Chérie - identity v | o.s

Naib Subedar

Eres un gato II
Advertencia: contenido homosexual.

Habían pasado dos semanas desde que ______ había conocido a aquel molesto felino, sus personalidades eran completamente opuestas pero eso no les impedía ser mejores amigos, se complementaban el uno al otro.

Naib había notado que esta última semana su amigo se encontraba un poco decaído, le costaba más trabajo hacerlo reír y con trabajos le sacaba una sonrisa, estuvo pensando durante todas las noches que era lo que le ocurría pero no podía pensar en nada, creyó que tal vez era mejor idea preguntarle.

Encontró a _____ como siempre paseando por los jardines bien cuidados del castillo de la reina Blanca, los cerezos que hace meses estaban cerrados habían florecido y pintaban el lugar de colores rosados, se acercó con cuidado de no asustarlo y tocó su hombro llamando su atención.

—Oh, hola Naib –murmuró cuando se volteó y lo observó, este hizo una mueca.

—Seré directo _____, no sé que te ocurre desde hace días y quiero ayudarte, pero no puedo hacerlo si no me dices que sucede –fue directo al grano, no le gustaba darle mil vueltas al asunto.

—Sobre eso... –se dirigió hacia uno de los cerezos y se sentó debajo de este haciéndole una seña a Naib para que le siguiera.

Recordó el día que se conocieron mientras caminaba hacia el y se sentaba a su lado lleno de curiosidad.

—Naib, ¿sabías que la curiosidad mató al gato? –preguntó con un toque divertido.

—Ja ja ja, me muero de la risa –habló con obvio sarcasmo, _____ evitaba el tema cómo podía –No puedes hacerme un idiota, te conozco lo suficiente para saber que intentas distraerme para no hablar sobre eso y yo no te voy a dejar.

_____ suspiró, lo estaba colocando entre la espada y la pared.

—Algunas veces extraño mi hogar –rompió el silencio que se formó en unos segundos, el felino le miró con atención –Pero, otras veces lo único que quiero hacer es quedarme aquí para siempre y no sé, todo es muy confuso para mí –abrazó sus piernas.

Una mueca se formó en el rostro de Naib, nunca se le cruzó por la cabeza que esa podía ser la razón por la cuál se encontraba mal.

—Puedes irte si quieres y volver, siempre serás bienvenido aquí –murmuró, ______ lo miró dándose cuenta de que tenía las orejas un poco bajas y su cola no se movía como siempre solía hacerlo.

—Ese es el problema, si me voy estoy seguro de que no voy a volver nunca porque mi madre querrá que siga los pasos de mi padre –Naib dirigió su mano con timidez hacia su cabeza y acarició su cabello, sabía que a _____ le gustaban los chicos y en su mundo no sería aceptado tan fácilmente.