Eleven.

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La motocicleta viajaba con habilidad por toda la carretera, esquivando los pocos autos que habían a esa hora de la noche, porque la mayoría estaban en sus casas disfrutando con sus familias del inicio del año.

Se abrazaba con fuerza al abdomen del contrario, como siempre hacía, mientras el otro mantenía sus dos manos en el manubrio para controlarlo mejor a la velocidad en la que iban. De tantos viajes que habían hecho juntos ya se había acostumbrado a la velocidad y la fuerte brisa pegando contra su rostro que desordenaba el cabello que salía del casco negro.

La motocicleta paró enfrente de un lugar que desconocía, algo alejado de la ciudad por el largo recorrido que hicieron desde su casa hasta aquella montaña. Bajó de la motocicleta admirando el lugar y todas las luces que habían a esa hora, quitando el casco de su cabeza.

Jake también bajó, quitándose el casco y meneando la cabeza para acomodar su lacio cabello despeinado por la brisa. Observando con una sonrisa su rostro asombrado al ver las brillantes luces de la ciudad en aquella colina.

Riki subió unos escalones que habían en aquella colina, tomando con sus manos el barandal que había en el filo de la misma para que no ocurriera ninguna clase de accidentes, sus ojos brillando en conjunto con todos los fuegos artificiales que explotaban en el cielo.

—¿Te gusta? —preguntó Jake, interrumpiendo el silencio cómodo que se formó entre ambos—. No tendré dinero para llevarte a un restaurante extremadamente costoso en esa fecha, pero sí puedo llevarte a la mejor vista de toda Seúl.

Riki ladeó la cabeza, saliendo de su trance observando aquellas hermosas luces, mirando con una sonrisa en sus labios al ojiverde.

—Es hermoso —respondió—. No es necesario que me lleves a un lugar costoso donde la pasaré mal, esto es perfecto. Ya es mucho para mí. —agregó, volcando su mirada hacia el cielo oscuro pero iluminado con toda la pólvora que era lanzada.

Jake soltó un par de risas, caminando hacia donde se encontraba. Pasó una mano por su cintura, pegándolo a su cuerpo en un rápido movimiento, y todo de él vibró sintiendo su repentina cercanía, además de su olor varonil a pinos.

Soltó un suspiro sin poder evitarlo, recostando su cabeza de su hombro y correspondiendo a su abrazo, pasando su brazo también por la cadera del otro, algo flojo en comparación al agarre que imponía con él.

Los fuegos artificiales siguieron explotando en el firmamento, tapando las propias estrellas con todas sus formas y colores llamativos. Señaló uno en forma de flor de loto de un intenso morado y rosa claro emocionado, hipnotizado con su belleza.

—¡Oh, mira ese! ¡Es una flor de loto! —exclamó, alegre—. ¡Y, mira ese, es una peonía! —señaló a otro que recién explotaba.

Jake rió, mirando su perfil en vez de los fuegos artificiales que estaban explotando en el cielo.

—Sí, son lindos —comentó—. Después dices que no eres un niño y te emocionas por estas cosas. —mofó.

Riki ladeó la cabeza, su nariz chocando contra la del contrario por la cercanía que ambos tenían, empezando a sonrojarse por lo que hubiera ocurrido y ambos estuvieran un centímetro más cerca.

—Me gustan las fuegos artificiales, son lindos, ¿algún problema? —fingió molestia, cuando en realidad estaba a punto de explotar por el calor en su rostro.

—No, no hay ningún problema —Jake soltó un par de risas, volviendo su mirada hacia el cielo—. ¿Sabes? Los fuegos artificiales me recuerdan a ti.

Su mirada no abandonó el perfil del otro, analizando su rostro moreno sin ningún piercing, más sintiéndose algo vacío; estaba acostumbrado a verlos adornando sus facciones masculinas muy marcadas.

The Bathroom.『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora