Aesop Carl

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La tensión en el comedor podía sentirse desde kilómetros, todos comían en silencio, pues nadie se animaba a hablar del tema

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La tensión en el comedor podía sentirse desde kilómetros, todos comían en silencio, pues nadie se animaba a hablar del tema. La mayoría estaban exhaustos, desde que llegaron a la mansión sentían que alguien los monitoreaba, pero las últimas semanas era más evidente que alguien los vigilaba muy de cerca.

—Ya no voy a soportar esto –William golpeó la mesa con su mano provocando que Helena, que estaba a su lado diera un salto en su lugar por el repentino acto.

—¿Puedes controlarte? estamos en la mesa –lo reprendió Joseph mientras bebía té que había preparado junto con Mary.

—¿Alguien nos acosa y eso es lo que me dices? –le responde sarcásticamente el moreno mientras se cruza de brazos, miró a Aesop suplicándole con la mirada que dijera algo, este se aclaró la garganta.

—Creo que deberíamos discutir ese tema, ni siquiera puedo dormir sin preguntarme quien me está observando –habló con tanta tranquilidad que por un momento William creyó que el tema no le molestaba.

—Las cosas que ocurren en este lugar no les incumben –escucharon una voz distorsionada por los altavoces de la residencia.

—¿Q-qué? –Mike tembló en su lugar y Norton le sonrió un poco en el intento de tranquilizarlo, estaban reunidos, por lo tanto entre cazadores y supervivientes podrían contra quién les quisiera hacer daño.

—¡¿Quién eres?! –exigió saber Servais, una risa se escuchó del otro lado.

—Deberías ser más respetuoso con las personas que salvaron tu vida, ¿no crees? –en la sala, todos intercambiaron miradas, no veían venir esa respuesta –Estoy viendo sus rostros y no, no soy el anfitrión. Soy algo así como un asistente y va siendo tiempo de conocerme, creo que los conozco mejor que ustedes mismos.

Los altavoces se apagaron y minutos después en los que nadie habló, la puerta del comedor se abrió dejando ver a una joven castaña con el cabello desarreglado y ropa informal, no parecía una asistente.

—Creí que era chico –susurró Freddy a los demás, ella colocó sus manos sobre su cadera y le miró indignada.

—Una señorita también puede tener este trabajo señor Riley –suspiró y continuó –A mi tampoco me agrada vigilarles, solo cumplo con mi deber.

Se excusó mientras levantaba las manos en señal de paz, Michiko decidió tomar la palabra.

—¿Hace cuánto nos observas? –preguntó, ella rascó su nuca y rió nerviosamente.

—Desde que llegaron los primeros, pero no los observo todo el tiempo, tengo más cosas que hacer–respondió, la geisha abrió los ojos con sorpresa y asintió.

—¿Puedes sacarnos de aquí? –preguntó Tracy con curiosidad.

—B-bueno, debo recordarles que ustedes accedieron a vivir aquí durante el tiempo que fuera necesario, tengo prohibido hacer lo que me preguntas. Escuchen, todos estamos aquí por un beneficio, así que yo en su lugar no lo echaría todo por la borda intentando hacerme daño –las últimas palabras en realidad fueron un amenaza cubierta de miel.

—¿Y cuál es su beneficio, señorita...? –el albino la miró, ella sonrió ampliamente.

—Señorita Samantha, soy historiadora y mi "beneficio" es que todas las expediciones que desee hacer estarán financiadas por el anfitrión –en una parte de la mesa, Aesop miraba su rostro con los ojos entrecerrados, la había visto en algún lugar.

—¿Por qué tu no juegas? –preguntó Ann, en ningún momento se cruzó por la cabeza de Samantha participar en ese juego, no otra vez.

—Soy demasiado rápida para que me atrapen –bromeó y le guiñó un ojo a los cazadores.

—¿Desde donde nos observas? –Luca quiso felicitar a Vera, al fin alguien hacia una pregunta relevante.

—Hay una habitación secreta en la casa donde puedes observar todo, en realidad hay muchos secretos de este lugar que aún no conocen –su mano se posó en una figura tallada cerca de la chimenea, hundió la mano izquierda de dicha figura y se abrió la pared.

Todos miraban asombrados la pared, Samantha tenía razón al decir que la mansión ocultaba secretos que no conocían.

—¿Vendrán o se quedarán ahí? –preguntó mientras encendía una lámpara tempestad y comenzaba a caminar dentro del pasillo, se levantaron cuál rayo de sus lugares y caminaron detrás de ella.

—No son los primeros en venir aquí, y no serán los últimos, eso deben saberlo –habló mientras caminaban por el angosto pasillo.

Una parte de ella sentía lástima por ellos, la mansión era un lugar mágico que con el paso del tiempo les quitaba su humanidad, a pesar de llevar demasiados años estudiando el lugar, no comprendía como funcionaba del todo.

—Hay tanto que deben saber y considero que llevan aquí el suficiente tiempo para saberlo –llegaron hasta una puerta, Samantha sacó de su bolsillo una tarjeta y la colocó sobre un aparato, miraron extrañados el artefacto.

La castaña no le tomó importancia y la puerta se deslizó abriéndose, indicó con su mano que la siguieran y una vez dentro pudieron ver que había pantallas y una esfera gigante en el lugar.

—Desde aquí les observo, el único mapa que nunca puedo ver es el parque de diversiones, me da escalofríos tan solo escuchar las risas de niños –sacudió su cuerpo y se sentó en la silla que había ahí.

Los invitó a sentarse frente a ella, en unas sillas que ya estaban acomodadas; era como si todo hubiera sido planeado para descubrirlo hoy, seguramente lo estaba.

—Bien, no sé por donde empezar –rascó su nuca, había ensayado una y otra vez lo que les diría, pero en ese momento estaba en blanco.

—Por el principio, quizá –respondió Wu Chang, ganándose un golpe en la cabeza por parte de Michiko, Samantha se echó a reír nerviosa.

—El principio... –murmuró, tomó aire y dejó caer todo su peso en la silla buscando la forma de decirles la verdad sin que creyeran que estaba demente, aunque en ese lugar, ¿quién no lo estaba? toda persona que entraba perdía la cordura con el paso del tiempo.

Después de algunos segundos que parecieron una eternidad para sus visitas, suspiró para comenzar a hablar.

Chérie - identity v | o.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora