Twenty Six.

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Riki volteó la tortilla de huevo en la sarten, dando por terminado la segunda tortilla que estaba haciendo. Elevó su mano hacia la alacena y tomó el chocolate en polvo para hacer una malteada, sin importar que apenas eran las ocho de la mañana y era muy temprano para una malteada.

Posiblemente termine defecando en el baño de su novio a esas alturas de la mañana, pero no importaba, Jake se iba a trabajar de todas maneras.

Era jueves, por lo cual tenía día libre en la universidad y pasaría todo el día encerrado en el departamento de Jake porque no tenía mínimas ganas de salir. Aunque también era la excusa perfecta para husmear cada aparato que había en casa del ojiverde y así familiarizarse.

Movió sus caderas de un lado al otro al ritmo de la canción que se reproducía en la radio del estéreo en la sala de estar, distrayéndose por momentos de lo que estaba haciendo.

Vamos, era Doja Cat. No podía esperar mucho cuando ya se encontraban bailando al ritmo de cuál sea la canción. Juraba que conocía toda la discografía de la mujer.

Y por estar bailando Like That, casi se le quema el pan en la tostadora.

—¡Demonios, demonios! —farfulló, sacando el pan rápidamente, soltando un suspiro tranquilo cuando no estuvo quemado—. Maldita Doja y sus ritmos pegadizos. —habló para si mismo, inspeccionando el pan para saber si estaba bien. No le iba a servir pan quemado a su novio.

No después de lo de anoche. Jamás.

La canción cambió e hizo un puchero. En serio le gustaban las canciones de Doja Cat, era como su ídolo.

Más, después de casi se le quema el pan, no pudo evitar seguir bailando al ritmo de "Money" de Sad Girlz Luv. A veces sentía que no aprendía de sus desgracias, sinceramente.

Ciertas manos tomaron sus caderas sorpresivamente, deteniendo su baile tonto y pegándolo a un conocido pecho fuerte. El sonrojo subió por sus mejillas en una décima de segundo, intentando concentrarse en lo que hacía y no distraerse con Jake y sus toques por todo su abdomen.

El ojiverde hundió su nariz en la curvatura de su cuello, tomando una pesada inhalación mientras hacía un bobo baile con sus manos sobre su abdomen, como sí le doliera la panza y estuviera acariciándola para que el dolor pasara.

—Buenos días, ricitos de oro. —Jake saludó, dejando un beso húmedo en el lunar de su cuello, enviando una descarga de placer inexplicable por todo su cuerpo, sus piernas empezando a temblar.

—B-Buenos días, Jake —devolvió el saludo, intentando mantenerse estable y no caer al suelo por toda aquella descarga eléctrica que corrió por sus venas—. ¿Cómo dormiste?

—Como un bebé —respondió, aún su nariz enterrada en su cuello—, verte dormir me relaja, en verdad.

Riki apagó todo en la cocina, dándose la vuelta para encarar al ojiverde. Pasó sus brazos por los hombros desnudos del castaño y le regaló una dulce sonrisa de sólo labios, inhalando aquella fragancia masculina que todo el tiempo poseía.

—Estoy considerando en quedarme más tiempo en tu casa, así me aseguro que duermas bien. —comentó, frotando su nariz contra la del mayor.

Las manos de Jake se deslizaron traviesamente por sus caderas hasta más abajo de su espalda, subiendo la única prenda que cubría su cuerpo; aquella camisa de botones que había encontrado en el suelo, porque le daba vergüenza caminar desnudo por todo el departamento buscando sus cosas que quedaron en la entrada del mismo, aunque sólo Jake y él estuvieran allí y el primero se encontrará durmiendo, existían los vecinos.

The Bathroom.『Jakeki』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora