Capitulo 89

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Dudaste un segundo antes de seguirlo pues habías acordado con Kirishima que le informarías cuando salieras. Rápidamente tomaste tu teléfono y le escribiste un mensaje al pelirrojo, una palabra que estabas segura de que él entendería y que no importa quien estuviera cerca no levantaría sospechas: sandía. Una palabra que usaban de pequeños cuando tuvieron la brillante idea de inventar un código secreto, una palabra que significaba "nos vemos mañana". Hace años que no la usaban pero estabas segura de que él entendería.

Una vez enviado seguiste a Dabi para aparecer en el mismo callejón del barrio bajo al que siempre llegaban.

—¿Que sucede? ¿Quién quiere verme?— preguntaste un poco nerviosa.

—Pronto lo verás— te respondió mientras te tomaba de la mano para guiarte por una ruta que ya conocías. Tu corazón se aceleró al comprender a dónde iban.

—Dijo que quería agradecerte personalmente— fueron las únicas palabras del pelinegro antes de detenerse en aquella destartalada construcción a la que a penas se le podía llamar una casa, la puerta era un simple trozo de madera cubriendo la entrada —estamos aqui—

Varias voces se escucharon del otro lado mientras aquella "puerta" era abierta, fueron recibidos por varias cabecitas que sonreían felices. Un mal presentimiento te invadió al ver algo diferente, faltaba uno de los niños, y por otra parte había un rostro nuevo, una niña pequeña mucho menor que todos los demás, si acaso tendría unos dos o tres años.

—¡Ah! ¡Onee-chan viniste!— soltó emocionado el mayor de los niños, al que habías dejado escapar —¡Guardamos lo mejor para ti!— sonrió orgulloso mientras te tomaba de la mano para guiarte hasta unos ladrillos que usaban como mesa, pronto los demás pequeños se reunieron y se sentaron.

Dabi se dejo caer a tu lado mientras todo los demás niños se reían alegres y parecían muy emocionados. No pudiste evitar sonreír un poco ante la escena y más al ver qué la pequeña niña se sentaba en el regazo del pelinegro y este en vez de apartarla la ayudaba a acomodarse.

Entonces con cuidado el mayor de los niños trajo una caja con algunas rebanadas de pastel, a lo que los menores gritaron ansiosos pues hace años no comían tal postre. El niño tomo una de las rebanadas, la única que tenía una fresa sobre ella y te la tendió gustoso.

—¡Para ti! ¡Por qué gracias a ti podemos comer pastel!— aceptaste aquel trozo e inmediatamente todos los demás niños tomaron su propia rebanada, Dabi rechazo la suya pero ayudo a la pequeña a comer su parte.

No habías visto rostros más felices que los que en ese momento te rodeaban, no sabías que un simple postre podía significar tanto. Tristemente en ese momento también te diste cuenta de tu privilegio, siempre que quería pastel habías podido comerlo, pero por algún motivo nunca te había sabido tan delicioso como en ese momento. Sin embargo, sin saber que tensarías un poco el ambiente soltaste la pregunta que tanto te atormentaba.

—¿Dónde está el que falta?— el silencio se hizo presente inmediatamente, pero el mayor de los niños no tardó en responder.

—Shun fue atrapado— entonces el menor miro en la dirección en la que dormía su madre —lo golpearon así que está descansando con mamá—

—¿Lo golpearon?— no podías creer lo que escuchabas, era un niño de unos seis años.

—Le robo a un señor que lo descubrio— hablo otro de los niños —lo atrapó y le llamo a un héroe que pasaba cerca, pero el heroe dijo que era una perdida de tiempo por qué al ser tan pequeño lo dejarían ir inmediatamente, entonces lo empezaron a golpear para que aprendiera una lección— un nudo se había formado en su garganta —corri con el heroe a pedirle que los detuviera pero solo dijo que eso le pasaba a los ladrones y se marchó— el pequeño tenía las manos en puños mientras unas lágrimas caían por sus mejillas —no pude hacer nada—

—¡Pero gracias a Onee-chan pudimos llevarlo al doctor!— intervino el mayor tratando de cambiar el tema —¡Cómo me ayudaste yo pude ayudarlo! ¡Incluso mamá tiene mucha más medicina y con eso seguro que se recupera!—

Sin poder contenerte más unas lágrimas comenzaron a caer por tu rostro, inevitablemente recordaste las palabras de Shigaraki de que miles de personas sufren o mueren sin que a los héroes les importe. Pero ante tu llanto todos los pequeños se acercaron a consolarte, incluso algunos te ofrecieron sus trozos de pastel.

En ese momento Dabi te tomo de la mano, y por primera vez cruzaste tu mirada con la de él, asentiste ante ese reconfortante tono azul para después limpiarte las lágrimas.

—Estoy bien— les sonreiste —solo me preocupe un momento pero ya estoy bien— había notado que realmente te sentías cómoda con esos pequeños pues compartían contigo mucho más de lo que podías negar —bueno ¿y quién es está pequeña?— señalaste con la clara intención de cambiar de tema.

—¡Soy Hyori!— hablo feliz al ser tomada en cuenta pero sus siguientes palabras te rompieron el corazón —¡Y soy igual a Onii-chan!— soltó mientras mostraba orgullosa las quemaduras de sus brazos. Volviste a ver a Dabi pero este solo asintió aceptando que ya lo sabía.

—La encontramos hace un par de dias— hablo el mayor de los niños —su mamá la había dejado frente a la casa de subastas pero la salvamos—

Entonces una ronca voz se escuchó desde un rincón, la madre llamaba al mayor de sus hijos, este se acerco deprisa y después de una breve conversación volvió hacia a ti.

—Mamá quiere hablar contigo— te ofreció la mano y te dejaste guiar hasta aquel desgastado colchón, te sentaste en un lado lejos de todos los demás. En ese momento notaste un pequeño bulto al lado de la madre, era el otro niño que había sido herido, la escena frente a ti fue más que suficiente para estrujar tu corazón.

—Solo quería darte las gracias— la mayor murmuró, a penas y podía hablar —gracias por ayudar a mi pequeño Ren... se que no están haciendo lo correcto— te tomo de la mano y en ese momento notaste lo frágil de su cuerpo, sus dedos a penas y tenían carne en ellos —pero deben sobrevivir de algún modo— un ataque de tos la invadió y con horror viste un poco de sangre en sus labios que ella se apresuro en limpiar —se que no me queda mucho pero está bien— menciono al ver la preocupación en tu rostro —es la vida que no tocó, aún así te agradezco lo que hiciste por mi hijo y agradecería que los pudieras seguir ayudando en el futuro— la seriedad en su voz te hizo comprender su petición.

—Lo haré—

Pasaron un par de horas más en compañía de los niños, incluso lograron ver al que estaba herido cuando despertó. Con horror observaste que su rostro no tenía forma debido a los golpes pero Dabi te aseguro que estaría bien pues el mismo los había acompañado al médico.

Cuando finalmente salieron de ahí con la promesa de volver tu corazón estaba destrozado, no podías ver tanta injusticia y no hacer nada.

—Debemos hacer algo— soltaste frustrada —si tan solo pudiéramos curar a su madre—

—Ningun hospital o asociación los ayudará— te respondió el pelinegro —su maldito esposo se aseguro de eso pues quiere su pasado sepultado, aún que tiene miedo de acabarlos con sus propias manos—

—¿Cómo sabes eso?—

—¿Quién crees que les encontró esa casa y les enseño a robar?—

—Aun así debe haber algo que podamos hacer—

—Si hay algo, pero solo puedes hacerlo tu—

—¿Que?— preguntaste ansiosa.

—Pidele ayuda a Shigaraki—

Tu luz más brillante [Bakugou y Tu] [Dabi y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora