Chérie - identity v | o.s

Aesop x Joseph

No puedes ignorarme.
Advertencia; contenido homosexual.

—¡Vuelve acá Joseph! ¡No puedes dejarme con la palabra en la boca! –gritó el de cabello platinado mientras caminaba detrás de su novio.

—Solo estoy yendo a la sala, no estoy huyendo –le respondió mientras desaceleraba el paso para que Aesop pudiera alcanzarlo.

—No pues simplemente seguir caminando como si fuera invisible –Martha suspiró al reconocer la voz que se acercaba al comedor, todos sabían lo que se venía.

—No te vi –escucharon que respondía el fotógrafo de la mansión, podían notar la indignación de Aesop desde la sala de estar.

—¿Qué no me viste, necesitas lentes? pasaste frente a mi, no puedes decirme que no notaste que estaba decodificando –las voces cada vez se escuchaban más cerca del lugar donde se encontraban.

—De acuerdo, sí te vi –escucharon como suspiraba y seguía hablando –No quiero lastimarte.

La castaña abrió los ojos sorprendida al igual que todos en la sala, todos esperaban que siguieran discutiendo como lo hacían siempre que ocurría lo mismo, más esa vez su respuesta había sido diferente, y no solo ellos eran los que se encontraban sorprendidos, también Aesop abrió los ojos con sorpresa y su boca formó una "o", no sabía que decir.

—Pero no me lastimarías, siempre volvemos a la mansión –Martha quiso golpearlo por lo estúpida que se había escuchado su respuesta ante dicha confesión.

—No lo entiendes. Aesop, mírame; soy un cazador y tú eres un superviviente –en la sala de estar se formó un silencio, todos estaban pendientes de la conversación.

—Comprendo que no quieras dañarme, yo tampoco lo haría. Pero me siento inútil durante los juegos cuando simplemente pasas de mí y vas por alguien más, me gusta sentir que sirvo para algo –en parte, algunos se sintieron culpables, pues varias veces había ocurrido que se molestaban con Aesop por ser el único que salía ileso de las partidas, no era su culpa.

—Lo lamento, en verdad no sabía que te sentías así –se disculpó, Aesop sonrió levemente.

—Se que quieres protegerme, pero debes dejar que al menos haga algo servible –el albino asintió aún sin estar muy de acuerdo, la idea de tener que perseguirlo y golpearlo no le agradaba en lo absoluto, pero si con eso lo hacía feliz, lo haría.

—De acuerdo –respondió, el platinado lo abrazó con tanto cariño que sintió como su corazón se derretía por el.

Estaba verdaderamente enamorado de Aesop, cada vez que lo veía, lo escuchaba y pasaba tiempo con el, estaba más seguro que el día anterior. Era como si su mundo antes de conocerlo tuviera una escala de grises, y cuando llegó a salvarlo de su prisión, lo pintó de colores brillantes que lo hacían querer permanecer a su lado para siempre.

—Te amo –era la segunda vez en el día que tomaba a Aesop por sorpresa, pues hasta ahora no había pasado de un "te quiero".

—Yo te amo más –respondió, sintiéndose alegre por escuchar esas palabras.

Joseph alguna vez le había dicho que solo se decía a las personas que realmente amabas y apreciabas que estuvieran en tu vida, aquellas que te hacían sentir que tenías una razón para vivir o te hacían sentir vivo. En el caso de Joseph, sentía que sin el, no podría vivir, lo necesitaba.

—¿Puedo cepillar tu cabello? –preguntó aprovechando que Joseph había bajado la guardia.

—Si lo jalas, nuestro acuerdo se acaba –aceptó, Aesop lo dudó pero finalmente asintió, quién sabe cuándo volvería a tener esa oportunidad.

Se separó del abrazo y tomó su mano para comenzar a caminar hacia su habitación, dónde tenía todos sus instrumentos de belleza.

—¿No íbamos a la sala de estar? –preguntó, negó con la cabeza mientras seguía caminando.

—No voy a dejar pasar la oportunidad de cepillar tu cabello, ¿cuál es tu secreto? –cuestionó con curiosidad, las cejas de Joseph se alzaron y arrugó la nariz.

—Un mago jamás revela sus secretos –Aesop hizo una mueca y negó divertido con la cabeza.

—Algún día lograré saber cual es tu secreto –Joseph rió.

—Espero ansioso ese día.