Capitulo 36

967 146 14
                                    

Caminaste un poco hasta adentrarte en el frondoso bosque que rodeaba los dormitorios.

Amabas los días lluviosos desde pequeña y es que con tu don podías darles un toque especial.

Habías llegado a un pequeño claro que habías descubierto con anterioridad, miraste al oscurecido cielo dejando que unas cuantas gotas resbalaran por tu rostro. Entonces la magia comenzó.

Bakugou te había seguido a una distancia prudencial, tuvo mucho cuidado de que no notaras que iba tras de ti. Cuando estaba por llegar al claro dónde te encontrabas unos destellos lo atrajeron hasta tu posición.

Se quedó inmóvil observando el espectáculo que sucedía ante él. Tu te encontrabas bailando y saltando mientras que iluminadas las gotas que caían con tu don, era como si te rodeará una lluvia de estrellas.

Pero los que más cautivó al rubio fue tu expresión de completa felicidad, sonreías sin preocupación alguna incluso tus mejillas estaban sonrojadas por el esfuerzo que hacías. Bakugou nunca olvidaría ese momento.

De pronto tus movimientos se detuvieron y miraste en la dirección que se encontraba el rubio, lo habías descubierto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


De pronto tus movimientos se detuvieron y miraste en la dirección que se encontraba el rubio, lo habías descubierto.

El color carmín que cubría tus mejillas aumento al ver que tenías un espectador, nadie te había visto jugar con la lluvia aparte de tu tío y Kirishima. Te sentiste muy avergonzada y por un momento pensaste en correr hacia los dormitorios, pero una voz te detuvo.

—No huyas— Bakugou se acercaba a ti.

—Lo siento...— murmuraste.

—¿Por qué te disculpas?— el tono de Bakugou resultó más rudo de lo que esperaba lo que hizo que te sobresaltaras. Pero es que le molestaba que pareciera que había arruinado tu felicidad.

—Yo... siento que debo disculparme— respondiste tímidamente.

—¡No tienes que disculparte con nadie!— el rubio te miraba fijamente —¡No hay ningún maldito problema contigo! ¡Tu forma de ser está bien!—

—Pero...—

—Nada de peros, ¡muéstrame!—

—¿Mostrarte?— murmuraste.

—Si, muéstrame como lo haces—

Te quedaste en silencio unos segundos dudando, pero Bakugou había demostrado ser alguien en quien podías confíar incluso Kirishima te había asegurado que sin importar que siempre estarías a salvó con el rubio. Asentiste.

—¿P... puedes crear... una explosión pequeña?— Bakugou no comprendió pero hizo lo que pedías —Si... asi— entonces te colocaste frente a Bakugou, la lluvia había aumentado y caía con más fuerza —Otra vez—

Cuando Bakugou hizo la explosión que pediste, inmediatamente tu colocaste tus manos cerca de ella. Entonces con tu don robaste la luz creada por el rubio y con sutiles movimientos de tus manos la comenzaste a esparcir hacia las gotas que caían a su alrededor.

Las gotas comenzaron a brillar como si de pequeñas estrellas se tratase. Detuviste su caída y estás comenzaron a moverse como tus manos le indicaban. Hiciste que las gotas los rodearan y comenzarán a girar a su alrededor.

—Si eso puedes hacer con una pequeña explosión ¡Veamos que logras con esto!— Bakugou arrojo su paraguas al suelo y te miro fijamente con el desafío impreso en sus ojos.

Cambiaste de posición y te colocaste frente a él. Bakugou salto hacia la izquierda con una explosión, lo seguiste absorbiendo la luz que emitió y enviándola a otras gotas de agua. Repitieron lo mismo unas cuantas veces y ahora todo su alrededor se encontraba iluminado. Bakugou no había dejado de observarte en ningún momento.

—¡Nunca había creado tantas!— dijiste emocionada observando a tu alrededor —¡Me encanta!— soltaste en dirrección del rubio mientras sonreías.

—¡Nunca había creado tantas!— dijiste emocionada observando a tu alrededor —¡Me encanta!— soltaste en dirrección del rubio mientras sonreías

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Esa era la primera vez que le sonreías de forma tan sincera, Bakugou no pudo evitar sentir como su corazón se aceleraba. Y sin poder controlarse te abrazo por la espalda y escondió su rostro en tu cuello.

—Eres asombrosa— te susurró haciendo que el color rojo invadiera tus mejillas. Te quedaste inmóvil sin saber cómo reaccionar, también todas las gotas se quedaron en su lugar. Parecía que el tiempo se había detenido solo para ustedes.

Tu mente se volvió un caos, estabas más que acostumbrada a los abrazos de Kirishima pero los brazos de Bakugou transmitían una sensación diferente, era anhelo mezclado con seguridad, al menos así lo sentías tu.

—Creo que debemos volver o me resfriare— dijo Bakugou separándose de ti. Entonces notaste su ropa completamente mojada.

—Te ayudare— dijiste y comenzaste a reunir varias gotas a su alrededor, las cuales comenzaron a emitir calor. Corriste en busca del paraguas que el rubio había arrojado y se lo devolviste.

—Tu don tiene demasiados usos— dijo Bakugou mientras observaba sus ropas que poco a poco comenzaban a secarse.

—Eso creo...— respondiste tímidamente. Después te giraste a ver tu iluminada creación y sonreíste —H... hagámoslo de nuevo... en otro momento...— sugeriste sin volverte temiendo ser rechazada.

—Seguro que si— respondió el rubio con una sonrisa que no lograste ver.

Después te colocaste bajo el paraguas con Bakugou e hiciste que la luz desapareciera de su alrededor causando que un mar de gotas les cayera encima, dando paso a una ligera y tranquila llovizna. Soltaste un adorable estornudo y Bakugou sonrió, puso una mano en tu cabeza para evitar que salieras de debajo del paraguas.

—Volvamos— dijo y asentiste. Caminaron juntos de regreso.

Entre los arbustos a su alrededor alguien los observaba con una triste sonrisa, Kirishima los veía marcharse con el corazón oprimido pues al parecer el día en que tendría que dejarte ir se acercaba más rápido de lo que temía.

Al entrar en los dormitorios fue inevitable que todas las miradas se dirigieran en su dirección.

—¿¡QUE RAYOS MIRAN?!— grito el rubio mientras te empujaba hacia las escaleras que daban a sus habitaciones.

En cuanto desparecieron de la vistas de los demás, Mina soltó un grito de emoción.

Bakugou te acompaño hasta la puerta de tu habitación, pero antes de entrar te armaste de valor.

—¿P... podrías entrenar... mañana conmigo?— preguntaste tímidamente.

—Siempre que quieras—

Tu luz más brillante [Bakugou y Tu] [Dabi y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora