Chérie - identity v | o.s

Eli Clark

Tua cantante
Advertencia; contenido homosexual, ahórrate tus comentarios si no es de tu agrado.
Aclaración; ____ es vampiro.

Prohibido. Eso eras para mí, el tan solo pensar que te tengo en mis brazos me hace sentir que puedo lastimarte, todas las veces que te alejo vuelves a mi sin pensarlo. ¿Por qué? ¿Por qué me haces sufrir de esa manera? todo lo que quiero es decirte cuánto te amo y pedirte que te quedes conmigo para siempre, pero tampoco quiero ser egoísta. Había una persona para ti que te esperaba con ansias, tu corazón ya pertenecía a ella desde antes de habernos conocido.

¿Acaso esto era un castigo? había cometido toda clase de atrocidades mucho antes de llegar a este lugar, ¿la vida me castigaba enamorándome de un humano? al que tendría que ver morir y después seguiría en este mundo completamente solo. Te acercaste a mi sin una pizca de miedo y me hablaste como si fuese cualquier otra persona en ese lugar, me sentí por primera vez en siglos como en casa, gracias a ti. Había llegado a este lugar con intenciones de saciar mi sed de sangre, más todo resultó diferente a lo que esperaba, lo que había anhelado todo este tiempo lo encontré en ti.

No tenía motivos para vivir ni razones para morir, hasta que mi viejo corazón era completamente tuyo, Eli Clark. Es difícil para mí imaginar lo que será de mi cuando nuestros caminos se separen, pues estoy seguro de que moriría por ti las veces que fueran necesarias, ¿quién sabe? tal vez muera cuando tú ya no estés a mi lado. Debías continuar con tu vida y no era nadie para impedirlo; aún cuando esto me destrozara por dentro haría cualquier cosa por verte feliz, a ti, mi bella serendipia.

Sabía que no podríamos estar juntos desde el principio, un ser que había vivido demasiados siglos como yo no tendría nunca una vida como un humano, solo esperaba que me fuese permitido encontrar los restos de tu samsara en cuanto la muerte tocara mi puerta. Prometo que si nos volvemos a encontrar en otra vida sin importar cuánto tiempo pase, te daré todo lo que no pude en esta, una persona que tiene las manos llenas de sangre como yo, no merecía a alguien tan puro y bueno como tú.

Cada vez que me miras a los ojos y sonríes un nudo se forma dentro de mi, siento que me ahogo sin la necesidad de alguna otra cosa y todo porque deseo hacer algo que no puedo hacer, todo lo que me vinculaba contigo era un ramé; tan caótico y hermoso al mismo tiempo.

Imaginaba el día que por fin pudiera tenerte entre mis brazos, el día que me dijeras que mis sentimientos eran recíprocos, tus orbes zafiros me miran con cariño y amor, de la misma forma en la que te veo a diario. Claro, todo esto solo es una perfecta entelequia que se repite una y otra vez en mi cabeza antes de que la realidad me golpee con fuerza. Un inmortal como yo jamás podría tener una vida normal, jamás tendría una familia, un trabajo, un negocio, lo único que me esperaba en el futuro era la soledad que me acompañaría hasta el día en que alguien terminase con mi sufrimiento.

—¿En qué piensas? –tu voz me trae de vuelta a la realidad, no sé cuánto tiempo pasé revuelto en mis pensamientos.

—En lo que haré en el futuro –respondo mientras mi mirada se clava en el suelo, haces una mueca.

—¿Y qué es lo que harás? tienes mucho tiempo –intentas levantar mis ánimos, sonrío levemente y entrecierras tus ojos –¿Tienes hambre?

Preguntas, suspiro y niego con la cabeza, pero mi estómago es un delator. Tomas el cuchillo que habías utilizado momentos antes para cortar la mantequilla, lo limpias con una servilleta y luego haces un corte en tu mano.

El olor a sangre inunda mis fosas nasales, estoy seguro de que si fueras otra persona con la cantidad de hambre que tengo, ya me habría lanzado a arrancarte la garganta para drenarte por completo; pero no lo hago. Lo que menos quiero en este mundo es causarte algún daño.

Extiendes una taza hacia mi mientras envuelves una servilleta alrededor de tu mano, puedo ver su contenido, la llenaste de tu sangre para que pudiera comer.

—No era necesario, podemos aguantar hasta una semana sin tomar sangre –digo mientras la acerco a mí, sé que no me dejarás negarme.

—Sí es necesario, estás más decaído que de costumbre ¿te sientes bien? –en tu voz puedo escuchar la preocupación.

Le doy un sorbo a la taza y puedo jurar que es el sabor más dulce y delicioso que he probado en toda mi existencia.

—¿Sabe mal? –preguntas, comienzo a reír un poco mientras niego con la cabeza.

—Estoy en perfecto estado teniendo en cuenta que debería estar muerto y en cuanto al sabor, es por mucho lo mejor que he probado en siglos y es por eso que no debes volver a darme –finalizo como una advertencia, sus mejillas toman un color carmín.

—¿Eso quiere decir que te gustó? –pregunta y puedo ver cómo olfatea su mano, cosa que provoca que vuelva a reír.

—No eres un vampiro, no tienes el mismo olfato ni gusto –esta vez soy yo quien toma el cuchillo y corto mi mano.

La sangre que sale de ella es un poco más obscura que la de los humanos, un par de gotas caen sobre la taza y se la extiendo, me mira confundido.

—No es para que lo pruebes, tu mano sigue sangrando y me preocupa –parece convencido por mi explicación, con un poco de dudas bebe el contenido de la taza –Ahora mira tu mano.

Hace caso a lo que digo y cuando la desenvuelve la herida se ha cerrado por completo, me mira asombrado.

—¿Cómo lo hiciste? –un brillo aparece en sus ojos mientras se acerca a mí, más de lo que acostumbra. Estoy seguro de que si pudiera aún más, mi rostro se encontraría en un color cereza, pero es un tenue color rosado el que cubre mis mejillas.

—Nuestra sangre nos ayuda a curarnos de forma acelerada y si le damos a un humano herido de ella, pues lo curamos –respondo mientras tomas una de mis manos y la examinas.

—Fascinante –sonrío un poco, dándome cuenta de lo mucho que me dolerá tener que dejarte ir.

—Gracias –suelto de repente, tu vista pasa de estar en mi mano a mi rostro.

—¿Por qué? –preguntas con una pequeña sonrisa.

—Por quedarte conmigo, por ser mi amigo, por darme esperanza –pasas tu brazo por mis hombros y me acercas a ti.

Restriegas tu mejilla contra la mía y ríes suavemente.

—No es nada _____, sé que las personas suelen verte como un monstruo, pero al conocerte sé que no lo eres, solamente necesitabas alguien que te comprendiera –al estar tan cerca de mi, un aroma exquisito que nunca había percibido en algún otro ser humano me envuelve pidiéndome que vaya hacia el.

—Aprecio que pienses eso de mi –mis ojos viajan por todo el jardín antes de llegar a los tuyos.

—Siempre estaré aquí para ti, lo prometo –mis ojos se inundan de lágrimas, más ninguna baja por mis mejillas porque no puedo llorar.

—Siempre es mucho tiempo –sonríes cálidamente y revuelves un poco mi cabello.

—Sólo lo necesario