Prefacio

1.6K 214 83
                                    

¿Todo inició aquí?

5 años:

Bajé corriendo a la cocina por un poco de comida, no obstante, antes de siquiera poder entrar, detuve mis pasos al oír que mis padres estaban ahí, hablando de mí.

—¿Entonces con quién habla? –Escuché a papá preguntarle a mamá.

—Con Blake, cariño. –Respondió ella entre pequeñas risas. —Ya sabes. Un amigo imaginario.

Fruncí el entrecejo, confundida.

Sabía lo que era "imaginario", pero no entendía eso de que Blake fuera imaginario.

¿Estaba diciendo que Blake no era real?

Me desconcerté con su comentario, por lo que, cabizbaja, regresé a mi habitación.

Ahí estaba, Blake, recostado sobre la alfombra. Se veía tan real. Al instante en que notó mi presencia, me miró con la misma expresión que tenía siempre, una neutral. Misma que cambió al notar mi humor.

—¿Qué pasa? –Dejó el libro a su costado y frunció ligeramente el ceño.

—Blake... Tu... ¿Eres real? –Pregunté con cierta duda.

Él se quedó confundido durante unos segundos, mas no por la pregunta, sino por mi inseguridad.

—Claro que lo soy. No estaría aquí si no fuera así. ¿Por qué lo dudas? –Dejó salir una diminuta risa al final. Cosa que por un momento me indignó. Cada vez que quería hacerlo reír, pocas veces lo hacía, ahora estaba riendo en un momento serio para mí.

—Es que... Mis papás... Dicen que eres imaginario.

—Pues no lo soy. Si quieres, puedes tomar mi mano para comprobarlo. –Resolvió, extendiendo su mano hacia mí.

Insegura, con miedo de que, al tocarlo, se desvaneciera completamente de mi vista, caminé en su dirección.

Suspiré ondo y acerqué lentamente mi mano a la suya, poco a poco, su cálida piel hizo contacto en la palma de mi mano.

Pero lo mejor de todo, fue que...

Él no desapareció. Blake no desapareció.

Sonreí más de lo que alguna vez lo hice y, emocionada, propuse.

—Marquemos nuestras manos.

—Si eso quieres. -Aceptó, intentando ocultar una sonrisa.

Él, que parecía menos convencido por mi idea, fue el primero en poner pintura en su palma y sellarla en una hoja blanca.

Yo escogí bien los colores que quise e hice lo mismo después, en una hoja diferente.

Así se formó una regla entre nosotros.

Cada año, sellaríamos nuestras manos en hojas blancas, para evidenciar nuestra maravillosa existencia.

13 años:

—¡¡Sólo quiere llamar la atención con eso!! –Me sobresalté ante el grito de papá. Nunca lo había visto tan furioso como ahora.

Yo me encontraba escondida en las escaleras, ya que bajé al oír que mis padres discutían. Ahora me arrepentía de haberlo hecho, me dolía mucho verlos pelear por mí.

Vi como los ojos de mamá se cristalizaron y lo miraron con tristeza e impotencia, antes de comenzar a levantar la voz también.

—¿¡Crees eso!? ¡Porque yo no! Conozco a mi propia hija. Ella de verdad cree que el tal Blake existe. –Insistió mamá. —Ese niño ha estado en su cabeza desde los cuatro años. –Remarcó lo último y agregó. —Si no es que desde antes.

Blake | Solo en mi cabeza. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora