Joseph Desaulniers

1.5K 115 31
                                    

Siete segundos.
Advertencia; Mención de sangre.

Corrí tanto como pude, lo único que podía escuchar eran las hojas de los árboles crujir bajo mis zancadas y mi respiración agitada, con la manga de mi sudadera limpié las lágrimas que me comenzaban a impedir la vista mientras me decía a mi misma q...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Corrí tanto como pude, lo único que podía escuchar eran las hojas de los árboles crujir bajo mis zancadas y mi respiración agitada, con la manga de mi sudadera limpié las lágrimas que me comenzaban a impedir la vista mientras me decía a mi misma que todo había sido mi imaginación y en algún momento despertaría en la habitación que compartía con Leyla, mi compañera de piso en el gran edificio en que vivía.

Me negaba a creer que realmente habían asesinado a una persona delante de mi, todo parecía tan surrealista que por un momento dudé sobre mi cordura, quiero decir, se sintió real; realmente siento que estoy en este lugar siendo perseguida por un joven albino de ojos azules que busca asesinarme. Me escondí detrás de un árbol intentando tranquilizar mi respiración e intentando no llorar nuevamente, sentí algo sobre mi hombro por lo que mi primer instinto fue dar un puñetazo al aire, el cual fue esquivado.

—Hey tranquila, soy yo –se señaló a si mismo, me solté a llorar al ver un rostro conocido. –Shh, no hagas ruido o nos encontrará.

Indicó mientras colocaba uno de sus dedos sobre sus labios, asentí y miré su brazo.

—Estás herido, deja que te cure –hizo una mueca y asintió mientras se sentaba en el suelo, junto a mi.

De el pequeño botiquín que todos cargabamos saqué un pedazo de algodón y alcohol, lo empapé y después lo coloqué sobre su herida, para mí sorpresa no se quejó. El único acto de reflejo que tuvo fue hacer una mueca.

—¿Estás acostumbrado a esto? –pregunté, pues el silencio me daba escalofríos.

—Soy un mercenario, ____. Sé las consecuencias de todos los asuntos en los que me meto. –al escuchar lo seca que se oyó su respuesta, intentó sonreír, una sonrisa forzada que juraría haber visto muchas veces.

—¿Cómo sabes mi nombre? nunca te lo dije –el asintió. Estabas demasiado confundida, pues si bien jurarías haberlo visto muchas veces antes, la cuestión es que solo lo veías cuando dormías.

—No es la primera vez que estás aquí, todos te conocemos perfectamente _____. –sacudiste la cabeza, para ese momento no podías distinguir lo que era real y lo que era una fantasía. Quizá incluso estabas drogada y todo era una alucinación, sí, debía ser eso.

—No te ofendas, pero a pesar de haber visto tu rostro varias veces, no recuerdo haberte encontrado en la ciudad –el sonrió levemente y segundos después, suspiró.

—Sé que todo esto está siendo muy confuso para ti, pero todo lo que está ocurriendo es real, lo estás viviendo en carne y hueso –intentó explicar.

Iba a continuar pidiendo explicaciones cuando escuchamos un grito femenino no muy lejos de nosotros.

—Venga, debemos movernos o nos encontrará –se levantó mientras me extendía la mano, la tomé y comencé a caminar a su lado con el miedo a flor de piel.

No quería morir, no así. Aún habían muchas cosas que deseaba hacer, muchos lugares que quería recorrer y no podía dejar que un lunático con espada impidiera todo.

—Quédate aquí, iré a buscar a Emma –habló mientras me escondía detrás de unos barriles.

—No te vayas –sabía que era egoísta pedirle aquello, pero no quería quedarme sola.

—Tranquila ___, volveré por ti lo prometo –dicho esto se dirigió a un gran barco que había visto al comienzo de esta pesadilla.

Miré una máquina con una gran antena a mi lado y a mi cabeza vinieron las indicaciones que habíamos recibido al principio de la partida, según esto únicamente faltaba una máquina por decodificar y justo delante mía tenía una. Me levanté y me acerqué cautelosa, para después comenzar a presionar algunas teclas intentando recordar el patrón que debía seguir. La máquina estaba al 98%, no tenía idea de cuántas veces me había equivocado, pero al parecer había llamado la atención de alguien en el proceso. Pues cuando me di cuenta aquel chico venía hacia mi blandiendo su espada, tragué duro y me apresuré a decodificar la máquina. Justo antes de que llegara a mi lado una luz se encendió sobre la máquina y se escuchó una alarma mientras en los altavoces del lugar decían que para salir debíamos abrir la puerta con una contraseña, bastante larga para ser honestos. El albino me miró, no podría describir su mirada en ese instante, pero incluso podía decir que sentía pena por mi, ¿por qué le daba lástima a todas las personas que se me cruzaban en este lugar?

—Te daré siete segundos para que huyas –no necesitó decirlo dos veces para que saliera disparada del lugar hacia la salida con el prácticamente pisándome los talones, era muy rápido.

Consiguió cortarme en un costado, solté un quejido mientras colocaba mi mano sobre el lugar, pues la sangre comenzaba a brotar manchando mi ropa y manos. Seguí corriendo, dolía como los demonios, estaba por llegar a la puerta y escapar de ese lugar, en ella ya se encontraban el mercenario del cual no recordaba el nombre y la chica que había dicho se llamaba Emma.

—¡Vamos, ____! –gritó la castaña al verme en su campo de visión y sonrió, más su sonrisa fue borrada cuando se dió cuenta de mi perseguidor.

Todo ocurrió tan rápido, había conseguido tropezar con una caja de madera y caer al suelo a pocos metros de la entrada, el mercenario se acercó dispuesto a ayudarme, más la del sombrero de paja lo tomó del brazo.

—Ya es tarde, si conseguía cortarla otra vez podría uh, ya sabes. –le explicó, el albino no perdió el tiempo, pues cuando menos me di cuenta ya estaba sobre mi con su espada en alto.

—¡Váyanse y salgan de aquí! –les supliqué mientras comenzaba a llorar, creí que moriría de vieja, no por esto.

—Lo siento, en verdad no quería hacerlo –lo escuché decir, para después clavar su espada en mí.

Me incorporé rápidamente gritando mientras tocaba mi pecho y revisaba mi costado con la respiración agitada, la puerta de la habitación se abrió y vi la silueta de Leyla con un bate de béisbol en las manos.

—¡Ya estoy aquí! ¡¿Quién se metió?! –gritó, por su cabello alborotado y que casi se cae, noté lo adormilada que estaba.

Al ver qué no respondía encendió las luces y se acercó a la cama, se sentó a mi lado y me miró preocupada.

—Oye, ¿estás bien? –me miró con atención y vi como abría los ojos sorprendida o asustada –¿Tenías eso antes, cómo te lo hiciste?

Preguntó mientras tocaba mi cuello y veía mi cintura horrorizada.

—Dios mío ____, ¿me dirás como tienes esas cicatrices y no las había visto? quiero decir, te conozco desde hace cinco años y esta mañana no las tenías. habló mientras examinaba a detalle cada parte de mi cuerpo buscando más como estas.

Fue en ese momento que pude unir las piezas del rompecabezas, todo realmente había pasado y estaba segura de que volvería a encontrarlo en mis sueños.

Chérie - identity v | o.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora