxima. Siempre estaré esperando por ti, mi tua cantante.

Al terminar de leer se dió cuenta de que había una pequeña probabilidad de que siguiera con vida, pero la había. Se levantó con rapidez ignorando los llamados de sus amigos y corrió hacia el piso de arriba pensando en todos los lugares en los que su amado pudo haberse refugiado. No debía llenarse de esperanza pero estaba ahí y si existía aunque fuera tan poca la probabilidad se arriesgaría a seguirlo hasta el fin del mundo.

—Prometo que te encontraré.

Chérie - identity v | o.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora