Fourty One.

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Abrió los ojos por el sol que se colaba por la ventana, más la leve brisa que rozaba su rostro trayendo consigo el olor de la sal marina y el sonido de las olas rompiéndose contra la bahía. Soltó un quejido estirándose en la espaciosa cama y sintió un leve ardor más abajo de su espalda.

Mierda.

Su rostro se contrajo en una mueca de dolor y acarició su mejilla grasosa con una mano. Dios, olía asqueroso y quería darse un baño ya. Pero, había un gran problema.

¿Cómo coño se levantaba de la cama?

Buscó con la mirada en toda la habitación a Jake, haciéndosele extraño que no estuviera a su lado en la cama cuando la habían compartido después de acabar con la caja de preservativos.

Se sonrojó ferozmente ante el sólo recuerdo. La caja ni siquiera estaba comenzada y ellos hicieron el papel de unos malditos desesperados por coito y..., ya ni siquiera recordaba que hora era o a que hora se durmieron.

Dios, qué vergonzoso.

El sol se ocultaba por el océano, los pocos rayos ultravioletas colándose por las cortinas de la ventana abierta, que se movían ferozmente por la ventisca fuerte común de una playa. Se sentó en la cama, algo desorientado, mirando a todos los lugares a su alrededor.

La habitación era simple pero linda —cosa que no había visto apenas entrar por obvias razones—, de colores pasteles y blancos; la cama era espaciosa y grande, con un dosel azul cielo recogido que antes no notó; una hamaca de colores pasteles colgando del techo, un televisor pantalla plana y cómodas de dormir a cada lado de la cama.

Notó que en una de ellas había un papel y un vaso de agua, con una pastilla blanca a un lado. Tomó la pequeña nota y leyó su contenido.

"No olvidé que fue tu primera vez, dulzura ;)"

Ése idiota.

Reprimió una risa boba y lanzó el papel a un lado, tomando la pastilla y pasándola con un trago de agua, la sed atacándolo y bebiéndose todo el vaso de un golpe.

Quitó parte de las colchas ligeras de su cuerpo e hizo una mueca. Alguien tenía que cambiar esas sábanas o iba a vomitar en cualquier momento.

Pisó lo que parecía una suave alfombra y sonrió, acariciando con sus dedos la suavidad de ésta. Tomó una gran bocanada de aire y se levantó de la cama, quejándose en voz alta.

Iba a matar a Jake, sin duda alguna.

Recogió la camisa negra de Jake en el suelo, ya que no consiguió la suya por ningún lado, o se hizo el ciego y se la colocó, abotonándola a medida que iba caminando hacia fuera de la habitación.

Cuando salió encontró la cocina, y sonrió al ver la fuerte espalda desnuda del mayor en el lavabo, mientras limpiaba lo que parecían ser unas frutas.

La vergüenza lo atacó y agachó la mirada, sus mejillas sonrojándose a más no poder y calor llegando hasta sus orejas. Los recuerdos desde que llegaron atacándolo.

Oh, dios. ¿Cómo iba a ver a la cara a su novio ahora? Se iba a morir de la pena, maldición.

—B-Buenos tardes. —bisbiseó, sentándose con cuidado en uno de los taburetes de la cocina, intentando reprimir una queja. Tenía que saludar, porque se vería muy extraño que llégase a la cocina después de que exprimió a su novio y no saludará.

Jake dio un brinco en su lugar y se volteó rápidamente, con lo que parecía una pechuga de pollo en su mano. Una sonrisa temblorosa se expandió por su rostro moreno mientras apretaba la pieza del pollo en su mano, luciendo igual de nervioso.

The Bathroom.『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora